3. El fin de mi mundo

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Cuando escuchamos el nombre "covid 19" por primera vez nadie se imaginó el impacto que tendría en nuestras vidas, mucho menos yo. Todos tenemos un antes y un después, este efecto es producido luego de vivir una experiencia increíblemente maravillosa o terriblemente caótica que azotó nuestra existencia, bueno, mi vida se fragmentó hace cuatro años. La pandemia se llevó almas, se llevó felicidad, se llevó todo lo que quedaba de las personas, se llevó vidas, pero puedo hacer si se llevo mi vida mas no mi cuerpo, me mató pero sigo respirando, me dejó sin rumbo pero sigo caminando, me destruyó la mente pero sigo tratando de pensar.

Mi familia sigue intacta, si hablamos del número de integrantes, todos están bien y nadie se fue junto con ese espeluznante virus, pero entonces, ¿Qué pudo haberme dejado tan mal? Tan mal hasta llegar al punto de que mi cerebro no resistió más las experiencias y recuerdos vividos que terminó desarrollando un trastorno mental para protegerse a sí mismo de los acontecimientos dolorosos.

Pues simple y llanamente, que toda mi familia enfermó de la mente, y aunque no lo admiten, siguen así hasta hoy en día. Para resumir, mi padre desarrolló TOC (Trastorno obsesivo compulsivo) debido a la pandemia, y eso obviamente me afectó demasiado, estuve aislada en mi casa por dos años, dos años sin salir ni siquiera a la puerta de mi casa, peleas diarias en mi casa todo el tiempo, mi familia tratándose como basura unos a los otros, mi alarma diaria para despertar eran los gritos de mi padre, no podía escapar, estaba en una cárcel de oro, pues nunca me faltó nada, pero no tenía a donde huir cuando todo estaba mal, no podía ver a nadie que no sean las mismas personas todos los días, realmente mi alma terminó destrozada.

Me sentía atrapada, quería acabar con mi vida, acá fue donde todo empeoró, empecé a descuidar mi higiene, mi vida, todo. No era capaz de salir de mi cuarto porque sabía que el día iba a ser el mismo que fue durante dos años, despertar llorando porque recordaba mi situación, desayunar en mi cuarto, en mi cama, en las peores situaciones, luego volver a dormir, despertarme para almorzar, negarme a almorzar, pero luego encontrarme con mi mamá pidiéndome que por favor salga a comer algo, volver a dormir toda la tarde hasta la hora de la cena y finalmente dormir con la nariz tapada y los ojos hinchados y adoloridos de llorar sin parar, mi mente estaba cansada pero mis ojos lo estaban más.

Yo no veía escapatoria, creía que esa era la vida que me había tocado vivir y que tenía que acostumbrarme, el único escape que tenía era mi celular, el cual en ataques de ira y de momentos críticos había terminado por destruir. Lo peor de todo es no poder hablar de tus problemas con nadie, yo tenía y tengo amigas, pero jamás se me pasó la mente decirles cómo estaba, qué estaba viviendo, simplemente creía que era demasiado, que ni ellas merecían saberlo. No estoy exagerando al decir que esos dos años fueron un infierno, porque lo fueron, para mí esa casa estaba embrujada y yo atrapada bajo siete llaves adentro, nadie podía rescatarme.


El TLP es lo mejor que me pasó en la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora