¿Por qué estoy nerviosa al ver la notificación de seguimiento en la pantalla de mi teléfono?
¿Por qué quiero que me mande un mensaje aunque ni siquiera hemos hablado antes?
¿Por qué siento que quiero enlazarme a él de alguna manera?
Muchas preguntas atormentaban mi cabeza, dando vueltas y vueltas en esta, creando un revoltijo de pensamientos y, a la vez, de sentimientos extraños que no reconocía.
Acepté la solicitud con rapidez, casi con miedo, y volví a salir de la aplicación para sumergirme en mi mundo nuevamente.
Un mensaje, a los pocos minutos, se apoderó de toda mi atención.
Quizás, y solo quizás, en ese momento todo cambiaría para mí. Era un punto de no retorno, y tampoco quería retroceder.
Abrí el mensaje nerviosa, entrando a instagram, apenas habiéndolo visto de reojo en el bloqueo de pantalla de mi móvil.
Decía así, era una respuesta a una de esas funciones de instagram, notas:
Me encanta esa canción de NF
12:46
Una sonrisa se escapó de mis labios en el instante en el que leí ese comentario. ¿Le gustaba NF?
Sin vacilar, simplemente contesté segundos después.
Holaa, amo esa canción de NF.
¿Qué más grupos o cantantes te gustan?
12:47
Pasamos relativamente toda la tarde hablando sobre gustos comunes, estaba sorprendida pues jamás había encontrado nadie que tuviese tantas similitudes respecto a mí. Por algún motivo se me hacía realmente fácil hablar con él, no me importaba mandar cientos de mensajes o exagerar las cosas, simplemente me permitía ser yo misma a través de todos esos cientos de miles de mensajes que intercambiamos. Y creo que lo mejor fue eso, poder ser yo misma en cualquier momento. De alguna manera, aunque los mensajes fueran sobre cosas triviales, los sentía íntimos. Como si solo fueran nuestros, porque lo eran, como si esas conversaciones jamás fueran a acabar.
Me contó miles de cosas y yo le conté otras miles. Hablamos sobre series que habíamos visto los dos, sobre cosas que nos gustaban o sobre cosas que nos disgustaban, hablamos sobre nuestros gustos musicales, sobre nosotros. Sentía que a través de esas simples palabras cada vez lo conocía más, por poco que fuera. Sentía que quería seguir sabiendo más sobre él.
Cuando el día llegó a su fin me encontré dándome cuenta de que no quería irme a dormir, de que quería seguir hablando con él un rato más. Me asustó esa idea pues no sabía el por qué de esos pensamientos. Solo me dije a mí misma que era porque hablar con él era agradable. Esa noche, creo que mi confucio fue aún mayor.
Di millones de vueltas en la cama, tratando de dormir, todos mis intentos fallando por una razón. Él.
Y, preguntarán, ¿él?
Sí, él.
No podía sacarlo de mi mente, desde las conversaciones hasta las pocas palabras que habíamos cruzado días anteriores a este. No podía sacar sus palabras de mi cabeza, y por todo eso que estaba dando vueltas en mí esa noche no dormí mucho, estaba nerviosa porque al día siguiente lo vería en el instituto y, sinceramente, no estaba preparada para eso. Mi mente imaginó miles de escenarios del día de mañana, pensé miles de veces si debía de saludarlo, acercarme a él, darle un abrazo, o quién sabe.
¿Y si le disgustaban los abrazos?
Cabía esa posibilidad, así que simplemente descarté la idea, al menos de momento, apenas lo conocía, quizás eso no era lo más indicado. Aunque, siendo honestos, yo sí que quería abrazarlo. Me imaginé la sensación de tener sus brazos alrededor de mí y un escalofrío me recorrió. Con rapidez sacudí la cabeza y me obligué a olvidar ese sentimiento.
Me asustaba mirar la hora pues probablemente era bien entrada la madrugada, así que cerré los ojos, nuevamente, y traté de relajarme, traté de ignorar el dolor de estómago que se había instalado en mí por los nervios. Intenté dejar los nervios de lado y concentrarme en descansar una vez por todas.
Creo que me dormí poco después pues en algún momento ya era de día y me encontraba escuchando sonar la alarma miles de veces, amenazando con no parar de sonar si no me levantaba a apagarla.
Abrí los ojos y mi primer pensamiento fue él. Mi primer pensamiento fue que hoy lo vería.
Bajé a desayunar, estaba demasiado nerviosa. Tomé mi teléfono y vi que había varios mensajes suyos. Sonreí al instante y no me demoré ni un segundo en contestar.
Buenos días linda
7:11
¿Cómo estás?
¿Dormiste bien?
7:12
Hola lindo. ¿Cómo amaneciste?
7:14
Yo estoy muy bien, aunque
dormí regular.¿Usted durmió bien, su Majestad?
7:15
¿Dormiste mal? ¿Qué te mantuvo despierta, bonita?
7:16
Tú, tú y tus palabras son lo que me mantuvieron despierta. Las ganas y la incertidumbre por verte fueron las que me mantuvieron despierta, tonto.
Quise decir eso, pero obviamente no lo hice, porque ni yo misma sabía que me estaba pasando.
¿Su Majestad? JAJAJJAJA
Dormí bien, normal
7:17
Uhm, no sé. No podía dormir.
7:19
(Sí lo sabes)
Su Majestad, suena gracioso.
7:20
Me gusta, Su Majestad.
Espero que esta noche descanses más, linda.
7:21
Eso espero también.
7:23
Seguimos hablando después de eso pero un pensamiento quedó en mi cabeza, repitiéndose a cada momento.
No es fácil sacarte de mi mente.
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Love in October
RomanceLa vida de una adolescente es algo común. Normal. Ordinaria. Monótona. Quizás la mejor palabra para describirla sea esa, "monotonía". Todo parece igual, ir al instituto, volver a casa, problemas familias, tareas y todo ese rollo. Pero puede que tod...