01 ;; Changes

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     Una nube de colores grises desciende desde el cielo y se concentra sobre la ciudad, manchando los muros de concreto y las calles. Los coches pasan deslizándose por la calle, chirriando y estrellándose en los charcos que forman la lluvia en el pavimento.

La gente camina calle abajo, cubriéndose con un paraguas de colores. El sonido de los pasos se difumina en la música de la lluvia al golpear los paraguas.

Abril se aferró a su paraguas, su pecho subía y bajaba y sus ojos reflejaban desesperación y desesperanza, la joven pelirroja tomó una gran bocanada de aire y cerró sus ojos con fuerza. Las figuras de las personas que caminaban delante suyo eran borrosas, y el sonido de las gotas de lluvia golpeando el paraguas le hacía doler la cabeza.

"Leo se fue, Abril" las palabras que Donatello le había dicho la noche anterior sonaron como eco sonó en su cabeza, y sintió como su corazón se estrujó.

Se fue, se había ido.

Gimió, deteniéndose abruptamente y recargandose contra una pared. Un suspiro tembloroso salió de sus labios y sintió sus ojos humedecer, parpadeó con fuerza, tratando de alejar las lágrimas, sin éxito.

La noche anterior había llegado a la guardia tras recibir un mensaje urgente por parte del de bandana morada. Cuando llegó su sorpresa fue grande al ver a Karai ahí presente, sopresa que se transformó en preocupación al notar la ausencia de Leonardo y el sentimiento de tristeza que invadía toda la guardia.

—¿Que paso? —preguntó, las tres tortugas presentes intercambiaron miradas con pesar antes de dirigirse a la pelirroja.

Será mejor que te sientes, esto va para largo... —le habían dicho, y ella obedeció.

Y fue entonces cuando le soltaron esa bomba de información; la había tomado desprevenida, en ningún momento llegó a creer que algo así pasaría. Miró a Miguel Ángel, Rafael, Donatello y finalmente a Karai, rogando con la mirada de que eso solo se tratará de una mala broma, pero al ver cómo todos desviaban la mirada hacia el suelo y al ver cómo el de bandana naranja comenzaba a sollozar, supo que era real.

Leonardo había sido mutado, otra vez. Se había convertido en una serpiente, había atacado a Splinter, había huido.

Con una mano sostuvo el mango del paraguas y con la otra se secó las lágrimas traicioneras.

Todavía seguía sin aceptar que Leonardo ya no era Leonardo, porque era verdad; todo lo que el fue una vez había cambiado, sabía que ya no iba a ser capaz de reconocerlo y probablemente el tampoco la reconocería a ella.

Suspiró, pasándose la mano por la cara y negando. Había salido a caminar con el propósito de despejar sus pensamientos, pero solo había logrado empeorarlos y preocuparse aún más por la situación.

Solo esperaba que en dónde estuviera Leonardo, estuviera bien.

[ . . . ]

El agua del charco salpicó contra su cuerpo. Se deslizó con agilidad y se escondió rápidamente tras unas bolsas de basuras.

Siseó, enrollando su cuerpo contra el mismo, sintiéndose incómodo por la humedad del lugar y la fría brisa que estaba haciendo.

Escaneó con la mirada el nuevo callejón que había encontrado como escondite e hizo una mueca. Estaba cansado, tenía frío y la cabeza le dolía horrible; gritos y extrañas voces resonaban en su cabeza, y cuando cerraba los ojos lo único que podía ver era verde y azul.

Resopló, recostandose sobre una de las bolsas de basuras. No podía recordar casi nada de la noche anterior, solo escuchaba gritos y lo único que llegaba a su mente era la imagen de esa extraña rata gigante siendo asfixiada por el.

Su boca supo amarga y sintió una extraña opresión en su pecho al pensar en eso, ¿Quien era esa rata? Cerró sus ojos, tratando de recordar. Gimió cuando sintió un dolor punzante en la parte trasera de su cabeza y volvió a abrir los ojos.

Suspiró tembloroso, dejando caer su cabeza de lado y tragando saliva. Estaba muy cansado y adolorido, y tratar de recordar solo empeoraba las cosas. Volvió a mirar a los alrededores, sintiendo algo de alivio al no ver a ninguna persona.

Tal vez dormir le ayudaría.

[ . . . ]


El distante eco del agua goteando de la alcantarilla pareció relajarla.

Karai suspiró, pasando sus dedos con delicadeza por el mesón de la cocina y limpiando de paso un poco de polvo. Miguel Ángel estaba concentrado en su misión de hacer el desayuno, más no parecía ser el.

Ella sabía que todos estaban pasando por un momento difícil, y es que, ¿Cómo no? Luego de lo que había pasado la noche anterior un amargo sabor se había instalado en la boca de Karai. Sabía que era su culpa, después de todo, ella fue quien insistió en vengarse de Destructor y cayó en su trampa.

Pero el colmo más grande de todos era que, Leonardo, uno de sus hermanos, fue quien terminó pagando las consecuencias de sus actos.

Apretó sus puños con fuerza y frunció el ceño, sintiéndose impotente ante la situación que se estaba presentando, pero ya no había nada más que hacer, Leonardo ahora era una serpiente y había huido a Dios sabrá dónde.

—Hey, Karai —la voz del pecoso la sacó de sus pensamientos, dirigió rápidamente su mirada hacia el de bandana naranja. —Tu... Eh, ¿Cómo te gustan los panqueques?.

Oh, cierto, el desayuno. Se le hacía curioso tener "la comida más importante del día" a la una de la tarde, pero no sé quejaba.

—Mm... No estoy muy segura —dijo, mirando al chico y jugueteando con sus pulgares. —Como a ti te parezca mejor.

El pecoso pareció dudar por un momento antes de asentir y volver su atención al sartén. Karai sabía que el estaba haciendo su esfuerzo para comunicarse con ella -y tal vez también para despejar su mente de todo el asunto de Leonardo-, y apreciaba eso.

Luego de todo lo ocurrido la noche anterior el rechazo de Donatello y Rafael hacia su persona fue bastante obvio, y no los culpaba, después de todo ella era más como una intrusa en su hogar, una intrusa que había sido la razón del porque el mayor de los cuatro ya no estaba ahí. El único que había hecho el intento de dirigirle la palabra o intentar relacionarse con ella era Miguel Ángel.

—Y, eh... —el chico volvió a tomar la palabra, insistiendo en lograr tener una conversación con ella y que durará más de unos míseros segundos. —¿Cuál es tu tipo de pizza favorita Karai?.

—No sabría contestarte bien a esa pregunta —dijo desviando la mirada. —No he probado así que digamos la pizza, así que... Realmente no sé.

—¡Estás bromeando! —Mikey se alejó de la estufa y quedó justo enfrente de ella. —¡Ningún hermano mío...! o en este caso hermana- ¡... Puede no saber cuál es su pizza favorita! —exclamó, levantando sus brazos y haciendo una expresión como si el hecho de que ella no supiera cuál pizza prefería más fuera la mayor tragedia del mundo. —Ya se que haremos está tarde: probar pizzas, ¡Así sabrás cuál es tu favorita!.

Karai sonrió levemente, era increíble ver cómo a pesar de todo lo que estaba pasando Miguel Ángel seguia siendo él. Aunque aún así ella podía notar el leve brillo de tristeza en los ojos del chico, Karai realmente admiraba esa capacidad para seguir adelante.

—Me parece una buena idea —dijo sonriendo levemente y Mikey hizo un pequeño festejo.

Sabía que salir de esa situación y el proceso que iba a vivir para adaptarse a su nueva vida sería difícil, pero era lindo ver qué no estaba sola y tenía a alguien con quién hablar.

𝐒𝐚𝐩𝐩𝐡𝐢𝐫𝐞 𝐁𝐥𝐮𝐞 | TMNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora