POV. Laura
Sus besos en mi cuello me estaban matando.
-Kevin, basta. Sabes que tengo que irme, a él no le gusta que llegue tarde-. Comente apartandolo un poco.
-Solo un rato más-. Hizo un puchero.
-Ya llevo mucho tiempo aquí.
-Bien, te llevo?-. Se puso de pie no muy contento.
-Si Kevin, por favor-. También me puse de pie.
Tomados de la mano salimos de su edifico camino a su auto.
La mayor parte del camino la pasamos entre besos y caricias.
-Aquí esta bien, Kevin.
Comente a una calles del fraccionamiento de mis suegros.
-No quieres que te acerque más?
-No está bien así, no quiero que el vigilante nos llegue a ver y le diga a Ricardo o a sus papás.
-Esta bien, cuídate mucho.
-Sabes que si.
Nos acercamos a besarnos de la manera más desesperada. Pero no sabia cuando más podría escaparme con el de nuevo.
Baje de su auto y comencé a caminar, de camino iba arreglando mi ropa y maquillaje.
Llegue hasta el fraccionamiento y el vigilante me dejo pasar sin preguntar nada.
Camine un poco más hasta la casa de mis suegros donde ya me esperaban.
Toque el timbre y espere a que me abrieran.
-Hola, cielo-. Saludo mi novio.
-Hola-. Nos dimos un corto beso.
-Pasa, por favor.
Y así lo hice, su mano se posó en mi espalda baja guiándome hasta la sala de la casa.
-Querida-. Saludo falsamente mi suegra.
Me acerque a darle un beso en la mejilla.
-Llegas tarde-. Recalcó.
-Ah si, solo que los proyectos en la universidad me están matando y ni se diga de los casos en el despacho-. Comente mintiendo.
Sonreía internamente ante esos dichosos "proyectos", en mi mente solo estaba Kevin.
-Ya me imagino-. Hablo de nuevo.
-Bueno, pero pasemos al comedor-. Comentó ahora mi suegro.
Todos acatamos su orden y nos dirigimos al comedor.
Durante la comida se sentía el ambiente tenso e hipócrita, mi suegra se la vivía criticandome. Ante sus ojos no podía hacer nada bien y era algo que comenzaba a hartarme.
Lo que más me molestaba era que mi novio no hiciera nada, solo era un niño manejado por su madre. No sería nada en la vida sin sus padres.
-Y cuando te graduas?
-En seis meses, suegra.
Sabia perfectamente que le molestaba la universidad en la que estaba solo porque no era de paga.
-Por fin saldrás de ese mugrero-. Comentó en un susurro lo suficiente fuerte para que escuchara.
El ambiente cambió y se hizo un silencio incómodo. Mi apetito se había esfumando.
La cena se extendía cada vez más y se hacia aún más aburrida. No podía meterme a la platica porque inmediatamente mi opinión estaba mal, según mi suegra.