PRÓLOGO

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Era un día soleado y tranquilo, los pájaros cantaban una dulce melodía, los cachorros corrían por el suave césped, las hojas de los árboles se mecían por la cálida brisa otoñal...así eran todos los días en el valle de Mencon, un valle situado al norte de Lentritch, conocido actualmente como Londres gracias al gran conquistador europeo del siglo IV, Ghilbert Londonshen III. La paz reinaba por el valle hasta que un caballo negro puso sus sucias pezuñas en el verdoso césped del valle, dejando tras de sí un recorrido de huellas de caballo con barro. El caballo estaba montado por un jinete con armadura de acero negro, proveniente de Hicarz, un reino élfico. La armadura no estaba en el mejor estado imaginable, estaba llena de ralladuras y le envolvía una fina capa de mugre y barro. En la corza llevaba el escudo de la familia real del reino de Pelonen. Pelonen era un reino situado al norte de la Cordillera Gentenson. Digo era porque hace unos... 1300 años hubo una guerra (posiblemente la más famosa y sangrienta de la historia) entre los enanos y los humanos. La batalla estuvo muy igualada, los humanos con sus defensas casi intraspasables y los enanos con su coraje descomunal. Pero entonces, los enanos, cansados ​​de luchar, llamaron a sus sirvientes boblishus, un espécimen de dragón que sirve a los enanos desde tiempos inmemorables. Estos dragones no son los dragones gigantescos y esupefuegos que os imagináis, no. Los boblishus son todo lo contrario a los dragones comunes. En primer lugar, los comunes son enormes, pero, por el contrario, los boblishus son pequeños, como unos murciélagos. Pero esa no es la única diferencia entre las dos especies, los comunes escupen fuego por sus gigantescas bocas, en cambio, los boblishus escupen ráfagas de hielo por sus diminutas bocas y petrifican con su mirada todos los que no sean de su misma especie o enanos. , y por eso solo pueden servir a los enanos... en resumen, las dos especies son lo contrario, lo único común que comparten son las alas.

Como os decía, los enanos llamaron a sus fieles sirvientes para que les dieran una victoria impecable, y, así fue. Los humanos de Pelonen no pudieron hacer nada contra esas poderosas criaturas... fue una masacre, murieron millones de habitantes de Pelonen. Las calles se tiñeron de rojo, por todas partes se pudieron ver miembros de los cuerpos de los valientes soldados que habían dado su vida por su pueblo.

Según una antigua leyenda, un guerrero formidable que murió viendo como mataban a sus dos hijos delante de él, viendo como bajaban ríos de sangre por sus caras mientras perdían el conocimiento y se caían, inertes, se alzaría de entre los muertos y su sed de venganza le llevará a vengar a su pueblo y a su familia, alzando un nuevo Pelonen más rico en poder y próspero que cualquier otro reino. Pero las cinco razas místicas (elfos, magos, orcos, humanos y enanos) buscaron por todo el reino de Asthorer, y en algunos lugares remotos de las tierras salvajes, pero no encontraron ningún superviviente, hasta ese fatídico día.

Como decía, llevaba el escudo de la realeza del reino de Pelonen, que era básicamente una cabeza de un ciervo (el animal nacional del reino) con una corona de oro decorada con ostentosas joyas de escasos centímetros en la parte superior de la cabeza del ciervo. Abajo ponía la lema del destruido reino de Pelonen. El lema estaba escrito en Potsing, el idioma oficial de Pelonen, no se alcanzaba a mucho de lo deteriorada que estaba la coraza, pero aún se podía identificar si te fijabas bien. Decía algo así como <<telem et estom, estom et telem>>, traducido en nuestro idioma sería <<vivir para morir, morir para vivir>>. Naturalmente, pocos conocían el significado de esta curiosa y misteriosa frase.

Hoy en día los historiadores no han conseguido descifrar totalmente el significado de la frase. La teoría más aceptada en estos momentos la hizo el equipo de Rofsty & CO, encabezado nada más ni nada menos que por la prestigiosa historiadora Hellen Rofsty. Dicha teoría afirma que los habitantes de Pelonen creían en el Más Allá y que cuando muriesen irían al Paraíso del hombre, un mundo donde todos viven felices, son libres, y los niños corretean por los campos verdes, bueno, eso último afirmaría que un niño pequeño ha muerto por cualquier causa. De allí lo de morir para vivir. La primera parte sigue siendo una de los grandes misterios que esta violenta y cruel historia esconde.

El misterioso caballero de la armadura negra parecía tener prisa, ya que arreaba al caballo con su fusta incesablemente. Cada cierto tiempo, giraba su gran cabeza hacía la dirección de donde venía para ver si alguien lo perseguía. Fue en la décimocuarta vez cuando pudo ver a sus perseguidores. Se trataban de tres guerreros que iban montados en caballos blancos como la nieve que cae los días de invierno. Dos de los perseguidores llevaban armaduras de huesos humanos y a la parte superior, para proteger su cráneo, un cráneo de ciervo. Tenían pintados signos arcanos en la cara y en los dedos. El tercer perseguidor llevaba una túnica blanca de seda. Llevaba colgada una media luna de oro que se balanceaba al paso del avance del caballo. Su cara era redonda y pecosa y se le notaba mucho el cráneo. No tenía pelo ya que se lo había cortado al ser nombrado como sumo sacerdote del templo de Torson. Torson era un reino conocido por la gran torre de hechicería. Allí se reunían las mentes más prodigiosas y deliberaban sobre temas bélicos y religiosos. A veces se hacían demostraciones de poder o simplemente quedaban para beber alguna que otra cerveza de mantequilla y atiborrarse de pan ácimo y carne de corderos que se criaban en los ásperos prados de la Cordillera Gentenson.

Los caballeros con armadura de huesos perseguían a nuestro caballero como si les fuera la vida en ello. Después de un rato con la persecución, el caballero misterioso sacó una pequeña bolsa de cuero de la alforja que estaba atada con una cuerda a su caballo. Esa pequeña bolsa de cuero contenía unos polvos amarillos. El caballero misterioso agarró una brizna de estos y los tiró por encima de su hombro. Los polvos volaron formando un arco perfecto. Mientras los polvos caían en dirección al suelo soltó unas palabras en el idioma arcano antiguo, ese que hablaban los primeros magos y solo los más viejos conocen, ese que fue utilizado para crear Asthorer...

- Setho paral mesten, volad pequeños polvos y trocaos en la criatura que os forjó. Servid a vuestro amo y señor- su voz era suave y autoritaria.

Inmediatamente, hubo un gran resplandor que cegó por un rato a los caballeros y al sacerdote de Torson. Cuando abrieron los ojos, su piel se tornó color blanco pálido. Ante ellos se encontraba una gran serpiente que surgía de las profundidades del suelo. Debía de medir unos cinco metros o más y tenía unas alas que revoloteaban en su larga espalda. La serpiente no parecía real, como si fuese una mera ilusión, pero no era así. Rápidamente, la serpiente se abalanzó contra sus víctimas. Estos rompieron su perfecta formación de triángulo e intentaron rodear a ese monstruo. Los dos con armadura de huesos sacaron lanzas también echas de huesos. El sacerdote sacó un arco. El lomo de este arco eran costillas de hombres y mujeres. Los caballos corrían en círculos, rodeando a la serpiente. El primero en atacar fue el sacerdote, que lanzó una flecha de hueso hacia el corazón de la enorme serpiente. Para sorpresa de todo, la flecha atravesó la serpiente, como si no hubiera nada allí, y lo único que cortó fue el aire con un agudo silbido. El sacerdote no tuvo tiempo para reaccionar, ya que la serpiente, con un movimiento hábil y delicado se abalanzó contra uno de los caballeros con armadura de huesos. Este no tuvo tiempo para esquivarlo y la serpiente lo engulló en un par de segundos. El caballero con armadura de huesos restantes, golpeó su caballo y este dio media vuelta y corrió en dirección contraria a la de la gigantesca serpiente. El sacerdote, al ver estos hechos, se rindió y escapó de la serpiente porque sabía que él solo no podría luchar contra esa monstruosidad. Había sido creada mediante la magia antigua. <<Si ese es el guerrero del que habla la profecía, vamos a perder muchos hombres y mucha sangre será derramada en nombre de los reyes y las naciones>>, se decía el sacerdote mientras escapaba de la serpiente.

Después de que el sacerdote escapara, la serpiente se desvaneció y quedaron otra vez los polvos amarillentos. El caballero misterioso se encaminó hacia su caballo, subió a él y emprendió su viaje hacia los confines del mundo, las tierras salvajes.

Había escuchado historias sobre las tierras salvajes, donde ningún hombre, criatura o ente se ha atrevido a viajar. Las tierras salvajes eran pequeñas islas que se encontraban más allá de los dominios de Asthorer. No sabía que se encontraría allí, pero tenía una corazónada, una pequeña corazónada de que ese viaje sería productivo. 

La Odisea de HikyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora