Capítulo 35: Falsas esperanzas.

63 11 2
                                    

Ingreso en el territorio de los licántropos e inconscientemente aprieto el volante con fuerza, dominada por los nervios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ingreso en el territorio de los licántropos e inconscientemente aprieto el volante con fuerza, dominada por los nervios. Enseguida sospecho que tras el incidente de la vez pasada, Caleb ha dado la orden de dejarme pasar, pues pese a que intuyo la figura de un grupo de lobos siguiendo la camioneta a los costados de la carretera, nadie intenta cortarme el paso.

Agradezco que sea tan previsor, pues ya está resultando lo suficientemente difícil venir hasta aquí. Solo confió en que Hugo se mantenga cerca de Sedrik y le ayude a controlar su genio alrededor del círculo. Ojalá hubiera podido hablar con él, explicarle la situación al detalle y advertirle sobre el estado mental del príncipe, pero tuve que marchar a toda prisa del castillo.

Sobre todo, porque Sedrik no le dirá la verdad, pues pese a considerarle un amigo y fiel aliado, odia que se preocupen por él. Intento ahuyentar las horribles posibilidades que llevan consumiéndome desde que nos despedimos y me aferro a la esperanza de que todo saldrá bien, pese a lo poco realista que resulta. Llego a la extensa baya que delimita la reserva y aparco a un lado, insegura de como van a recibirme.

He pasado días rehuyendo las llamadas de mi familia, ignorando sus peticiones de aparecer por aquí y de la noche a la mañana, cambio de actitud. Esto no va a ser nada fácil de explicar. Salgo y tomo mi pequeña bolsa del asiento trasero, consciente de la mirada escrutadora de los lobos entre los árboles. Sedrik no dejo de insistir en que un chofer me acompañara hasta aquí, pero cosas como esta, confirman que tome la decisión correcta.

Es evidente que Caleb quiere proteger a la manada a toda costa, por ende, la hostilidad por parte de los vigilantes que mantiene apostados a lo largo y ancho de su territorio. Estoy causando suficiente revuelo al aparecer sin avisar, así que es mejor no llegar acompañada de otro intruso desconocido. Soy solo yo y mi andrajosa camioneta.

Cruzo los enormes tótems que tanto me fascinaron a mi llegada por primera vez, cuando creí que me instalaría con mis tíos por un corto periodo. De eso parece que ha pasado una eternidad, pero la incomodidad, continua latente. Aunque Caleb se esfuerce, la manada es reticente a acogerme.

Por suerte, la mayoría del odio se ha desvanecido y solo me contemplan con resignación, acostumbrados a verme pulular en ocasiones por estos lares. Exhalo un suspiro, mientras camino hacia la cabaña, cuando capto a Lisa a lo lejos, prendida del brazo de Jack. Él discute algo que, por su expresión y los gestos que emplea, parece importante, mientras ella lo contempla con cierta fascinación mal disimulada. No obstante, detienen la charla cuando el viento les hace llegar mi marcado olor humano.

—¡Beth! —exclama Lisa, entusiasmada, corriendo para recibirme. Jack se disculpa con los muchachos y sigue a su pareja, con una expresión no tan alegre.

—Hola —digo, aceptando su cariñoso abrazo de buena gana. Jack me saluda con un cabeceo respetuoso, manteniendo las distancias.

Aún le agradezco lo que hizo por Sedrik y por mí, tras el incendio. Pero comprendo que su postura es realmente comprometida, ahora que es el beta. No me puede ver solo como la prima de su pareja. Soy la prometida del príncipe de los vampiros, que acaba de ingresar a la reserva sin explicación aparente.

Frenesí - Criaturas de la noche III.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora