𝗧𝗲𝗿𝗰𝗲𝗿𝗮 𝗥𝗮𝘇𝗼́𝗻: 𝗣𝗼𝗿 𝗲𝗹𝗹𝗮, 𝗽𝗼𝗿 𝗬𝗲𝗼-𝗿𝗲𝘂𝗺.

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1988

  Parecíamos tener a la mala suerte de nuestro lado. Mi boca se secó en el momento que escuchamos la noticia, por el rabillo de mi ojo pude ver como te habías puesto pálido. Nadie habla, parece que el respirar es prohibido para nosotros. Solo cuando me animo a mirarte, dices algo.

—Con un carajo.— murmuras por lo bajo y todo a nuestro alrededor parece detenerse. Yo quiero formular algo, pero mi boca parece no poder hacerlo.

   Mi mirada no se mueve del televisor, los músculos de tu cuerpo se tensan y cuando logro acomodar el desorden de mi mente se me ocurre una idea.

—Hay que protestar.— me animo a decir y pasan unos segundos hasta que me respondes asintiendo.

—Solo somos dos.— respondes pero no nos miramos, parecemos títeres viendo las imágenes de la prisión.

—En realidad somos más de lo que parecemos.— respondo con cierta seguridad, no sé si para tranquilizarte o para tranquilizarme a mi. Pero eso logra solo una cosa, que me mires. Yo luego de unos momentos te miro.

—¿Para que soy bueno?— me preguntas mirándome a los ojos. Hay un tinte de desespero en ellos y siento que se me retuerce el estómago, es como si la posibilidad de darte paz se me escapase por la punta de los dedos y mi ser se aferrase a ella hasta con los dientes.

  Yo solo me limito a no caer en la cordura y respondo corta y sencillamente: —Carteles.

   No nos volvimos a ver en unos días, la madre de Yeoreum me había llamado, fue la primera vez que lo conocí a él, a Min Kyu. El abogado defensor que ella había contratado. Puede que te cuente más de él si mi muñeca lo permite. Me tomó varios segundos darme cuenta que estábamos frente a una especie de conspiración en un crimen. Min Kyu me explicó que no era la primera vez que la prensa ocultaba reportes de falsos diagnósticos de Kim Yeonso.

—¿Aprietes?— pregunto porque parece que es lo más probable, y él me asiente.

—Si hubo falsos diagnósticos para reducir condenas, entonces si. Si los ciudadanos viesen esos reportes, él y los involucrados volverían a la cárcel. En realidad, puede que bajen la condena y los manden a un psiquiátrico, en cuestión de meses podrían estar libres. Así es la ley lamentablemente. Solo necesitamos una prueba, algo, un testimonio, lo demás caerá por su mismo precio.— el abogado se toma el tiempo de explicarnos cómo es que la ley de Corea en esos tiempos se manejaba, el tema de los feminicidios todavía era tabú. Y con más razón esto.

—¿Pero quién querría mandarlo al frente si prácticamente le bajó la condena?— pregunta la madre de Yeoreum, YeoSoo.

—Un mal diagnóstico, sobredosis por recetar sin límites. Hay miles de formas, no pudo haber trabajado solo en la cárcel toda su vida.— ejemplifica. Yo me digno a escuchar.

—Tengo un pase de prensa, mi jefe me lo dió.— murmuro luego de un tiempo. Lo saco de mi mochila y se lo muestro. —¿Cree usted que nos servirá de algo?

—No, por ahora no. No servirá de nada apretarlo, solo nos ganaremos enemigos. Estoy seguro que bajo tanto trato, debe haber dinero de por medio. Mucho dinero. Nadie se queda tan impune tanto tiempo. O el director de la cárcel se lleva algo de comisión, o es que todos son demasiado estúpidos para actuar.— la idea no suena mala en mi cabeza, Min Kyu tenía razón. Si me meto ahora puede que le dé tiempo al doctor a crear cuartadas para librarse o eliminar pruebas que lo condenen.

   Yo solo asiento y cuando todo queda pactado, decido retirarme. Ese día estaba bastante nublado, como mis pensamientos. Me toma varios segundos divisarte a lo lejos, esperabas el mismo bus. Era de noche.

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⏰ Última actualización: Oct 31 ⏰

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𝗧𝗥𝗧𝗟𝗬𝗚: 𝗧𝗲𝗻 𝗥𝗲𝗮𝘀𝗼𝗻𝘀 𝘁𝗼 𝗟𝗲𝘁 𝗬𝗼𝘂 𝗚𝗼 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora