CAPÍTULO 3. Cómo vivir en el mundo (Los jóvenes de la Biblia)

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Caso 1.

Cuando dar no es lo mismo que ofrendar

(Lo que no se quema de Caín)

"pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya..."

Génesis 4.5

Tal vez algunos de los personajes bíblicos que más pudieran "envidiarse" serían sin duda alguna Caín y Abel. ¿Por qué? Imagínenlo: ellos conocieron de la mano de uno de los principales actores la historia de los comienzos. Ellos supieron el color y la forma del fruto prohibido y el aspecto que tenía la espada flamígera que guardaba el camino al árbol de la vida. Si alguien se ha preguntado: ¿alguna vez las serpientes caminaron? no fueron ellos, porque conocían la respuesta.

Fueron educados por quien antes de pecar era la mente más sabida de toda la historia. Conocieron a los animales carnívoros cuando todavía eran herbívoros (Génesis 1.30) y seguramente, jugaron escondiéndose entre el vapor que cada mañana subía de la tierra por mandato divino para que al ser condensado por la luz del Sol se convirtiera en el rocío que regara a una tierra recién maldecida.

Si alguien conoció por primera vez la vergüenza ese fue su padre Adán (Génesis 3.10). Caín y Abel fueron educados por Adán y Eva. ¿Quién mejor que ellos para hacerles entender lo que sucede cuando no se obedece? ¿Quién mejor que sus padres para poder fijar en sus mentes el concepto real del Dios que por amor y protección ordena? ¿Quién mejor que Caín y Abel para poder estar al tanto de Dios y de su perdón?

Pero algo pasó.

Al paso de los años los niños se volvieron hombres y cumpliendo la costumbre seguramente enseñada por sus padres trajeron ofrendas a Dios (Génesis 4.1-3), Caín y Abel sabían que Dios requería ofrendas y Caín ofrendó primero debido al privilegio de ser el primer nacido. Abel ofrendó inmediatamente después, pero, algo pasó. Algo no está quemándose bien en el altar de Caín, y eso desagradó a Dios.

Te recomiendo leer los siguientes pasajes en tu Biblia: Hebreos 11.4; 1ª. Juan 3.12 y Judas 11.

El camino de Caín.

Algo no se está quemando bien en el altar de Caín.

Dios no miró con agrado a Caín por la misma razón que hizo que Caín más tarde en represalia matara a su hermano Abel: porque sus obras eran malas (1ª. Juan 3.12). Aquí, tenemos una buena lección de vida: cuando las obras de alguien son malas, su corazón es malo. Caín se enojó y Dios le dio una respuesta:

- El pecado está a la puerta de tu corazón Caín y tú decides o no abrirle la puerta.

Caín abrió la puerta de par en par.

Ya con la puerta abierta, entró el resentimiento en Caín que convirtió su desagrado en odio, el odio pronto se convirtió en ganas de lastimar y de herir, de hacer sufrir y esas ganas las derramó en el lugar equivocado: su hermano y en consecuencia, Abel murió. La muerte de su hermano le fue demandada por Dios (Génesis 4.10). A cambio, Caín dio una débil excusa: "¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" la cual no tuvo efecto alguno sobre la omnisciencia de Dios quien lo marcó de tal manera que esta marca lo acompañó durante toda su vida (Génesis 4.15).

Idea Juvenil 12.

Aquellos cuyas obras con malas siempre tendrán una marca. Esa marca es que, a donde vayan siempre tendrán problemas porque ellos son el problema.

Ambos, Caín y Abel sabían dar, pero solo Abel sabía ofrendar. El acto de ofrendar para Abel se convirtió en una experiencia espiritual de encuentro con Dios mientras que, para Caín, las ofrendas se convirtieron en una costumbre. Caín daba solo el producto de sus manos, pero Abel, a todo esto, le añadía el corazón.

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