¿Malas mariposas...?

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“Bad, bad, butterflies in my chest...”

Sana

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Sana

En algún punto de mi vida supe que iba a encontrar el amor; no sabía cuando, no sabía cómo, pero tenía certeza de que sucedería. A cada avión que me subía, cada ciudad que visitaba y cada calle que recorría con interés me preguntaba si era allí donde conocería a esa persona que me haría darme cuenta que el amor no era una fantasía como muchas de mis amigas en Japón aseguraban. Claro, ellas después de tantas decepciones con los hombres vociferaban esto.

Pero yo no era el tipo de mujer que buscaba amor en los brazos de un hombre. Sinceramente, nunca había sido capaz de eso, porque siempre supe que mi corazón era demasiado noble para terminar a disposición de uno de ellos. Y aunque sabía cual era mi interés, nunca en mis 25 años había conocido a una mujer que estuviese en la misma línea que yo.

Claro, hasta que eso cambió una tarde mientras tomaba un café y leía un libro en la cafetería que se convirtió en mi favorita en cuestión de minutos. Lo supe por la amable mesera que tomaba mi orden con una sonrisa y un pequeño sonrojo en sus mejillas. Exactamente una semana después de visitar la cafetería casi a diario, estuve a punto de iniciar una conversación con ella, pero eso no pudo acontecer cuando otra chica tropezó con ella, causando así que aquella bandeja cayera sobre su uniforme manchándola.

Recuerdo aún las incontables disculpas de aquella chica que había tropezado, ésta llamó mi atención al instante. Su piel blanca, su cabello azabache y sus ojos grandes despertaron una sensación de ternura en mí, más cuando ella me miró sonrojada mientras intentaba limpiar el desastre sobre la ropa de la mesera, la cual susurraba que estaba bien. Y después de un par de palabras repetidas, escogimos otra mesa juntas y fue así como todo inició.

Hirai Momo se convirtió en mi novia, la primera en tratarme como siempre imaginé. Era cursi, tal vez demasiado. Era muy romántica, cariñosa, creo que usar la palabra complaciente también encajaría aquí. Era respetuosa, educada, comprensiva y divertida. Por supuesto, también era muy hermosa, de pies a cabeza ella era una belleza.

Con ella aprendí a conocer cada rincón de aquella ciudad. Visitamos cada cafetería, cada restaurante, cada antro, cada parque, cada mínima atracción. Con ella entendí que la vida corría muy rápido, y que debíamos aprovecharla antes de que todo se esfumara. A su lado, todo parecía perfecto, y de verdad desde que la conocí tuve la sensación de que ella era la definición de dicha palabra. No me era fácil confiar en cualquier persona, pero con ella podía hacerlo a ojos cerrados sin titubear.

Los primeros meses fueron lo más cercano a una película de romance. A veces sentía que era demasiado bueno para ser real, o que quizás ella se terminaría cansando de mí. Pero, ¿quién diría que todo sería al revés? Nunca lo creí posible, pero bien se dice que incluso nosotros mismos podemos sorprendernos con nuestras propias acciones. Y es aquí cuando inicia lo que yo catalogo como: «La pesadilla de las malas mariposas».

Damn Butterflies |MISAMO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora