Leonardo tardó mucho en recordar lo que había pasado la noche anterior. Al levantarse, lo primero que sintió fue un intenso dolor de cabeza. A pesar de no haber bebido mucho, su cuerpo siempre decidía castigarlo de mala manera después de una noche de fiesta.
Alguien le había dejado un vaso de agua y una pastilla en la mesa. Se la tomó, dejando que bajara por su garganta al mismo ritmo que el sudor bajaba por su frente. El ventilador no se movía y las ventanas, que a pesar de estar abiertas, parecían no dejar entrar el cálido aire que venía de fuera.
Leonardo se quedó mirando la rama del árbol que prácticamente entraba por su ventana, imaginando a Donnie trepando por el para poder entrar.
Donnie...
Un sudor frío recorrió todo su cuerpo, haciendo que sus hombros temblaran a la vez que sus ojos se abrían de par en par.
Leonardo deseó que todos los recuerdos que le estaban pasando por la mente no fueran más que su imaginación, un sueño. Pero cuanto más recordaba, más sabia que todo habia ocurrido de verdad.
—Mierda... —murmuró repetidas veces, frotándose los ojos.
Donatello se había ido, y eso podía significar muchas cosas. Todas las peores opciones se paseaban por la cabeza de Leonardo, haciéndole esperar lo peor.
Cuando la pastilla empezó a hacerle efecto, se levantó de la cama y se dirigió a la casa de sus vecinos. La madre de Donatello no tardó mucho en abrir la puerta.
—Buenos días. —saludó Leonardo, escondiendo sus nervios tras una sonrisa.
La madre del morado sonrió de vuelta, pero no se movió del sitio. Leo sintió un nudo en su estómago. Siempre lo dejaban entrar cuando lo veían.
—¿Está Donnie?
—No, se ha ido con unos amigos.
Leo se rió. Todos los amigos que tenían eran mutuos, y Leonardo sabía que no habían planeado nada.
—Sólo quería asegurarme si esta bien. Ayer bebió bastante.
La madre de Donatello suspiró y miró al suelo sin perder la sonrisa. Su cuerpo estaba apoyado contra el marco de la puerta, y su brazo reposaba paralelo al suelo, tapando la visión de Leo.
—Donnie está bien, Leo. Gracias por pasarte.
—No, pero... Solo quiero charlar con él un rato.
—Leo... Él no quiere verte ahora mismo.
Hubo un silencio que pareció durar una eternidad. De golpe, Leo se sintió pequeño, vacío y confuso. La madre de Donatello pareció lamentar sus palabras al instante y suspiró.
—Estoy segura de que se le pasará, no es la primera vez que pelean, ¿no?
—¿Pelearnos? Pero nosotros no-
—Le diré que has pasado, Leo. Gracias por venir.
La mujer cerró la puerta, dejando al joven de bandana azul en el porche con la mente en blanco y una creciente sensación de ansiedad en el pecho.
Donnie le había dicho a su madre que habían peleado, ¿qué quería decir eso? ¿Lo había odiado? ¿Se lo diría alos demás? O peor aún. ¿Iban a dejar de ser amigos?
Leonardo sintió que sus pies le pesaban como si estuvieran hechos de piedra mientras volvía a su casa. El sol parecía abrasar más de lo normal, y la carretera se veía borrosa por culpa del calor.
Nada más entrar en su casa, Leonardo sintió su teléfono vibrar en su bolsillo. Su pecho parecía estar llenándose de una extraña presión que hacía que le costara respirar a la vez que un zumbido invadía su cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Great Mistake | Leotello
RomanceEse verano iba a ser como cualquier otro. Leo y Donnie estaban acostumbrados a pasar las vacaciones juntos. Después de todo, llevaban siendo amigos toda la vida. Ambos tenían planeado salir de fiesta, pasar los días juntos y bañarse en la piscina...