I: AFRODISÍACO

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"Yo fui mejor amante que marido, lo sabe Cupido, él fue mi cárcel también fue mi nido."

En su cabeza la duda empieza a surgir cuando a sus treinta y nueve años, su esposo ya no lo besa. Nunca ha sentido la necesidad de ser el centro de alguien más, porque a esa altura él mismo considera que se siente completo. Su belleza es destacable, ha hecho todo lo que ha querido, trabaja en el empleo de sus sueños y vive de forma plena. Esa mañana, susurra palabras que nunca ha sentido antes, dudas, y más dudas que escalan a volverse miedos.

"¿Dónde están las llaves, Jungkook?" Mingyu dice, él se da media vuelta, mientras arregla sus cabellos largos, delicados y bonitos.

"Siempre lo dejas en el bolsillo de tu bolso del gym, cariño" sus labios están secos cuando se ve en el espejo y cuando una sonrisa se dibuja en esos cerezos, una pequeña arruga se instala entre sus labios y mejilla.

Su corazón salta y sus manos tiemblan. "Mi amor" llama, y se gira una vez más, sus ojos tiritando cuando su esposo, su alfa, no le mira.

"¿Hm?" murmulla, colocándose el saco negro y mirándose atento en el espejo, solo a él.

"¿Crees que me veo bien hoy?" Mingyu levanta una ceja y una sonrisa media se pinta en sus labios, pero no una alegre, Jungkook nota la burla en el.

"Otra vez con eso, preguntaste lo mismo ayer" Jungkook abre la boca para decir algo, pero solo se limita a darse la vuelta una vez más, sus ojos de luna volviéndose lagunas ante la pena que cala en su corazón.

No llora, odia llorar, odia que Mingyu lo vea sensible porque todos esos años de matrimonio ambos han sido igual de independientes, igual de alejados, igual de rotos.

Aunque él, siendo un omega de su clase, uno tan bonito y amoroso, no se entrega a sus instintos, la vulnerabilidad es un pecado en esa biblia propia que se ha escrito en sus miedos más profundos. Mingyu nunca ha sido violento con él, tampoco ha dicho cosas malas, pero él, en sus tormentas, cree que un alfa lo podría humillar por el simple hecho de verse vulnerable, y primero muerto que dejarse domar por un alfa, lo odia.

"Nos vemos esta noche, Jungkook, tengo mucho trabajo que hacer, así que no vendré a cenar"

Jungkook niega, aplicando bloqueador sobre sus mejillas, atento a su reflejo, cerrando un poco su camisa cuando él se acerca.

"Voy a salir esta noche, con mis amigos, nos vemos mañana, Mingyu"

El alfa levanta ambas cejas, pero no dice nada, palmea el hombro de Jungkook y él quiere romperle los dedos por tratarlo como si fuera... un amigo más, lo detesta. Se limita a soltar un suspiro, escuchando la puerta cerrarse detrás de él. En su soledad, ese muro de vida que se ha puesto se desborda, lanzando todo al piso lo que había sobre el tocador, sus ojos brillando en lágrimas que contiene aún, y respira profundo, levantándose para volver a esa fachada de un matrimonio feliz.

El trabajo ha sido pesado esa mañana, llenándose de cosas por hacer para que esas dudas no lo nublen, su aroma tomando un ápice amargo. En la oficina todos se han dado cuenta de que el jefe está de mal humor, porque parece una nube rodeada de tormentas y se siente, se huele.

"Si vas a estar así, quédate en casa, apestas a que no te follaron anoche" escucha en la puerta y sostiene la taza para lanzarlo hacia esa voz que conoce bien.

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