Capítulo 14

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Sin la presencia de Jungkook en la escuela, el dolor de Taehyung se volvía insoportable, como una losa en su pecho. Las noches eran un tormento. Las lágrimas brotaban en la oscuridad, tragándolo la angustia mientras sus sollozos resonaban en soledad.

Cualquier intento de concentración era interrumpido por el dolor, como si estuviera atrapado en un laberinto. Levantarse de la cama se convertía en una batalla, y en sus momentos más oscuros, se preguntaba si alguna vez escaparía de esa espiral de sufrimiento.

Mientras tanto, Jungkook, ajeno a la tormenta emocional de Taehyung, enfrentaba sus propios demonios. Su dolor, no solo emocional, se manifestaba como una fiebre intensa que lo dejaba exhausto. Una noche, su madre lo encontró inconsciente en su habitación, atrapado en su tormento. La preocupación se apoderó de ella, y junto con el padre de Jungkook, lo llevaron al hospital en un frenético apuro. Cada segundo contaba; la angustia se reflejaba en sus rostros, mientras el miedo de perder a su hijo se convertía en un grito silencioso que resonaba en sus corazones.

La doctora, al examinarlo, frunció el ceño y, con voz grave, reveló la devastadora verdad: el lobo alfa de Jungkook, al haber sido rechazado por su omega, había decidido "morir". Aquella declaración cayó como un rayo, desatando un torrente de terror en su madre.

—Jungkook, debemos hacer algo. Estás en peligro, ¡necesitamos llamarlo! —insistió su madre, su voz temblando de ansiedad y desesperación.

—No, mamá. No podemos molestar a Taehyung. Él necesita espacio —susurró Jungkook, débil, luchando contra el dolor que lo desgarraba, mientras su corazón se sentía cada vez más frágil.

—¿Pero qué más podemos hacer? Tu vida está en riesgo. ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados! —exclamó ella, su preocupación brotando como un torrente desbordante, incapaz de contener la angustia que le consumía.

—Lo sé, pero no podemos forzarlo. Confío en que encontrará su camino de regreso. Por favor, confía en mí —respondió Jungkook, con un hilo de voz, aferrándose a la esperanza de que el amor que compartían, aunque herido, aún pudiera guiarlos de vuelta a la conexión que una vez los unió.

La preocupación llenaba la casa de los Jeon. Jungkook, convertido en una sombra de sí mismo, había perdido toda fuerza y apetito. Sus padres, desolados, se turnaban para cuidarlo, cada gesto un intento desesperado por mantenerlo aferrado a la vida.

Jungkook intentaba aferrarse a su autonomía y decidió darse una ducha solo, esperando que el agua caliente lo revitalizara. Sin embargo, la fatiga lo dominaba; al acercarse a la bañera, sus piernas tambalearon peligrosamente. Un mareo repentino lo golpeó, haciéndolo perder el equilibrio y caer al suelo con un golpe sordo. Su cuerpo temblaba de debilidad y agotamiento, y la caída lo dejó aturdido, abrumándolo con la dura realidad de su estado.

En ese instante, la puerta del baño se abrió con un chirrido y su padre apareció, su rostro reflejando preocupación y miedo. —¡Jungkook! —exclamó, apresurándose a su lado—. ¿Estás bien? Sin dudarlo, lo levantó con manos firmes pero suaves. El corazón de Jungkook latía desbocado, entrelazando temor y vergüenza por su fragilidad. —No quiero ser una carga —murmuró, sintiéndose expuesto y vulnerable. Pero el calor reconfortante de la mano de su padre en su hombro le recordó que, a pesar de la oscuridad que lo rodeaba, no estaba solo en su lucha.

Momentos después, en su habitación, Jungkook enfrentaba una tarea que, aunque simple, se sentía abrumadora: vestirse por sí mismo. Cada movimiento era una batalla contra la fatiga que lo envolvía, y cada prenda se convertía en un recordatorio de su voluntad debilitada.

Con manos temblorosas, se esforzaba por deslizar una camiseta sobre sus hombros. El tejido parecía pesar toneladas, cada fibra resonando con su fragilidad. En ese instante, su madre entró en el cuarto, el corazón apretado por la preocupación al observar a su hijo luchar.

DILEMMA | KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora