¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
❛ ASTERIA DAUGHTER OF ARTEMISA ❜
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━ DESPUÉS DE TANTOS MILENIOS ARTEMISA HABÍA DECIDIDO CREAR A UNA NIÑA.
En las noches más oscuras, cuando el cielo parecía una cúpula de terciopelo adornada con incontables estrellas, Artemisa, la diosa de la caza y la luna, anhelaba un compañera que compartiera su soledad eterna. Elevó su mirada al firmamento y, con un suspiro profundo, expresó su deseo más profundo a su padre, Zeus.
Conmovido por la súplica de su hija, Zeus extendió su poderosa mano y recogió polvo de estrellas, la esencia pura del cosmos. De esta mágica sustancia, moldeo a una niña con ojos brillantes como la aurora y cabello que resplandecía como la luz lunar. Zeus, con su aliento divino, infundió vida a esta pequeña, dotándola de un espíritu libre y fuerte.
Artemisa, al ver a la niña, la acogió con amor incondicional y la nombró Asteria, en honor a su origen celestial.
El día en que Artemisa decidió presentar a Asteria ante el Olimpo, organizó una grandiosa fiesta. Todos los dioses se reunieron para celebrar a la nueva integrante de su panteón. Sin embargo, no todos compartían la alegría de Artemisa. Entre los presentes, había quienes veían con recelo la pureza y el poder latente en Asteria.
En el instante en que los ojos de Zeus cayeron sobre la pequeña, una sombra ancestral se cernió sobre su futuro y durante la celebración, un oráculo sombrío se manifestó: "De este ser nacido del polvo de estrellas, surgirá un poder mayor que desencadenará el retorno de los enemigos antiguos, los titanes y los gigantes."
El murmullo de preocupación se extendió por el Olimpo. Artemisa, desconcertada y dolida, tomó a su hija y se apartó de la multitud. Asteria, inocente, no comprendía la magnitud de la profecía que pesaba sobre ella.
La maldición, tejida por fuerzas más allá de la comprensión mortal, se manifestó. La niña, cuyo nombre era Asteria, fue marcada como una portadora del destino de los dioses. Su presencia sería un catalizador para el surgimiento de los enemigos ancestrales de los dioses, los titanes y gigantes, en un futuro incierto.
Artemisa, con el corazón roto por la carga impuesta a su amada hija, tuvo que tomar una decisión desgarradora. Con lágrimas en los ojos, llevó a Asteria lejos del Olimpo, al campamento donde los hijos de los dioses entrenaban y vivían. Allí, entre los jóvenes semidioses, Asteria encontró su hogar, pero también su destino impuesto.
Cargando sobre sus hombros la presión de los dioses y la sombra de su maldición, Asteria creció. Se convirtió en una valiente cazadora y una guerrera temida por su destreza en la batalla. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, siempre sintió el peso de su destino, una carga que ningún mortal o inmortal podría comprender.
En los rincones del Olimpo, los dioses observaban con mezcla de temor y esperanza, preguntándose si Asteria sería la salvación o la perdición de su reino divino.
A partir de ese día, la vida de Asteria estuvo marcada por la dualidad de su existencia: ser la alegría de su madre y el temor del Olimpo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
