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Cuando Max decidió tomar un descanso de las carreras, nunca imaginó que sería tan difícil.

En realidad, había tenido que tomarse unas largas vacaciones para lograr su objetivo,después de todo, su trabajo entero dependía de lo que logrará en las carreras

Nunca esperó llegar a ser tricampeón, pero conforme ganaba y ganaba carreras,
poco a poco su reputación empezo a crecer y eventualmente los auspiciantes se acumulaban en la lista de su padre.

De pronto se vio subido a un podio, empapado de champagne,
ganando premios, dando conferencias y la cantidad de campañas que tenía que hacer lo sobrepasaban.

Cuando quiso darse cuenta, notó que toda su vida se había convertido en una fachada de lo
que pasara en la pista
y que poco a poco iba perdiendo su esencia.

Se encontraba atrapado en un
ciclo interminable de carreras, lujosas fiestas y compromisos publicitarios.

A pesar de su éxito, Max se dio cuenta de que había perdido de vista lo que
realmente importaba.

Las relaciones personales se habían vuelto superficiales, y las
conversaciones genuinas eran raras.

Su tiempo se consumía en la práctica física, y se había alejado por completo del propósito real que había inspirado
su viaje en las pistas.

Finalmente, Max decidió que era hora de hacer un cambio radical en su vida.

Necesitaba alejarse por completo de la presión constante en el monoplaza y volver a conectar consigo mismo.

Tomó la decisión de escapar a algún lugar al que no hubiera ido antes y así poder experimentar
de lleno lo que el mundo tenía para ofrecer sin la necesidad de compartirlo con sus patrocinadores, su padre o su jefe.

Escogió como destino México y, empacando apenas lo necesario, se embarcó en el viaje.

Cuando llegó a CDMX se vio rodeado de muchas cosas desconocidas.

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E

n ese momento, Max estaba sumergido en la experiencia culinaria, una agradable experiencia culinaria.

Fue entonces cuando notó algo inusual de reojo.
Un mesero se acercaba a su mesa con una bandeja elegante en las manos.

En la bandeja, reposaba una copa de vino tinto, con un tono
profundo y tentador.

Sus ojos se encontraron con los del mesero, quien llevaba una sonrisa
amable mientras se acercaba a su mesa.
Sin decir una palabra, el mesero colocó la copa de vino frente a Max con un gesto cortés.

—No he pedido vino. —murmuró sorprendido pero aún con una sonrisa en el rostro.

—Es una cortesía del caballero en la otra mesa, señor. — respondió el mesero señalando una de las mesas detrás de el.

Max se giró lentamente y se encontró de lleno con la mirada café de un hombre que rondaba los treinta acompañado de otro hombre un poco más alto....

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450 palabras.

Es poco y es feo, pero es algo ... 🦝

El Noa Noa - Chestappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora