Primer algo: 10 años.

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Los ojos miel de NuNew comenzaron a cristalizarse, mientras que jadeaba incómodo, sintiéndose de la peor manera. Sentía a Zee a su lado dormir, acurrucado dándole la espalda mientras respiraba tranquilamente, realmente cansado de la hora en la cual decidieron terminar la celebración de la pijamada y dormir. NuNew quería gritar, deseaba despertarlo para que llamara a su mamá y ella supiera qué diablos pasaba. Un dolor punzante se hizo presente en su estómago y recordó que este lo había despertado. Ahora quería a su mamá con desespero, su estómago daba vueltas y sentía que vomitaría en cualquier instante, hasta que sintió movimientos al otro lado de la cama.

—¿Nu? ¿Estás bien? Estás muy caliente —Zee murmuró con su infantil voz ronca por las horas de sueño, volteándose para prender la luz y ver qué le sucedía a su amigo.

El menor estaba sudando, estaba quieto temiendo por vomitar mientras respiraba con grandes bocanadas de aire, totalmente desesperado por refrescarse de alguna manera porque ahora notaba que estaba sofocado.

—Mami... —susurró apenas el menor y Zee se levantó de inmediato de la cama para correr descalzo por la habitación de su amigo y buscar la recámara de los padres de este, necesitaba ayuda para que NuNew mejorara, para ver qué diablos sucedía.

Cuando el niño de diez años interrumpió el sueño de los padres del menor, la mujer se levantó con mucha prisa para ir a donde su hijo porque estaba segura de que este no había hecho tan mala combinación de alimentos como para que esta le diese fiebre, porque si de algo alimentario se tratara, Zee estaría igual.

NuNew estaba apoyado en el costado derecho de su cama, vomitando frenético mientras temblaba por el terror y la incómoda situación cuando su mamá y su amigo llegaron, haciendo que la mujer se apresurara hasta su hijo para calmarlo y que Zee fuera por el basurero para controlar el desastre de su mejor amigo. La madre del niño tocaba su cabello para intentar calmarlo, mientras que Zee intentaba ser de ayuda en el baño, mojando una toalla para que NuNew la tuviera en su frente y bajara la temperatura.

La tempestad había culminado cuando NuNew sintió la dolorosa punzada en su estómago y se encogió por aquella sensación desagradable, atrayendo aún más la atención de su madre y amigo.

—¿Dónde duele? —preguntó la madre con preocupación porque era más que obvio que esto no se trataba de alguna comida en mal estado, era de algo mucho más profundo y grave.

—Aquí —jadeó el niño apuntando la parte baja de su estómago. La preocupada madre levantó con cuidado el pijama de su hijo mientras arrugaba la nariz por la pestilencia del lugar luego del vómito, a la vez que Zee se recostaba donde había dormido para acariciar la espalda de NuNew en busca de ser de alguna ayuda.

—¿Duele? — Achara Perdpiriyawong palpó con delicadeza el lado derecho inferior del estómago de NuNew, muy cerca del comienzo de su pierna, justo en la cadera. La respuesta no tardó en llegar, pues el pequeño niño había chillado por el dolor, comenzando con náuseas otra vez, pero por causa de la pestilencia del lugar— Nu, tendremos que ir al hospital, lo más seguro es que tengas apendicitis.

—Apendi... ¿Qué? —preguntó Zee en un chillido atrayendo la atención de la mujer que le entregó una sonrisa.

—Zee, sé que quizás estés cansado, pero tus padres no están en la ciudad y te dejaron a nuestro cargo, por lo tanto, deberás ir tú también al hospital mientras chequean a NuNew y ruego equivocarme.

—¿Qué es eso, mami? —preguntó el niño menor sintiendo sus ojospicar otra vez, en señal que pronto volvería a vomitar.

—La apendicitis es una pequeña enfermedad que se cura con facilidad si es que se llega a tiempo, así que más vale vestirse para marcharnos.

• • •

Zee esperaba con paciencia sentado en uno de los tantos bancos del hospital infantil, con Achara Perdpiriyawong a su lado acariciando su cabello, mientras tenía su cabeza apoyada en el brazo de la mujer en busca de un lugar cómodo para dormir una pequeña siesta en la espera de su amigo. Lo último que había escuchado de los doctores y que le habían explicado los padres de su NuNew, era que lo operarían y que tendría una grandiosa cicatriz que el pequeño Panich ya comenzaba a envidiar.

Con sus pies colgando, empezó a sumergirse en un sueño, hasta que escuchó el llamado a los familiares de NuNew Perdpiriyawong y fue el primero en correr con dirección hasta el doctor, en busca de saber cómo estaba su amigo y qué tenía que hacer para tener una cicatriz tan grandiosa como la del pelinegro.

—La operación fue todo un éxito. NuNew deberá recuperar fuerzas todo este día, pues como ven, ya está amaneciendo —sonrío el doctor intentando destensar el ambiente proveniente de la angustia de los familiares del niño— Entonces NuNew deberá descansar por hoy y esta noche estará en observación, si está estable y con una clara mejoría, lo más seguro es que estaría marchándose mañana al mediodía. Ahora lo llevarán a su habitación y luego una enfermera los buscará para firmar unas cosas y comenzar con el horario de visita.

Treinta minutos más tarde, luego de esa información entregada por el doctor, una enfermera buscó a la familia Perdpiriyawong en la sala de espera para comenzar con el protocolo, con Zee realmente ansioso de volver a ver a su amigo y apreciar su cicatriz.

—Hola, yo atenderé al pequeño NuNew esta jornada. Primero que todo, necesito que bajemos lo más pronto posible para que firmen unos papeles por la operación finalizada con éxito, en aquellos se realiza una evidencia que el paciente salió estable de este y que el hospital se comenzará a hacer cargo de cada inconveniente que el paciente presentará en un futuro, tanto en su estadía en el hospital como en el exterior. Necesito que sea rápido porque es muy importante que los niños, luego de una operación, despierten y se queden con sus padres.

—¡Yo me puedo quedar! —la aguda y entusiasmada voz de Zee, hizo que la enfermera diera un pequeño brinco para pronto entregarle una sonrisa, enternecida por las intenciones del niño.

—¿No hay problema que Zee se quede aquí? — preguntó Achara con esperanza, pues para ella y la rapidez de sus acciones, el pequeño mejor amigo de su hijo daba pasos muy lentos y podría retrasarla un poco en la misión de firmar los papeles antes que NuNew despertase.

—No, para nada. Lo dejaré en la habitación de NuNew y vengo en seguida para guiarlos.

La enfermera, cumpliendo sus palabras, se dirigió a tal habitación colorida de la mano con Zee, sabiendo que tan pequeño niño no tendría problemas ahí si es que NuNew presentara algún cambio, pues como ya amanecía, las rondas de los practicantes comenzaban y no estaría solo casi nunca.

Otros diez minutos más de espera toleró Zee, sin duda aquella noche sólo constó de aquello, pero todo mejoró cuando su lacio amigo abrió sus ojos miel poco a poco, acostumbrándose al ambiente, pero también alarmándose.

—¿Mami? —susurró con timidez sin notar la presencia de Zee, quien se levantó de la silla y tomó la mano de su amigo.

—¡Nu! ¡Te operaron y tendrás una grandiosa cicatriz! —chilló el niño pelinegro de ojos marrones a su mejor amigo, haciendo que este sonriera de poco a poco.

—¿En serio? ¡Auch! —mientras NuNew hablaba, se acurrucó en la cama, pero en uno de aquellos movimientos realizó uno inadecuado en su brazo, haciendo que este doliese por la aguja incrustada en el.

—¿Te duele? —Zee se acercó al brazo de su amigo y lo volteó con suavidad notando la gran aguja con muchas manguerillas saliendo de ella, haciendo que le dieran escalofríos. Nunca le habían gustado las agujas.

—Sí... —contestó el lacio mirando con sus ojos cristalinos su brazo, porque algo que compartía con su mejor amigo, era el temor a las agujas.

Zee debía hacer algo para ayudarlo, le encantaba ser útil para él, sólo para NuNew, así se puso de puntitas y se inclinó sobre la cama para guiar sus labios al brazo del menor claro y dejar un casto beso justo al lado donde la aguja se incrustaba en la piel de este.

Los besos eran la mejor medicina, siempre los hacían sentir mejor.

—¿Duele? —preguntó Zee elevando la mirada, topándose con un NuNew mucho más tranquilo

—No —negó con una sonrisa en sus labios.



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© AnonymousWriders

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