Sexto algo: 18 años.

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Vaya que había apestado pasar su cumpleaños acostado en una cama, apenas moviéndose para ir al baño cuatro veces al día, porque intentaba no beber demasiado líquido para no sufrir.

Todo su malestar se debía a esa estúpida caída que había provocado aquella tarde hacía cuatro meses, donde sin quererlo, empujó a Zee y ambos quedaron adoloridos en el suelo sin poder ni mencionar el hecho por el cual convocaban una reunión familiar. La consciencia de NuNew estaba mucho más tranquila cuando luego de que ambos los llevaran al hospital, y que la madre de Zee llegara a aquel, para recibir el diagnóstico de su hijo. Este sólo decía que necesitaba hielo y antinflamantes para su aplastada entrepierna, para nada comparado con lo de NuNew.

NuNew en serio sentía que se merecía llevar lo peor de la situación que él mismo había provocado. Apenas llegaron al hospital, le hicieron radiografías y le dieron calmantes para el dolor, donde se enteraron que efectivamente se había fracturado su cadera derecha y que necesitaba una operación con urgencia, de la cual salió con un par de tornillos y una nueva cicatriz que lo acompañaría de por vida.

Estuvo una semana en el hospital, donde todos sus amigos lo iban a ver en las tardes y donde sus familiares se turnaban para acompañarlo, y donde Zee siempre estuvo en esa habitación en los horarios de visita correspondientes.

Su cumpleaños había sido la semana pasada y realmente fue el peor, porque a pesar que ya podía dar un par de pasos por su cuenta, cojeando por supuesto.

Así que sus dieciocho años estuvo en cama, viendo películas, bebiendo de forma legal, con su mejor amigo a su lado, y aún en el clóset, siendo un homosexual en secreto.

Ya no quería sentirse más esclavizado.

—Llegué, perdón por la demora, Sarah se retrasó el llegar y aplazó todo —se disculpó su mejor amigo pelinegro, uno de los únicos consejos que NuNew le entregó en toda esa amistad, uno que finalmente aceptó.

—Necesito sexo

Zee se volteó con rapidez hasta la cama donde su mejor amigo estaba recostado, observando con atención el techo, lanzando una pequeña pelota roja que siempre capturaba entre sus largos dedos.

—Aún no estoy borracho como para escuchar tus escalofriantes y extrañas experiencias homosexuales —comentó con espanto Zee, recordando como NuNew alguna vez le contó que a uno de sus novios le encanta que su mascota, un esponjoso conejo blanco con unos pompones rosas en sus largas orejas, los observara mientras estaban teniendo relaciones.

—Zee, te estoy comentando mi necesidad de tener sexo, no alguna historia privada que sale a la luz cuando compras alcohol de calidad.

Zee abrió sus ojos como platos ante las agallas de NuNew y levantó sus cejas. Se había atrevido a cuestionar su alcohol, ese que compraba gracias a su empleo sin ningún aporte del menor, pero además de eso, se notaba que NuNew estaba irritado y cansado.

—Puede que estés aburrido aquí en cama, que estés irritado porque no pudiste siquiera asistir los últimos dos semestres de tu último año escolar y que debas repetirlo, ¿que necesites sexo y que aún quieras salir del clóset para evitar escuchar la típica pregunta de "¿y la novia para cuándo?" de tus padres, pero todo eso no te da ningún derecho día criticar mi alcohol. Sí, es malo, pero soy el único que gasta su dinero en emborracharte, así que tienes que guardar silencio y beber aún con los malos sabores porque es lo único que tienes. ¿Entendido?

NuNew dejó de lanzar la pelota y fulminó con la mirada a Zee, para luego cruzarse de brazos en señal de rendición forzada.

—Entendido —aceptó a regañadientes el menor— Aun así necesito tener sexo.

Zee suspiró y se acercó a su lacio mejor amigo, lentamente y sigiloso, sabiendo que NuNew aún con su estado irritado se atrevería a observarlo. Llegó a su lado y sacó la sábana y las mantas que lo cubrían, mostrando a un NuNew con un pantalón de chándal, una camiseta de algodón de manga corta y sin calcetines.

—Podemos arreglar eso y cooperas haciendo tus ejercicios para que pronto recuperes tu independencia y puedas así que te coja cualquier chico.

NuNew asintió de acuerdo y se sentó en la cama bajo la atenta mirada de Zee, atento a sus movimientos, para luego ver como se ponía de pie y abrazarlo por la cintura, ayudándolo a dar sus pasos diarios.

...


La tarde pasó realmente rápida, y la irritación de NuNew bajó hasta hacerse nula. Zee se quedó a acompañar a su mejor amigo mientras veían películas y jugaban videojuegos, incluso Zee decidió quedarse esa noche en la casa de su mejor amigo y la madre de este le facilitó un colchón inflable y mantas, pues desde que NuNew había caído, necesitaba espacio y ese colchón era donde dormía Zee usualmente desde que todo sucedió.

Se quedaron dormidos pasada las dos de la madrugada, pero NuNew despertó una hora después por lo fría que se había puesto la noche, y las consecuencias que esta traía, pues su cadera le dolía, como su tobillo y clavícula.

NuNew odiaba el cambio climático, pues, aunque se encontraban en verano la temperatura bajaba de manera extrema por las noches.

—Zee... —llamó a su rizado amigo, tomando una almohada para lanzársela y despertarlo.

El mayor se despertó poco a poco y se sentó en su colchón, viendo al castaño: — ¿Qué necesitas, Nu? ¿Quieres ir al baño?

—No. Tengo frío y me duele lo usual, ¿podrías darme esa manta que está a tu lado? No la estás usando y... ¿qué haces?

NuNew estaba confundido cuando observó que Zee se había levantado de su colchón y caminaba hasta su cama, no cumpliendo su petición de la frazada.

—Mejor duermo contigo. Mi calor corporal será suficiente.

Y Zee hizo lo que avisó. Se acostó al lado de su mejor amigo que temblaba levemente por los dolores y los arropó bien. Enredó sus piernas entre las de NuNew y lo abrazó por la cadera para darle calor, teniendo la nariz de NuNew en su cuello.

—Ahora duerme —gimoteó Zee cerrando sus ojos, sin pensar que todo había empeorado para NuNew.

¿Por qué se sentía nervioso el menor? ¿Por qué de pronto ya no tenía sueño? ¿Por qué Zee se empeñaba en acercarse a él cuando sus únicas intenciones eran mantener cierta distancia para matar todo lo que sentía por él?

Zee era un infierno. Un infierno que lo curaba con sus besos, sus detalles, y sus caricias.



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© AnonymousWriders

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