Capítulo I

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                                                                                               I

Estaba demasiado nervioso. Sabía que mis compañeros me estaban hablando porque sus voces resonaban en mis oídos, pero era incapaz de prestarles atención. Mi mente se concentraba en el partido que estábamos a punto de jugar, y no solo era la presión de un evento tan importante como la Interhigh, sino también contra el equipo que tendríamos que jugar. Sabía que tarde o temprano nos íbamos a encontrar en bandos enemigos, pero un año me pareció demasiado poco porque yo aún, aunque me costaba admitirlo, le tenía presente en mis pensamientos. Guardé su imagen en la parte posterior de mi cabeza, bien profunda, para que fuera el último de mis recuerdos que se asomase por mi consciencia y ahora más que nunca tenía que esconderlos, no, eliminarlos por completo. Ya iba siendo hora, porque yo había sido el perdedor de aquél uno contra uno, ya no tenía el derecho de conservar esos sentimientos−me dije a mí mismo.

−¡Kise, no me estás escuchando en absoluto, bastardo!−Kasamatsu me golpeó con fuerza en la cabeza y me sacó del ensimismamiento.

−¡Arg, senpai, te estaba escuchando!−mentí.

−Y una mierda, ¿qué es lo que acabo de decir? ¡Repítelo!−me pasó el brazo por encima de los hombros y me destripó con los ojos.

−¿Que somos los mejores? Senpai... me está haciendo daño−intenté sonreír, pero más bien me salió una mueca de dolor.

−¡Idiota! −me soltó− ¡Decía que nuestro adversario es muy fuerte y que debemos darlo todo desde el inicio del partido aunque nos desgastemos antes! ¡Hay que tomar la delantera o no habrá forma de vencer al instituto Touou! Y menos si sacan a su estrella.

−No creo que Aominecchi salga desde el inicio del partido, es bastante suyo−junté las manos detrás de la nuca−Te preocupas demasiado, capitán−sonreí para disimular la tensión que me recorría el cuerpo.

−¡Y tú muy poco!−me dio un golpe en el brazo.

−¡Ay!

Llegamos a la puerta del edificio principal. No paraba de entrar gente y había muchos alumnos con diferentes equipaciones. Supuse que no éramos los únicos en jugar aquél día ¿Me encontraría con los chicos? En cierto modo me ilusionaba la idea de que se reunieran y me vieran jugar, sentir su apoyo tal y como lo hacía en el pasado, pero por otro lado, quizás su presencia aumentase mi nerviosismo o tal vez no fuera a mí a quien habían ido a animar ¿Pensarían bien de mí, que había finalmente mejorado? No soportaría que todos ellos fuesen testigos de mi derrota definitiva, en más de un sentido.

Si la entrada estaba abarrotada, las gradas rebosaban aún más de gente, gritos y excitación. Todavía me sorprendía lo enorme que era el sitio y no pude evitar correr emocionado hasta las vallas para ver desde arriba las pistas. Sin darme cuenta, tenía una sonrisita en la cara. Los encargados estaban limpiando concienzudamente la superficie de ambas pistas, y aunque era evidente que aún no había empezado ningún partido, algún que otro jugador no había aguantado las ganas de practicar antes del verdadero calentamiento del equipo, dificultando el trabajo de mantenimiento. En el lado opuesto de las gradas vi las pancartas que mi propio instituto había escrito para animarnos y aún sabiendo que no me iban a ver, saludé con la mano, verdaderamente contagiado por la emoción del ambiente.

Alguien me tocó el hombro.

−Kise−dijo un chico de pelo azul sin el más mínimo atisbo de emoción en su voz. Me alegré enormemente al verlo y le abracé sin pensármelo dos veces.

−¡Kurokocchi! ¡Has venido a animarme, a que sí!− restregué la cara por su coronilla y lo espachurré aún más entre mis brazos.

−K-kise... B-buena suerte−me intentaba apartar con las manos.

El sueño que he encontradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora