Dulce como un orgasmo

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Si había algo que Jisung amara era definitivamente a su novio y eso incluía todo lo que viniera de él.

—Mierda, más, por favor, Hannie, ya casi llego—. El ritmo aceleró mientras los dientes del menor se clavaban en su omóplato y sus manos dejaban marca en la cadera del mayor para poder moverlo a su gusto.

Una de las características que más amaba de su novio era su voz, digna de un buen vocalista y tan armoniosa a la hora de gemir para Han, mostrando su total sumisión. Más que amar, adoraba esos dulces y agudos sonidos de placer, adoraba lo ruidoso que podía llegar a ser.

Escucha como sus dulces sonidos se vuelven más altos y tanto los dedos de sus pies como su puño se contraen. Han baja cruelmente la velocidad hasta salir del castaño rojizo y tomar su miembro, apretando justo en el orificio de la uretra.

—¿Crees que mereces llegar después de haber coqueteado y haber actuado como una puta con ChangBin? ¿Qué querías conseguir con eso? ¿Te das cuenta la mierda que estás siendo, Lee? Eres mi linda puta, no suya, ahora Stay pensará que estas con él, pero eres mío, Lee MinHo—. Tomó nuevamente el látigo de tres colas de cuero que había dejado a un lado y volvió a azotar a su novio sin importarle lo roja y erizada que estaba la carne en sus glúteos.

—Hannie, por favor, duele.

—No te veo llorando—. Al menos unos nuevos ocho azotes fueron dejados con fuerza, provocando una gran cantidad de gemidos y jadeos, deleitando tanto al menor que se perdió en los sonidos unos segundos. Había estado creando la letra para una nueva canción de su próximo comeback y los gemidos de su novio se escuchaban en el tono ideal que había pensado para la canción— ¿Y todo ese ruido? ¿Acaso quieres que todo el mundo te escuche? Porque a mi me encantaría que todos sepan que eres mío, que no se te pueden acercar... aunque, también debemos pensar un poco, mi amor, estamos en el hotel, deberíamos tener modales y consideración con los de las otras habitaciones—. Hizo como si estuviera pensando mientras con su mano derecha apretaba y golpeaba la piel ya rojiza—. Ahora que recuerdo, ChangBin está en la habitación de al lado. Perdón, mi amor, pero me veo obligado a recordarles a ambos de quien eres.

—Hannie, por favor, soy tuyo, soy solo tuyo pero por favor, dejame llegar.

—Dejame pensarlo—. Volteó al bailarín intentando no soltar su pene, apretandolo en el proceso, puso un hielo en cada pezón y al terminar tomó el vibrador para pasarlo por cada zona erogena que conocía a la perfección y por la que había pasado tantas veces—. Te dejaré llegar cuando el hielo se haya derretido completamente.

La queja que escuchó lo hizo sonreír aún más. Tomó con una de sus manos las bolas chinas, le dio una mirada de advertencia al mayor antes de soltar su pene para lubricar las bolas chinas.

Podía jurar que sus ojos brillaron al terminar de meter las bolas chinas en el mayor, le gustaba tanto ver como entraban y luego se perdían cuando la entrada de su novio se volvía a cerrar y envolvía las bolas chinas tan bien, así como siempre lo envolvía a él. El interior de su novio era tan estrecho y cálido, era perfecto para él.

No pudo evitarse a sí mismo el bajar la cabeza hasta tener de frente la entrada del castaño y besar su borde, introduciendo la lengua hasta que sintió la última bola china que metió. Sonrió al ver como su mayor tapaba con su mano la cabeza de su propio pene para evitar correrse. Volvió a subir para quitar la mano de su novio y cubrir el pene de este con sus propios labios.

Lamió el glande en lo que sacaba las bolas chinas y las volvía a meter, asegurándose de ver directamente a los ojos de Lee, este estaba aferrándose a las sabanas, sus ojos llorosos y sus labios rojos de tanto morderlos.

Vio como los hielos parecían querer caerse.

—Sostén esos hielos sobre tus pezones si no quieres que vuelva a empezar desde cero—. Tomó uno de los hielos y lo presionó con fuerza contra el sensible botón, haciendo que su novio sostuviera el otro con fuerza mientras de sus ojos empezaban a brotar lágrimas—. Y más cuando están ya tan derretidos, tu cuerpo está tan caliente que ha derretido los hielos muy rápido, incluso sigue caliente aquí—. Dirigió su mano fría al miembro del castaño, quien gimió alto, tuvo que sostener los hielos con fuerza cuando su espalda se curvó, cerró los ojos y se veía tan concentrado en no acabar.

Sweet moans, sweet voiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora