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—Justin Bieber, ¿se está buscando un castigo?—me gritó el profesor a todo pulmón. Yo reí, al igual que todos—Te lo buscaste, este es el quinto castigo de la semana por mi parte y a penas en miércoles—me levanté y agarré ese papel de mierda. Me giré y guiñé un ojo a todos antes de salir de esa maldita clase. Caminé a mi salón. Ahí estaba la consejera, firmando los castigos, míos mayormente. Dejé el papel en su escritorio, ya habían cinco personas ahí. Una chica y cuatro chicos. La chica estaba escuchando música. Nunca la había visto por aquí. Me senté en mi asiento habitual y saqué mis audífonos de la "pequeña gaveta" de la mesa. De pronto, la chica gritó. Maldita chillona. Todos miramos, había una tarántula en su silla. Reí. Ella me miró enojada.

—Idiota, a ver si eres bastante hombre para espantarla—me dijo frunciendo el ceño. Que tierna. Me levanté y caminé hacia la silla, agarré la tarántula y luego caminé a una mesa del salón, donde estaba la jaula de la tarántula abierta.

—Listo, pequeña chillona—le dije. Ella me miró enfurecida.

—¿Pequeña Chillona?—me dijo exasperante. Reí al verla casi llorando—Usted—señaló a la consejera—¿No hará nada?

—No, es normal que él sea así, ya los chicos no se sorprenden—dijo señalando a los demás, estaban escuchando música y leyendo.

—Agh, ojalá y nunca me hubiera mudado—gruñó para sentarse.

Me senté en la mesa al lado suyo.

—¿Eres nueva?—le pregunté.

—No te interesa—me dijo sonriendo sarcástica para luego ponerse sus audífonos.

Le quité un audífono.

—Si me interesa. Pareces Californiana—le dije. Ella me miró.

—No soy californiana, vengo de Hawai—me dijo seria-Tu pareces mierda pero no te digo que vienes de un inodoro.—me dijo. Reí a ese comentario.

—Eres tierna—le dije sonriendo. Era guapa, que es muy diferente. Era hermosa.

—Gracias—Me dijo—Ahora, si me disculpas, déjame escuchar mi música—dijo sonriendo. Se puso los audífonos, se lo quité de nuevo.

—¿Qué escuchas?—miré su celular. "Fireproof- One Direction"—¿Eres directioner?

—Si, ahora déjame en paz si no te quieres quedar sin hijos

Sonreí. Mire a Alex, quien siempre me acompañaba en mis castigos. El también cabreaba mucho al profesor e igual nos mandaban para castigo a ambos.

—Es una chillona, esta.—dijo señalando con la cabeza a la chica tierna.

—No se le nota.—dije sarcásticamente y ambos reímos.

—Síganme todos. Tendrán nuevo castigo.—dijo la consejera llamando la atención de todos los que había castigado. La pequeña chillona seguía ahí escuchando música. Le quité un audífono.

—Vamos al castigo pequeña chillona.—le dije y esta me fulmino con la mirada. Se paró de el asiento en donde estaba y se vino detrás de mi—¿Cómo te llamas?—le pregunté ya que se había quitado sus audífonos.

—¿A ti qué te importa como me llamo?.—dijo mirándome. Reí.

—Deja de ser tan tierna y dime tu nombre.

—¿Acaso por dónde escuchas imbecil?—dijo con tono tierno, como solía llamarlo cada vez que me hablaba así.

—Supongo que por los oídos.

—Ha-Ha-Ha.—dijo sarcástica.—Tremendo idiota.

—¿Me dirás tu nombre o qué?

—Mira tremendo idiota, solo te lo diré para que no me jodas mas. Me llamo Madison.—dijo mirándome mientras que la consejera nos entraba a un salón completamente vacío.

—Me llamo Justin Bieber.—dije. Ella miró a la consejera en cuanto entró a el salón completamente vacío y vio a la consejera con intención de dejarnos allí adentro.

—No nos encerrara aquí, ¿verdad?—dijo con actitud. Creo que ya entiendo porque estaba en el castigo, era una malcriada y mal hablada.

—Este será su castigo.—dijo la consejera y cerró la puerta.

—¡En cuanto salga de aquí te dejaré sin nariz pendeja!—le gritó cuando escucho que cerró el candado.—Joder.—dijo para luego sentarse en un silla que había allí.

—Te castigaron por malcriada y mal hablaba ¿cierto?—me miró y luego centró su vista en su teléfono.

—¿Quién eres para estar preguntándome cosas privadas?—preguntó en tono tierno, como siempre hablaba.

—Quiero conocerte.—dije sentándome en la silla de enfrente de ella.

—No quiero que me conozcas.—dijo poniéndose sus audífonos. Le saqué uno y le hable.

—Yo si quiero conocerte, Madi.—dije y esta me miro y me fulminó.

—Vuelve a quitarme un audífono y a llamarme Madi y en vez de dejar sin nariz a la consejera te dejaré sin nariz a ti.—dijo para luego ponerse sus audífonos nuevamente.

Me encogí de hombros y caminé a la ventana, saqué mi amaca escondida, luego mi almohada y luego mi cargador, busqué la extensión electrónica y conecté el cargador a mi celular. Me acosté en la amaca y me dormí.

—¡Justó! ¡Justo!—escuché que gritaban. Abrí mis ojos, Madi la tierna estaba mirándome y enojada ya.

—¿Me hablas a mi?—le pregunté confundido.

—Creo que eres el único aquí que se llama Justó—me dijo obvia y yo reí—¿De qué te ríes idiota?

—No me llamo Justó—le dije—Me llamo Justin.

—Como sea, el castigo acabó, somos libres enserio ya que son las cuatro porque a la maldita se le olvidó que estábamos aquí—me dijo enojada. Asentí y me levanté.

Escondí todo y agarré mi celular. Madi salió del salón y yo la seguí hasta la salida, caminó a un Mercedez Benz negro. Que preciosura.

—Que hermoso auto—le dije y silvé. Ella saltó y se giró. Me dio en la cara.

—Idiota, me asustaste—me gritó—Maldito acosador—gruñó. Yo por mi parte me estaba sobando la cara. Ella frunció el ceño y se montó en su auto para luego arrancar a toda velocidad.

Qué preciosa, pensé. Y que fuerza. Reí. No me rendiría, claro que no. Caminé a mi auto, un Audi blanco.

Llegué a mi casa y lo primero que hice fue ir a la cocina para comer comida... que estupidez acabo de decir.

Reí.

—¿Te ríes solo?—preguntó alguien de repente. Mi hermanastra, Charlotte. Esa zorra con la que me había acostado par de veces llevaba un traje de baño y estaba mojada. Supongo que estaba en la piscina. Me lamí los labios.

—Si—le respondí y seguí buscando comida. Sentí como me tocaba el hombro.

—Yo te puedo hacer reír de verdad y quitarte el hambre—me susurró al oído. Suspiré y me giré para besarla, le toqué los pechos y el cuello. Ella gimió. Sonreí e hice que saltara para que enrollara sus piernas en mi cintura, la llevé hacia la mesa del comedor y le abrí las piernas para estar mejor. Mi amigo ya estaba creciendo.

—¡Justin!—escuché la voz de mi madre. Rápidamente nos separamos.

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⏰ Última actualización: Nov 16, 2015 ⏰

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