Capitulo Cero

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[Caída]

13 de Diciembre del 1977

"Perder a quien más amas, sin duda, es lo más crudo de invierno.

Y Severus Snape lo había perdido todo durante ese invierno del año 1977".

Nunca le había gustado navidad, a diferencia de otros niños, el no recibía regalos o abrazos de parte de sus seres queridos, porque ni siquiera pasaba las festividades en su hogar, por la razón más cruel del mundo; no tenía uno.

Claro que tenía una casa, en donde vivía su padre, y en donde vivía su madre, la misma mujer que cuando todavía era pequeño le había definido esa palabra como; un lugar seguro, en donde podías estar en cualquier momento de la vida, donde encuentras felicidad, pero sobre todo, tranquilidad. Y Severus, nunca había experimentado nada de eso a lo largo de toda su vida, mucho menos cuando ingreso a la escuela de magia y hechicería de Hogwarts.

A pesar de toda la oscuridad, Severus tenía un pequeño rayo de luz en su vida, una hermosa mujer de sedosos cabellos negros como la noche e hipotéticos ojos ónix, su querida madre Eileen, la cual era una mujer amable y considerada, pero demasiado tonta a palabras de su propio hijo.

Tenía la certeza de que lo amaba incondicionalmente, pero no lo suficiente para llevarlo lejos de todo su martirio.

Su madre muchas veces se había impuesto ante los golpes del ebrio de su padre cuando el hombre intentaba golpearlo sin piedad, había preparado galletas de avena cada noche en su cumpleaños a escondidas de su esposo, sabiendo que el hombre podría molerla a golpes si la descubría consistiendo a su hijo, había contando un sinfín de historias creadas por ella misma para que la infancia de su hijo fuera más llevadera, lo había hecho sonreír, y adorar cada pequeño momento a su lado, pero al final del día, no importaba cuanto se esforzara para hacer feliz a Severus, todo siempre terminaba siendo un infierno.

Y ahora, ella había muerto repentinamente, dejando a Severus solo, porque el chico no tenía a nadie más que pudiera reconfortarlo.

A pesar del dolor que embargaba todo su cuerpo, no pudo siquiera soltar una sola lágrima cuando el director Albus Dumbledore le dio la terrible noticia, incluso aunque el anciano le había dado un cálido abrazo y palabras de profunda comprensión, Severus no pudo sentir nada, solo vacío profundo.

Algo que disfrutaba del invierno, demasiado lejos de cualquier festividad, era el frío arrasador que la estación traía consigo, pero sobre todo el sentimiento de nostalgia que destilaba con cada copo de nieve que caía del cielo.

Estaba nevando afuera, y justo eso es lo que motivo a Severus a salir, deseando sentir el frío reconfortante calar en sus huesos, tal vez de esa forma, podría llegar a sentirse un ser con vida y no solo un despojo de miseria. A pesar de que era todavía temprano por la tarde, la mayoría de estudiantes se encontraban en la protección de sus salas comunes o en sus habitaciones, preparados por la llegada del invierno, a excepción de unos cuantos que realmente disfrutaban de las vistas, una de esas personas era Snape el cual caminaba pesadamente bajo la nieve.

Solo unos minutos después de caminata, llego al único lugar en todo el colegio que podía clasificar como pasifico; el Lago Negro, el cual estaba empezando a congelarse en algunas partes. Se dejó caer ligeramente en el suelo, sin importarle ensuciar su uniforme, sacando de su túnica un pequeño libro de tapa negra, el cual su madre le había obsequiado la última vez que la había visto.

Era un libro de poesía que carecía del nombre del autor, con hojas amarillentas o con la falta de unas pocas, también en algunas partes del libro la tinta ya se había corrido un poco, aún así, cada fragmento escrito en sus hojas eran especiales, creadas tal vez de la mente más brillante.

"El cielo se tiñe de rojo anunciando lo cerca del anochecer, una tarde sangrienta como aquella en la que me dijiste adiós". Pudo leer en una de las paginas, con eso sus ojos picaron dolorosamente pero ninguna lágrima escapo de ellos, y eso, solo provocó su enojo.

--Si que soy un monstruo ¿He? --farfullo amargamente arrojando el libro con furia muy lejos de su alcance.

Prefirió llevar su mirada hacia la tranquilidad frente a sus ojos, sincronizando su respiración con cada suspiro de los árboles. "Algún día, cuando yo sea vieja y tu joven, serás alguien muy grande Severus, estas destinado a serlo. E incluso aunque eso nunca pase, estaré a tu lado hasta el final". Esas habían sido las palabras dichas por su madre cuando el pelinegro había recibido su carta de Hogwarts, en aquel momento habían llegado a ser la confianza que el chico necesitaba para ir al colegio, ahora, eran solo una tortura.

--¡Que broma! --río el pelinegro amargamente, con un nudo en la garganta que le provoco nauseas--. Para siempre, no existe un para siempre en el mundo de los terrenales. Fue mi condena haberte creído.

Pronto, todos esos abrumadores sentiemientos fueron abordando la cordura de Severus, llevándolo al precipicio, en donde con un solo movieminto podría caer al vacío.

Cada palabra, cada recuerdo con su madre, cada efímero momento de amor compartido golpeo con fuerza cada rincón de su mente cortándole la respiración, recordándole cruelmente que nunca los volvería a tener.

Odiaba a su madre, por haberlo abandonado en este horrible mundo que parecía odiarlo, odiaba a su padre por todo el daño que les provocaba sin compasión, odiaba a cada persona del colegio, odiaba a Lily por dejarlo de lado olvidándolo simplemente, odiaba a los estúpidos merodeadores por arruinarle su existencia en Hogwarts, odiaba su soledad, odiaba sus sentimientos que no podía controlar, odiaba su sufrimiento que parecía no tener fin, pero sobre todo, se odiaba profundamente a si mismo por haber nacido y ser lo que era.

Repentinamente una suave melodía detuvo sus pensamientos negativos de la mejor manera, abrió sus ojos, que se habían cerrado por el dolor, tratando de encontrar el dueño de tan preciosa voz, pero no podía ver nada, solo escuchar y sentir en cada fibra de su piel, era tan pacifica. Quería estar más cerca de ella.

Sus dedos tocaron el agua helada del lago, sintiendo los músculos de su cuerpo tentarse por la baja temperatura de esta, cada vez que se acercaba más al lago, la voz se intensificaba con mayor intensidad, y sin dudarlo siquiera, salto al lago, deseando hundirse para unirse a la melodía de la voz.

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Esta es mi primera historia de este hermoso ship, entonces espero que a alguien le guste :).

Mitch.

De la mano del enemigo [Snirius/Snack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora