La brisa del aire ondeaba su sedoso cabello blanquecino, a su lado, observaba su rostro por el espejo retrovisor, en sus anteojos podía reflejarse el paraíso hacia donde se dirigían, en la palma de su mano recargaba su cabeza, con la otra, sostenía una cálida mano.
De reojo le observó, Suguru Getō se encontraba a su lado, fue ahí donde se percató que nuevamente yacía dentro de un sueño, uno completamente diferente a los que acostumbraba a tener, en donde su alma solía a recodarle lo lejano que el contrario se sentía, en ésta ocasión, únicamente revivía en sus recuerdos aquellos días que realmente valía la pena recordar, fue ahí donde comprendió que no era necesario eliminar aquella cicatriz que siempre llevaba consigo, sino aprender a vivir con eso y seguir su camino, de frente al paraíso.
Suguru observaba al frente, con una de sus manos sobre el volante, observando de reojo de vez en cuando al peli-blanco, otorgándole sonrisas sutiles durante el trayecto.
Satoru reunió las fuerzas suficientes para poder hablar dentro de dicho sueño, cosa que con anterioridad, jamás había podido lograr, únicamente se disponía a observar en silencio, sin embargo ahora, quería expresar su sentir, aquello que gritaba su corazón.
- "Suguru". - exclamó casi en voz baja, llamando la atención del contrario, quién volteó hacia él sólo un poco, sin perder la vista de la carretera por completo. - "Quiero agradecerte por todo, en el hipotético caso de que no te vuelva a ver nunca más, incluso ni en mis sueños."
Suguru rió para sí mismo, bajó el volumen de la radio y condujo un poco más lento, pues comenzaban a aproximarse a su destino, aquel hermoso paraíso.
- "La vida aún no se termina, Satoru."
Fue lo último que escuchó antes de despertar, pues la alarma del despertador sobre su mesita de noche comenzaba a vibrar sin parar.
Talló sus ojos con somnolencia, buscó sus pantuflas y caminó en dirección a la recámara de su hijo, a quién le indicó que se levantase a arreglarse para el colegio, Megumi asintió todavía con sueño.
Durante la noche anterior, pensó bastante en las decisiones que tomaría a partir de ahora, en las acciones que realizaría de ahora en adelante.
Ahora que lo pensaba con serenidad, había sido una completa estupidez pedir su cambio del colegio de Fushigurō a impartir clases en alguno otro, ser profesor en la institución de su hijo le permitía pasar más tiempo con él, y por aquel simple capricho suyo, estuvo dispuesto a abandonar dicha parte.
Finalmente lo había decidido, tras tomar una ducha, cepillarse los dientes, ponerse su ropa, desayunar junto al menor en el comedor y llevarlo al colegio, había llegado a la otra escuela en donde era profesor.
Al llegar, Shoko fue la primera persona que se cruzó en su camino, dió un par de palmadas en su espalda y le otorgó una pura sonrisa.
- Luces diferente.
Gojō le devolvió la sonrisa, envolviendo su largo brazo alrededor del hombro de su mejor amiga, quién había podido percatarse del distinto estado anímico en el que se encontraba a diferencia del día anterior.
- Creo que todo pinta diferente a partir de ahora, Shoko.
La chica de cabello castaño alzó una de sus cejas en dirección al albino, en espera de alguna explicación lógica de sus palabras.
- Anoche finalmente decidí atender mi sentir, hablé con Megumi referente a mi pasado, los errores que he cometido y las redenciones que he tenido. Él en su caso, se abrió conmigo, explicándome todo aquello que sentía al respecto. No sé, sentí una conexión distinta con él, como si de ahora en adelante por fin pudiésemos avanzar juntos con el mutuo amor de padre e hijo que nos tenemos.
Shoko sonrió, continuando su caminar junto al chico. Llevaba poco más de una década conociéndolo y conocía mejor que nadie todo aquello que le atormentaba en relación a su pasado, y el ver que día con día su mejor amigo no terminaba de crecer y madurar, algo que a la actualidad, seguía impresionándola, percibiendo en él un hombre capaz de superarse continuamente para sí mismo y por el amor a los demás.
- Éste será mi último día aquí, estuve pensándolo y si realmente quiero ser un padre presente en la vida de Megumi, necesito estar en sus alrededores, poner un poco de mi parte para que así suceda.
La joven de aquel peculiar lunar bajo el ojo sonrió nuevamente, aunque le dolía el hecho de que ahora no vería tan seguido a su mejor amigo, de alguna forma le reconfortaba el que la razón simplemente fuera por el bien de su persona y el hijo al que había decidido adoptar hace aproximadamente siete años, un niño sumamente encantador y merecedor de todo el amor posible proveniente de su padre.
Con su mano izquierda acarició con ternura el brazo de Satoru quién permanecía alrededor de sus hombros, comunicándole con aquel tierno tacto que estaba con él en las decisiones tomadas, siempre y cuando fuesen por su bien.
Aquel fue el último día al que asistió como profesor de dicho colegio, despidiéndose así de sus profesores colegas y algunos de sus muchos alumnos a los cuáles les había cogido bastante cariño aquellos últimos años.
- Entonces... ¿Es verdad Gojō-sensei? ¿Te irás del colegio? - preguntó el joven Okkotsu, cabizbajo, luego de hablar con Maki e Inumaki sobre aquel rumor en el que su profesor favorito renunciaría al trabajo actual.
El mayor revolvió el suave cabello de su alumno favorito de aquel colegio y sonrió con cierto pésame, sabía que era la decisión correcta para sí mismo y para su querido hijo, sin embargo tener que decir adiós a bastantes personas y vivencias guardadas era algo complicado, más que nada por la nostalgia acumulada durante el trayecto.
- Nos volveremos a ver algún día, Yūta. ¿Te imaginas que en algún futuro pueda ser nuevamente tu profesor en la preparatoria? ¿O en la universidad? Sería estupendo.
El chico sonrió imaginándose dicha situación, jamás en los años académicos que había tenido había conocido a un profesor capaz de marcar un antes y un después en su vida. El imaginarse aquella pequeña posibilidad hacía que todo se sintiese un poco mejor.
Nuevamente su profesor acarició su cabello sintiendo suma calidez.
- Fuiste el mejor profesor que he tenido, Gojō-sensei, muchas gracias. - en aquellos ojos cristalinos podía divisarse lo difícil que resultaba decir aquel adiós, haciendo sentir el corazón de Satoru sumamente pequeño.
- Sigue siendo ese alumno tan destacado, Yūta.
...

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𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫. (Sᴀᴛᴏsᴜɢᴜ)
Fiksi PenggemarLa perfidia de su amor se reflejaba en aquellas lágrimas escondidas en los rincones más profundos de su corazón, inconscientemente, Satoru buscaba a su otra mitad, una mitad que ya no le pertenecía en su totalidad. • Satosugu.