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Aquel día llovía
Sí, una tormenta muy gorda, de esas que hacen retumbar la casa y hacer que las luces se apaguen como su hubiera venido el poltergeist de turno a hacer de las suyas.
Pero era obvio que no era un poltergeist
-Cuanto tiempo....
Suspiré
-Eso se dice si uno está en condiciones de decirlo ¿No crees?
-Jm, bien visto
Me tendió la silla, o al menos eso intentó
-Siéntate, quiero hablar contigo
Le alcé la ceja
-No hay nada de lo que hablar
Sonrió fríamente
-¿Seguro? Porque yo creo... ¡QUE YO, DEBERÍA ESTAR DICIENDO ESO, NO TÚ!
Tiró el vaso al suelo, lo observé, con la mirada vacía
-Creía que ya tenías suficiente con amargarme la vida, ¿Hacía falta tirarme el vaso?
Sonrió, lentamente, y se empezó a reír
-¿De qué querías hablar? Y no me asustas, por cierto
Sonrió y dejó unos papeles encima de la mesa, los miré
-Qué coño es esto
-¿Tú que crees?
Lo miré mejor, y tragué saliva gruesamente
-¿Te puedo preguntar el por qué?
Sonrió
-Lo que realmente debes preguntarte es si de verdad te importó lo que hice
