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—¿Hoy también trabajarás de noche?
La voz de una pequeña niña se escuchó y Kakucho sonrió mientras se colocaba su chaqueta—Tengo que hacerlo. Necesitamos obtener la mayor cantidad de dinero posible para poder comprar más cosas. El invierno se acerca y debemos estar preparados.
—Ya sé, pero igual...—la niña sujetó su mano y le dió un ligero apretón—Te extrañamos. Antes pasabas más tiempo con nosotros, ahora casi nunca estás por acá.
Kakucho suspiró y se agachó para quedar a la altura de la pequeña—Lo siento. Te prometo que muy pronto volveré a estar con todos ustedes.
—¿Volveremos a jugar?
Tomándola en brazos, Kakucho asintió—Por supuesto que sí. Ahora debes ser paciente, ¿ya?
Antes de salir, Kakucho le dió un vistazo panorámico al lugar. Todo seguía igual a cuando él llegó hace años. ¿Alguna vez hubo un cambio importante? A lo mucho habían cambiado la vieja alfombra que cubría el suelo y las andrajosas cortinas llenas de polvo en cada ventana de la casa.
Los niños no merecen vivir así pensó Kakucho caminando por el pasillo hasta llegar al patio trasero en dónde se encontraban jugando el resto de niños y niñas que vivían ahí. No eran una gran cantidad pero aún así todos ellos consideraban aquella casa como su hogar y a Kakucho como un hermano mayor.
Más bien todos eran una familia. Kakucho los quería y cuidaba como si fueran sus hermanos de sangre a pesar de que él jamás tuvo hermanos. Sus pocos recuerdos de la infancia tan solo trataban de él y sus padres hasta el día en que los perdió para siempre en un terrible accidente automovilístico, dónde solamente él logró salir con vida.
Además del dolor de perder a sus personas más preciadas en ese accidente, cómo consecuencia del suceso perdió la visión del ojo izquierdo lo que también le causó una gran cicatriz la que pasaba por su ojo izquierdo y terminaba cerca de su oreja. Tuvo que pasar mucho tiempo para que aceptara su nueva apariencia. Fueron días difíciles en dónde ni siquiera era capaz de mirarse en un espejo. Incluso ahora siendo adulto tenía días en dónde le parecía un poco complicado poder tener confianza consigo mismo al momento de conocer nuevas personas.
—Ve a jugar. Yo ya me tengo que alistar para ir al trabajo—le dijo a la niña mientras arreglaba su cabello—Cuídate mucho y duerme temprano, no quiero que te quedes despierta hasta tarde.
—Lo mismo te tendría que decir. Siempre te quedas desvelado.
—...
—Pero supongo que tú trabajo te lo pide, ¿No?
Kakucho soltó una risa—Eres bastante lista pero recuerda que no debes inmiscuirte en temas de adultos, ¿Ya? Ahora ve a jugar.
La pequeña le dió una sonrisa y se alejó de él corriendo hasta dónde se hallaban el resto de sus amigos. Kakucho al verlos a todos felices sintió como su corazón se llenaba de ternura.
—Prometo cuidar siempre de todos ustedes—murmuró dándoles una última mirada antes de irse.
Una vez que llegó al trabajo tuvo que soportar las constantes indirectas de parte de sus compañeras de trabajo.
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Eres todo lo que necesito (kakuiza)
FanfictionKakucho trabaja cada noche como acompañante de citas. El dinero que obtiene lo da a un orfanato dónde pasó gran parte de su infancia. Izana por su parte es un modesto pediatra que logró superar cada obstáculo en su vida hasta convertirse en uno de l...