Capitulo 3

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Pov De Nadie 

Bella no podía creer su suerte cuando Rosalie la besó. Era una sensación increíble, el contraste de temperaturas y texturas lo hacía aún más impresionante de lo que ya era. Cuando sintió la lengua de Rosalie recorriendo su labio inferior no pudo contener el gemido que se acumuló en el fondo de su garganta. Cuando la lengua repitió su movimiento, Bella gimió de nuevo y abrió los labios para poder acoger la suave lengua en su propia boca. Esta vez ambas gimieron ante el nuevo contacto.

No supo cuándo sus manos empezaron a moverse por sí solas, pero de repente las tenía contra la fría piel de Rosalie y dibujaba patrones aleatorios, arrastrándose lentamente hacia dos pechos de formas perfectas. Cuando los cogió y pasó el pulgar por los nódulos ya endurecidos, Rosalie jadeó al besarse y gimió más fuerte. Luego acercó a Bella con las manos en la cadera y la condujo hacia la cama. En un enredo de miembros, cayeron sobre la mullida ropa de cama, y Bella aterrizó encima de Rosalie.

Empezaron a rasgarse la ropa y gemían cada vez que su piel desnuda se tocaba. El contraste entre ellas parecía perfecto y ninguna pensó en lo que estaban haciendo y dónde, ni en que los demás podrían volver de su cacería en cualquier momento. El único pensamiento que ocupaba sus mentes era el de sentirse el uno al otro y llenar ese lugar vacío dentro de sus corazones que les dolía por el otro.

Por fin sólo les separaba la piel y sus movimientos frenéticos se ralentizaron, mientras se contemplaban por primera vez. Bella ya había mirado antes, pero ahora, estando tan cerca, había muchas más cosas hermosas en la rubia alta que tenía delante. El deseo no sólo de ver, sino también de sentir y saborear aquella belleza venció por fin y Bella rodeó con los labios uno de los pezones rosados. El gemido que resonó en Rosalie fue prueba suficiente para que continuara con sus caricias.

Lentamente, pero con una confianza que la asombró, devoró a la rubia y movió las manos y los labios en patrones aleatorios por todos los puntos sensibles del cuerpo femenino. Cuando Rosalie prácticamente le suplicaba que le diera más, que por fin la liberara de toda la tensión acumulada, una sonrisa adornó sus labios. Saber que era ella quien podía hacerle esas cosas a la normalmente fuerte y fría vampiresa hizo que su corazón se hinchara.


Verdadero compañeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora