4. De acuerdo.

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No habían hecho más que besarse, pero ambos se encontraban muy acalorados. 

Minseok no comprendía por qué las sensaciones con Jongdae eran tan intensas, pero posiblemente era gracias a esa maravillosa forma en la que enredaba la lengua alrededor de la suya, o tal vez era su delicioso y cálido aliento, o puede que solo se tratara de él.

—¿Quieres hacerlo? —le preguntó sin aliento.

—Y todavía preguntas —Jongdae musitó con una sonrisa sobre sus labios.

—¿Eso es un sí? —Minseok murmuró.

—Esto es un sí —Jongdae le dijo al oído mientras le tomaba una mano para llevarla hasta su erección.

Minseok acarició el bulto en los pantalones de Jongdae y sonrió lascivamente; él estaba igual de duro.

—Vamos a tu habitación —Jongdae pidió mientras colaba las manos bajo el suéter blanco de Minseok.

Minseok se estremeció al sentir los dedos ajenos deslizándose por su espalda baja y empezó a deshacer los botones de la camisa azul de Jongdae. Maldita camisa, le quedaba tan bien, había estado deseando quitársela toda la noche.

Los abrigos y la camisa azul cayeron al suelo. Los labios de Minseok fueron directo a las clavículas de Jongdae; su lengua se deslizó por la piel, justo sobre los lunares.

Minseok —Jongdae murmuró complacido, le presionó las caderas y juntó sus cuerpos un poco más.

Minseok se alejó un poco para mirarlo. La luz de luna llenaba su sala a través de los ventanales y bañaba la piel de Jongdae con sensualidad. Le rodeó el cuello con sus brazos y lo acercó para volver a juntar sus labios.

Jongdae llevó las manos a la espalda de Minseok y se aseguró de mantener sus cuerpos unidos mientras se embriagaba un poco más con su aliento y con la forma en que jugaba con sus labios.

Llegaron a una habitación, entre jadeos y traspiés, y sin perder más tiempo, Jongdae despojó a Minseok del suéter blanco y empujó su cuerpo hacia la cama de impecables sábanas blancas.

Minseok lo atrajo para volver a juntar sus labios, pero los besos de Jongdae escaparon hacia su cuello dejando a su paso un leve rastro de humedad. Lo sintió descender por su pecho entre besos y recorrer su estómago, excitándolo cada vez más. Luego sus dedos le desabrocharon los pantalones y le bajaron el cierre... Y entonces se detuvo.

—Espera, Min, yo no contaba con esto —Jongdae musitó con la respiración agitada—. No tengo preservativos.

¿Preservativos?

Carajo, Minseok recordó un detalle importante que su mente nublada por la lujuria había enviado al olvido por un momento. Estaba embarazado. Mierda, ¿por qué estaba metiendo un hombre a su cama si ya había tomado la decisión de continuar solo? ¿Por qué, maldita sea, Jongdae había tardado tanto en reaparecer en su vida?

Dios, tal vez debía decirle. No, tenía que decirle.

—Podemos detenernos ahora si...

¿Detenerse?

Minseok realmente lo necesitaba, toda su piel suplicaba por él.

—No —murmuró—, yo debo tener alguno.

Estiró su mano hacia una de las mesitas de noche y buscó a tientas en el cajón. Encontró uno olvidado al fondo y se lo ofreció. Jongdae lo tomó luciendo aliviado y lo dejó sobre una de las almohadas.

Minseok lo observó. Tenía que decírselo, pero temía hacerlo, aunque no sabía exactamente a qué le temía. Jongdae le acarició el rostro, desde la sien hasta la barbilla. Minseok había perdido un poco la inspiración, pero Jongdae, ajeno a todo su caos interior, continuó con aquello que habían pausado. Sus dientes le rozaron el cuello lentamente y una suave descarga eléctrica atravesó su cuerpo. Las ganas se renovaron y multiplicaron en un instante.

IMPREVISTO [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora