Capítulo 1

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"Las reglas para operar un salón de arcades son sencillas. Recorres los pasillos, cargas las fichas, reparas lo que encuentras, te aseguras que todos estén contentos y los niños no estén destruyendo las máquinas en medio de sus berrinches."

... O eso fué lo que dijo el gerente de la tienda, un tipo unos años por encima de lo legal, que apenas había superado el acné y parecía tener cara de aburrimiento constante.

Derek Hale, de veintidós años, maldecía internamente a su hermana Laura, por empujarlo a tener un empleo en este lugar, justo cuando faltaban tres semestres para que pudiera terminar la universidad.

No lo necesitaban, económicamente estaban bien cubiertos gracias al seguro de su familia, pero ambos se habían aislado del mundo, tras la muerte de sus familiares en ese incendio.

Laura quería continuar con la vida, Derek solo quería terminar sus clases en línea y poder trabajar desde su casa como programador.

Claramente su hermana mayor fué la que terminó por ganar aquella disputa, dejándolo en esta situación.

Consiguiendole este empleo de medio tiempo, como reparador de máquinas arcades en este salón ambientado prácticamente en los ochenta/noventas, con máquinas de aproximadamente la misma época.

El lugar tenia un tamaño intermedio, con dos pasillos llenos de consolas y juegos de brillantes colores, un mostrador que tenía un montón de juguetes para aquellos que ganaban los suficientes cupones, y unas cuantas fotografías de un montón de personas que acudieron a la inauguración. Obviamente, no conocía ni a uno solo de ellos, así que no era como si de verdad le importara leer todos esos nombres.

Y No es que Derek se quejara de ser técnico a tiempo parcial, le encantaba la tecnología, y era bueno con ella.

Además, para su genuina suerte, no había muchas personas jugando de forma habitual, solo unos cuantos que parecían ir y venir con la misma rapidez con la que se esfumaron.

A excepción de un chico de unos diecisiete años aproximadamente, de mandíbula chueca, ojos y cabellos café, de aparente ascendencia latina, que estaba en este lugar de forma usual.

Aunque nunca llamaba la atención, siempre sólo, se mantenía reservado, taciturno, con una mirada de cachorro pateado, mientras jugaba algunos juegos sin sonreír ni una sola vez

Era, cuánto mucho, curioso, pero a Derek no le interesaba realmente demasiado, y tampoco intervenía en sus quehaceres diarios de una u otra forma. Así que lo dejó estar.

Al pasar de los días, que se convirtieron en semanas, y posteriormente en meses... Derek sonrió satisfecho, cuando se dió cuenta que la mayor interacción que tenía era la justa y necesaria con su jefe.

El resto solo eran máquinas, y hermosos circuitos antiguos, con los que le gustaba realmente trabajar.

«Tal vez esto no era tan malo...» pensó para sí mismo

El gerente le había dado una llave, para que hiciera sus últimas rondas, justo antes de terminar su turno, mientras todos los demás se retiraban

Cómo ya era su rutina habitual, recorrió una última vez por el pasillo, entre las máquinas, para asegurarse que todas estaban apagadas, justo antes de terminar su turno.

Caminó un poco, tarareando la canción Lost Woods de Zelda, y un suave sonido similar a un "ping" le llamó la atención, del otro lado del pasillo.

La luz provenía de una de las máquinas que estaba casi al fondo de todo, entre un par de juegos de tamaño considerable

Derek se sorprendió de ver ese arcade encendido, siendo que todas ya estaban desconectadas.

Se acercó hacía el lugar con curiosidad

Arcade Little Red (Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora