🩵Sentimientos💜

137 22 39
                                    

(N.O)

Al volver a su propio dormitorio, Samuel dejó la mochila con cuidado en la cama, no la abrió para ver a Vegetta, prefirió tomar sus cosas e ir a darse un baño para también darle su espacio a Vegetta y se fuera a dormir sin pelear antes de hacerlo.

No podía evitar pensar en su alma gemela. En todo lo que pudo o podría estar viviendo, en lo difícil que sería para él hacerle frente a todo solo. Le dolía en el alma todo lo que se imaginaba pero siempre que sentía que colapsaría se repetía a sí mismo que no era posible entender a su alma gemela porque él nunca vivió nada tan difícil.

Cuando volvió a su habitación se dio cuenta de inmediato que Guillermo no estaba en la habitación. Casi tan rápido como noto eso, encontró una nota que estaba pegada en la pantalla de la computadora del dormitorio.

Se acercó para tomarla y al hacerlo se dio cuenta (por la letra) que Fargan la había escrito:

"Salimos a ser oscuros... no seas rata topo y duérmete temprano"

El azabache sonrió de lado y dejó la nota pegada en el mismo lugar. Con la toalla que sostenía en sus manos comenzó a secar su cabello, mientras lo hacía camino a la cápsula para ver a Vegetta pero no lo encontró ahí.

Perdió la fuerza de sus manos y dejó caer la toalla al suelo, de inmediato empezó a pensar en lo peor, que Vegetta se había escapado, que buscaría agotar su vida para por fin librarse de él.

Estaba a punto de salir corriendo de la habitación cuando escucho la voz de Vegetta:

- Aquí estoy...

Samuel miró en la dirección que había escuchado su voz, estaba en la cama, echo bolita dándole la espalda. En ese momento el azabache dejó salir un suspiro aliviado, él no había visto que Veg estaba acostado en la cama.

No había considerado que estuviera ahí porque Veg nunca se recostaba en la cama del azabache, siempre estaba o en el escritorio o en su cápsula. Por eso era muy extraño que esta noche estuviera ahí.

- ¿Podemos hablar un momento? - pregunto sin mirarlo.

Samuel asintió (aunque sabía que Vegetta no lo estaba viendo). Se acercó lentamente a la cama pero en lugar de sentarse en ella lo hizo en el suelo, de esa manera su cara podía quedar más cerca de Vegetta y se mirarían con claridad.

Vegetta se giró y cruzó miradas rápidamente con Samuel, el pequeño tenía claros signos de un llanto reciente en sus mejillas, estas estaban manchadas con las lágrimas que ya se habían secado.

- ¿Qué ocurre? - hablo primero el mayor con la voz más suave que tenía.

- Yo... - como si no estuviera cerca de secarse, los ojos de Vegetta se llenaron de lágrimas rápidamente -... Lo siento Sam.

- ¿Por qué te disculpas? ¿Has hecho algo malo?

Con cuidado y delicadeza, Samuel acercó sus dedos a la cara de Vegetta, quería limpiar sus lágrimas, él pensó que como siempre el pequeño se negaría pero... esta vez permitió que su dueño lo tocara y lo consolara.

- Veg... habla conmigo... - casi suplico.

- Yo... desde que llegué a tu casa jamás te pregunte cómo te sentías...

Con aquellas palabras, Samuel supo enseguida que Vegetta había escuchado la conversación que tuvo antes con Guillermo. Ahora no podía evitar sentirse avergonzado por haber sido descubierto expresando sus sentimientos de esa manera.

Es que... en casa de Samuel, expresar los sentimientos y deseos de forma directa o con frecuencia no estaba bien visto. Sobre todo en el caso de Sam, porque era un hombre y si dejaba que los sentimientos lo dominaran sería muestra de debilidad.

Segunda Oportunidad / RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora