Parte única

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Izuku no podría estar más feliz con la vida que lleva luego de dos años de matrimonio, de verdad que no.

Esa es la frase que se ha estado repitiendo una y otra vez desde hace unos meses.

Quiere convencerse a sí mismo de que no necesita nada más, de que no le falta nada, de que no le falta alguien...

Y es que después de su primer aniversario, todo parece haber cambiado aburptamente. De repente tanto él como su esposo se encontraban más ocupados con el trabajo, el estrés se iba acumulando poco a poco, haciendo que su relación se fuera distanciando a pesar de vivir bajo el mismo techo.

Izuku no podía dejar de pensar en que quizás se apresuraron demasiado. Después de todo solo están en sus veinticinco, sus padres les advirtieron que aún eran jóvenes, que debían disfrutar más... pero el amor pudo más y terminaron casándose un año después de que Katsuki le pidiera matrimonio en sus últimos semestres de universidad, una cita en el parque mientras compartían crepes. Era su cuarto aniversario de novios.

Ambos se conocían de toda la vida, Izuku no recuerda cuándo ni cómo, pero sabe que ha amado a Katsuki desde que eran solo un par de niños jugando a salvar el mundo en ese parque cerca de casa. Por eso, luego de años de noviazgo, de haber experimentado todas sus primeras veces juntos, luego de conocerse hasta el más mínimo detalle y de haber expresado su cariño de todas las formas habidas y por haber; Katsuki decidió dar el siguiente paso como su máxima muestra de amor, e Izuku no dudó ni un segundo en darle el .

Todos sus amigos estaban felices por ellos, aunque de sus padres no se puede decir lo mismo. Ambas familias hablaron seriamente con ellos, querían que lo pensaran mejor, que pasaran más tiempo juntos antes de unirse en un lazo tan importante y especial. Pero Izuku no supo entender que un matrimonio no solo se mantiene a base de amor y cariño.

Al final, sus padres los convencieron de "intentarlo", yéndose a vivir juntos. Y así lo hicieron, fue el año en el que estuvieron comprometidos, planeando la boda. Querían que fuera algo sencillo, ya que sería después de la graduación y solo tenían los ahorros de sus trabajos a medio tiempo, y entre la universidad, la renta del apartamento y todos sus gastos personales, el dinero apenas les alcanzaba.

Sin embargo, fue en ese tiempo en el que Izuku empezó a notar cambios en Katsuki. Debido al tiempo y a su diferencia de horarios en la universidad, había días en los que solo se veían por la mañana antes de salir, y por la noche antes de ir a dormir. Aún así Izuku amaba su rutina, amaba estar en la cama con su prometido, abrazándolo y sintiendo su calor tan cerquita hasta quedarse dormido. Por la mañana se despedían con un beso luego de que Katsuki le preparara el desayuno y se asegurara de que comiera bien. Siempre lo regaña por descuidarse y no comer a sus horas, pero es que en ese tiempo Izuku tenía tantas cosas en la mente que hasta se le olvidaba comer, y tampoco podía culparlo, ya que una de esas cosas eran los planes para su boda.

Pero si había algo que verdaderamente le quitaba el sueño a Izuku, era el hecho de que luego de haber anunciado su compromiso... algo bastante particular comenzó a ocurrir, hasta volverse parte de su rutina luego de dos años de matrimonio.

Comenzó una mañana de primavera, cuando alguien llamó a su puerta. Izuku creyó que era Katsuki, quien había salido hace solo unos minutos para la universidad y se le había olvidado algo.

–Sabes, es raro que te olviden las lla– y antes de poder terminar la frase, al abrir la puerta se encontró con un chico de uniforme azul en lugar de los bonitos ojos rojos que esperaba.

—Disculpe, ¿es usted Izuku Midoriya?

—Oh, sí... disculpa, creí que eras alguien más.

—No se preocupe, yo solo vengo a entregarle esto. — y sin más, le entregó un ramo de flores moradas con un pequeño sobre y se fue luego de despedirse.

Ramito de Violetas [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora