III

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Lily se había convertido en una bola peluda que apenas podía caminar con sus cuatro patas, dormía todo el día y solo se levantaba para buscar su alimento, incluso habían veces en las que decidía hacerlo para fastidiar a Severus, tal y como se encontraba haciéndolo en ese preciso instante.
— Lily , bájate de ahí, maldita sea. —Severus soltó un suspiro de molestia, intentando ponerse de puntillas para tomar la cola de la felina, pero solo logró que ella encogiera su cola aún más para evitar aquel agarre. —Mi paciencia se está yendo a la mierda.

Una suave risa se hizo resonar por el lugar y escuchó como una silla era dejada detrás suyo, acercándola lo más cerca posible mientras unas manos se posaban en su cintura para voltearlo, rodando sus ojos al visualizar aquel rostro con una pizca de burla en su expresión. Sí, había olvidado por completo que Sirius estaba en su casa "ayudándole" con el cuidado de Lily.

— Aleja tus manos de mí, mocoso. —Le respondió por lo bajo y golpeó sus manos para alejarlas, tomando la silla y subiéndose sobre esta para agarrar a su gata con cuidado, sin prestarle más atención al de rulos.

— Un gracias mínimo, ¿no? —Sirius enarcó una ceja.

— Vete a la mierda, no te pedí ayuda.

Sirius rodó los ojos y se mantuvo en silencio, no estaba sorprendido, Severus era por lo general alguien muy difícil de tratar. Y sí, lo sabía, no mintió cuando dijo que sería un dolor de culo para el menor desde que cruzó por su puerta.
Tal vez llevaban alrededor de cinco meses de conocerse, pero Severus aún seguía siendo algo seco y grosero, aunque Sirius no comprendía la razón, era algo muy confuso para él.
Habían veces en las que el mayor era muy simpático e incluso coqueto, él aprovechaba cada oportunidad en la que Severus mostraba su lado más frágil. Claro, quizás una vez al mes, pero al menos podía aprovecharlo.

Un ruido lo sacó de sus pensamientos y se dio cuenta de que estaba solo en la cocina después de haberle intentado ayudar a Severus, por lo que se levantó de su lugar y se dirigió hacia el salón de donde provenía el ruido, encontrándose con el más bajo sentado sobre el sofá mientras veía televisión y Lily dormía sobre la alfombra que rozaba sus pies.

— Lily es realmente perezosa ahora. —Murmuró, sentándose al lado de Severus, quien solo asintió ante sus palabras sin siquiera apartar su mirada de la pantalla.
Sirius se pasó las manos por su cabello con frustración, desde que lo conocía siempre era lo mismo cada vez que intentaba acercarse a él. Pequeñas palabras, simples sonidos, alguna mirada de reojo, un ligero asentimiento con su cabeza. Eso era todo lo que Severus podía ofrecerle y Sirius realmente se preguntaba en dónde había quedado la amabilidad fingida de su mayor cuando lo acompañó por primera vez a la veterinaria con Lily.
Recién empezaban a conocerse y como cualquier ser humano era agradable al principio, excluyendo la parte en la que había irrumpido en su casa para amenazarlo con romperle la cara, ahora conocía al verdadero dueño de Lily.
Miró de reojo a Severus cuando sintió una presión sobre su hombro, encontrándose con la cabeza de aquel chico recostada en su hombro mientras algunos ronquidos sonaban por lo bajo, siendo acompañados por el volumen alto que mantenía la película que aún seguía reproduciéndose en la televisión.

Sirius sonrió inconscientemente al tener a Severus durmiendo sobre su hombro, sin embargo sabía que era algo incómodo, al menos él sentía que la posición sería incómoda para el mayor y quizás podría despertarse con dolores musculares, por lo que le dio un par de sacudidas a su cuerpo, escuchando como Severus soltaba un gruñido de molestia.

— Déjame dormir. —Bufó, acomodándose mejor en su hombro e intentando cerrar los ojos de nuevo para seguir conciliando su sueño.

Sirius suspiró.
— Estás durmiendo sobre mí.

Severus se levantó a toda prisa, percatándose de un ligero rastro de saliva sobre la camisa de Sirius, sintiendo como su rostro se teñía de rojo por la vergüenza de haberse quedado dormido sobre aquel mocoso.
Intentó ignorarlo y no mencionó ni una sola palabra luego de aquel acontecimiento, intentando concentrarse de nuevo en aquella película, aunque difícilmente lo logró, sus pensamientos seguían distrayéndose con la calidez que sintió cuando estuvo tan cerca de Sirius.

Pasaron varios minutos donde la cinta cinematográfica se volvía cada vez más aburrida, sin sentido e incluso con una actuación que hasta le resultaba desesperante. Un típico cliché. Terror cliché. Se percató muy tarde de su pésima decisión. Era innecesario como algunas películas de terror añadían algo de romance, no tenía sentido, era absurdo. Lily era afortunada de estar durmiendo y no viendo aquella basura de película.

— Si sigues mirándome juro que voy a golpearte. —Severus gruñó.

Sirius solo soltó una suave risa, pero no le obedeció, al contrario, ahora que lo veía de frente no podía evitar analizar cada uno de sus detalles, desde aquel par de labios rojizos hasta sus orbes negros.
Severus era precioso, no parecía que alguien con un rostro así de adorable tuviera una actitud tan malhumorada, pero incluso aquello se veía bien en él.

— Severus.

—¿Qué quieres?

Sirius se relamió sus labios, sintiéndose nervioso de repente, él no quería cagarla con el mayor, no quería ocasionar algo que quizás hiciera que Severus quisiera alejarse, pero no podía negar lo bien que se sentía cuando estaba cerca de él o lo mucho que deseaba besarlo cuando Severus le respondía malhumorado con su boca formando un puchero cada vez que hablaba, probablemente inconsciente, quizás Severus no sabía que él solía hablar con su pequeña boca en puchero. En realidad, quizás Severus ni era era consciente de cada uno de esos detalles que lo volvían tan imposible de no admirar.

— Si no me dices qué mierda quie-

— Eres lindo.

Severus abrió un poco sus ojos por lo repentino que había sido su comentario, apartando su mirada rápidamente e intentando ocultar su sonrojo poniéndose una mano sobre su boca, fingiendo que tosía para aclarar su garganta.

— Mocoso, creo que es hora de que vuelvas a casa. —  Severus se mordió su labio sintiéndose de repente tan pequeño, no se sentía capaz ni de mirar al menor a los ojos.

Sirius no pudo evitar sonreír al analizar cada una de las reacciones de Severus, quizás no era lo que esperaba, pero al menos sabía que su comentario había provocado algo en el mayor y que no había sido tan en vano aquel impulso que tuvo de halagarlo.
No quería irse de su casa, pero sabía que Severus era capaz de sacarlo a patadas, por lo que se agachó un poco para acariciar el pelaje de Lily, despidiéndose de ella de alguna manera y luego se levantó para dirigirse hacia la puerta. Severus lo siguió, recostándose sobre la puerta cuando la abrió, observando como Sirius salía en silencio, sin voltearse ni a observarlo.
Severus apretó sus puños y se lamentó por lo que iba a hacer, pero no pudo evitarlo, no cuando ya había tomado al menor del brazo para voltearlo.

- Sirius, yo... — Severus se rascó su nuca, pensando un poco en lo que iba a decir. —Gracias por ayudarme a cuidar a Lily hoy.

- No me agradezcas. —El menor habló, regalándole una suave sonrisa de aquellas que reducían sus ojos casi hasta volverlos inapreciables. —Cuidaría a Lily todos los días solo para pasar un día contigo, Severus.

Un guiño.

Un maldito guiño de nuevo.

Severus cerró la puerta rápidamente, sin responderle, la cerró prácticamente en su cara y solo escuchó
la risa de aquel chico mientras se alejaba de la casa.
Su corazón latía con tanta velocidad que sentía que podría incluso detenerse en cualquier momento.

En qué diablos se había metido.

␥ › (cat)astropheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora