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"¿Qué?"
Es todo lo que se te ocurre decir. ¿te estaba proponiendo matrimonio? No, no lo haría... ¿verdad?
"Es un regalo,sweet pea ."
Su sonrisa fresca y su dulce apodo tiene tu corazón de colibrí sin poder relajarse en un golpe constante contra tu pecho.
"Es un anillo de bodas, Troy."
Uno espera que recoja la pista y explique lo que quiso decir con esto. Lo amabas tanto y no querías arruinarlo asumiendo.
"Es un anillo porque eres mía. Todo mía."
Lo quita de tu puño apretado, presionando tu mano hasta que pueda deslizar el metal brillante sobre tu dedo anular
"¿De dónde lo sacaste? ¿Una maleta?"
Lo sabías, pero querías oírlo decirlo. Era una tontería, pero la forma en que lo dice acelera tu corazón.
"Lo conseguí de un infectado. Bastante lindo también. No tan lindo como tú."
Se inclina hacia delante y te da un beso suave en la frente. Un ritual que no se atrevería a romper.
"No tiene nada de especial."
Dejaste escapar un aliento que no te diste cuenta de que te estabas sosteniendo y sonreías mientras miraba la nueva joya. Este simple anillo no es nada comparado con el surtido de collares que descansan en tu cuello. Y, sin embargo, es la única joya que te importa.
"En realidad te tengo otro regalo."
Te susurra humildemente al oído, capturando tu lóbulo de la oreja entre sus dientes. Tienes que agarrarte de sus bíceps mientras el calor te quema.
"Este no te lo puedo dar aquí."
Su sonrisa es retorcida. Sus ojos son grandes y brillantes ante la idea de presentarte lo que solo puedes suponer que son horas de él haciendo temblar tus piernas.
