Prólogo

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"Dejar que el destino haga su trabajo".

No, esa frase no existia en el vocabulario de Avril Linwood, y nunca existirá.
Ella era más bien del tipo de perseguir sus metas, no de las que esperan a tener una oportunidad.

El rumor de que cierta bella actriz iba a acudir a una gran fiesta en pleno corazón de Los Angeles, se había expandido como la niebla.

Un foco se prendió en la cabeza de la rubia, una espectacular idea había caído sobre su dulce cabeza, y esa era traicionar la confianza de sus padres. Lo siento, escapar para escabullirse a la fiesta.

- ¡Carajo! - Se quejó susurrando al sentir como una astilla se clavaba en su dedo. Mal noche para tener una ventana con marco de madera.

Cruzó su pierna izquierda y luego su torso, hacía el otro lado del vidrio. Colocó su pie sobre la escalera que había colocado minutos antes y luego sacó la otra mitad de su cuerpo. Bajó cuidadosamente las escaleras y la escondió detrás de los arbustos de su patio trasero. Acomodó su vestido blanco con la ayuda de sus manos y corrió hasta el frente de su hogar.

- ¡Corre! - Le susurraron sus amigos desde el auto de Camila, la conductora y "mamá" del grupo.

La rubia se apresuró y se subió en la parte de atrás, haciéndole compañía a Teddy. El de rulos cobrizos la miró con una sonrisa victoriosa y ambos rieron.

- Ahora si, perras. - Habló Nate desde el asiento del copiloto y Camila empezó a conducir. - ¡Nos vamos de fiesta! - Gritaron los cuatro al unisono para luego reír a carcajadas.

- Entonces, Vril... Teddy. - La castaña llamó la atención de sus amigos, los cuales la voltearon a ver. - ¿Hoy van a conquistar a sus celebrity crushes? - Movió sus hombros mientras preguntaba con un tono y ojos pícaros.

- Dios mío, Annaka Fourneret y Nick McGowan son tan lindos. - Se mordía el labio Nate, mientras se abanicaba con su mano.

El pelirrojo y la rubia reían desde sus lugares, aunque por dentro sentían un poco de vergüenza.

- Haré todo lo posible. - Confirmó Linwood. Luego todas las miradas, menos la de la chica al volante, se dirigieron a Theodore.

- Ay chicos, yo tengo algo de vergüenza. - Rascó su nuca y el resto de sus amistades soltaron quejidos.

- Nosotros te vamos a ayudar, pelirrojo. - Anunció la conductora, para luego buscarlo con su mano y desordenar su cabello.

Teddy chilló, si había algo que odiaba era que le tocaran sus perfectos rizos. Podía tardar horas en hacerlos lucir brillantes y sanos.

- Te voy a demandar, Peralta. - Lloriqueo mientras se peinada con sus dedos y todos en el auto se burlaban.

- Pobre Cami. - La consoló su amiga mientras la castaña ponía cara de perrito mojado y la miraba por el retrovisor.

Al paso de treinta minutos, el grupo de mejores amigos se aparcó en la entrada de una lujosa mansión. Mansión en la cuál la famosa fiesta estaba dando comienzo.

Todos se bajaron ansiosos del auto y corrieron hasta la entrada. Tuvieron que esperar a que un gran grupo de gente quisiera entrar para luego poder mezclarse con ellos, debido a que ninguno tenía invitación.

Podrían pasar horas hasta tener una oportunidad de entrar, pero era mejor que nada. Y así esperaron y esperaron, mientras simulaban estar charlando en la entrada, como si fueran unos más de los miles de invitados.

Al cabo de unos minutos, otro grupo de amigos, quienes parecían tener la misma edad que ellos, empezaron a entrar en la casa mientras hablaban a gran volumen. Aquella era la oportunidad perfecta, así que decidieron caminar detrás de ellos y hablar de la misma manera que lo hacían.

I'm sorry, I love you - Annaka FourneretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora