Te extraño, Extraño.

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Perteneciste a una fria luz, una imaginaria, una perfecta, donde todo eran risas y frases que me hacían amarte y yo te observaba desde la cálida oscuridad de mis mantas, cuando era demasiado tarde para mantener los ojos abiertos y muy temprano para ver salir el sol e inventé voces para darle vida a tus palabras, las que pronto serían mi hogar, y las subía todo volumen.

Y lo más triste de todo fue saber que solo estaba en mi cabeza, saber que jamás seré suficiente en algo para merecer algo como eso: para merecer palabras escritas por el amor y cariños tallados por la imaginación, merecer voces que consuelen los duelos de lo más profundo de mi corazón.

Fue nuestro mejor momento y apenas nos dimos cuenta, aunque, más bien, fue mi mejor momento. Porque no estabas, fisicamente ahí, conmigo. Eras tan solo aventuras con las que sigo soñando, los recuerdos que nunca habríamos vivido. Extraño nuestras noches, mis noches. En las que habría muerto para hacerlas realidad, en las que fui capaz de dormirme y sentir que se habrían cumplido, en las que al despertar me sentía ebria, ebria de esperanza, de alegría y de un insoportable pero reconfortante dolor. En las que te sentía a vos, a tu lejana presencia y a tu misterioso alrededor.

Extraño inventarme lo que te pasaría, lo que dirías, lo que sentirías sin importar que me sorprendan con otras noticias, con otras tragedias.

Extraño pensar que me pertenecías aunque sabía que tus diálogos eran para otra persona, una que sí pertenecería a tu mundo, una que deseaba ser.
Extraño algo que nunca pude llegar a tener, se siente raro dejar ir a algo que nunca te perteneció, soltar algo que no se ató a vos, empujar algo que esta fuera de alcance.

Duele simular que jamás amé algo que me hizo sentir más que cualquier grupo de personas de esta injusta realidad.

Mees B.

simple complicadoWhere stories live. Discover now