He besado a Alba Reche

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Días desde la desaparición de Alba Reche: 4
Días hasta la graduación: 39

A veces, cuando Natalia está estresada, se imagina en otra vida.
No como si fuera otra persona. Se imagina a sí misma en un universo en el que consigue ser guay y estar buenísima y en el que todo el mundo valora sus capacidades y su inteligencia, como si fuese un cazador de vampiros en la Inglaterra eduardiana. Es una estrategia para salir adelante, ¿vale?

Para intentar tranquilizarse mientras va en coche a clase, se imagina en un banquete de postín. Se remanga la falda de seda para dejar al descubierto la daga que lleva sujeta al muslo con un liguero y luego la arroja a la otra punta de la habitación, justo a la pared, a un dedo de la cara de la vampira Alba.
No funciona; entra en el aparcamiento de los estudiantes con lo que a su mamá le gusta denominar "un humor de perros perreros". Oli llega tarde, como siempre, pero Marta y Álvaro ya están ahí, apoyados contra el guardabarros del Mustang de Álvaro. Comparten coche, porque los padres de Marta no pueden permitirse comprarle uno.

—Vaya cara, parece que se te haya metido algo por el culo —le dice Álvaro a Natalia cuando esta sale del coche y lo cierra de un portazo.
—Toma, te ayudará —dice Marta ofreciéndole un café.
Da un sorbo largo, pero no ayuda a que se disipen los quinientos murciélagos que chillan en su mente, todos llamados Alba Reche.
Cuando levanta la vista, Marta la está mirando con lupa, así que Natalia esboza una sonrisa forzada. No tiene ganas de contar lo que ocurrió después del episodio de anoche en el autoservicio del Taco Bell; pero cuando más enfadada parezca, antes le preguntará Marta.
Todes sus amigues saben qué opina de Alba. Álvaro estaba en la clase de Historia Universal cuando tanto Natalia como Alba eligieron a Ana Bolena para la presentación de mitad de trimestre y Alba sacó unas décimas más porque ofreció galletas caseras de marchpane, el precursor del mazapán, con forma de rosa, como si fuese un hada de la época tudor. Oli dejó que Natalia le apretara los dedos de la mano hasta dejárselos casi pulverizados cuando anunciaron en la capilla que Alba había sido elegida Estudiante del año del Penúltimo Curso, un galardón para el que descalificaron a Natalia por "conducta personal". Es una broma recurrente entre les cuatro: Natalia y su amarga némesis, una chica agradable y perfecta que le cae bien a todo el mundo.

Si les contara al resto de sus amigues lo del beso (cosa que no piensa hacer, debido a los complicados sentimientos que tiene en cuanto a la privacidad de Alba), seguramente le montarían una fiesta para celebrar que ha besado a la Tía Más Maciza del Instituto y le entrarían ganas de tirarse por la ventana. Y si se enteraran de lo de las pistas, la bombardearían en el chat de grupo por dejarse arrastrar dentro de la espiral de la enfermiza misión de búsqueda de Alba, y entonces le entrarían ganas de tirarles a elles por la ventana. Así pues, es mejor para todes que se lo calle.

—¿Has sabido algo del frente piso compartido? —pregunta Natalia, que sabe que lo más sensato es cambiar de tema.
Álvaro y Oli van a ir a la Universidad de Alabama y a la Escuela de Diseño de Rhode Island, respectivamente. Oli compartirá habitación en la residencia con alguien que conoció en una partida de internet del servidor del Final Fantasy XIV, pero Álvaro todavía no sabe con qué tipo tendrá que convivir.
Álvaro muerde el anzuelo.

—Aún no. Mi nuevo miedo es que se trate de un tío hetero que esté buenísimo. No puedo pasar el primer año fuera de casa con un amor no correspondido por un tío que vaya con corbata a los partidos de fútbol.
—Quizá tenga amigos que estén bien —dice Natalia.
—No me hago muchas ilusiones con los gais que pueda encontrar en Tuscaloosa —dice Álvaro.
—Será genial —opina Marta—. Puede que conozcas a un tío que tenga cinco trajes de raya diplomática o a un tío que quiera llevarte de paquete en su squad, pero en cualquiera de los dos casos vivirás un tormentoso romance bajo el espectacular docel de robles.