- Septiembre 3, 1983
Entonces, intercambiamos números, y nos embarcamos en organizar nuestra reunión puramente profesional. Ricardo me llamó a los dos días de conocernos, diciendo que era para ver si había pasado un número equivocado o no, terminamos hablando por dos horas. Acordamos encontrarnos en unos días en la mítica cafetería bonaerense, Dorrego. Yo llevaría un par de inéditas de mi portafolio personal, y él llevaría un par de las revistas que editó y artículos que escribió. En nuestras llamadas nos íbamos conociendo, de a poco, datos básicos que nos hacían entender el contexto del otro. Me enteré de que tenía dos años menos que yo y que hace unos tres años que trabaja en la revista Pelo, antes trabajaba para el diario de su ciudad natal, Rosario. Quedó sorprendido cuando le conté de algunos trabajos que se me dieron, como los festivales con Queen, o The Cure. Evadí la parte de Pedro y Charly, no tenía por qué saber.
Al acercarse la fecha que habíamos acordado, empecé a revisar mi portafolio, organizando que llevaría y que no. Aunque para cualquiera podría ser bastante obvio, la gran, gran, mayoría de las fotos inéditas, que no estaban bajo la cautela de alguna compañía, eran de Charly. Mientras las yemas de mis dedos pasaban por las imágenes, sonreía sin siquiera darme cuenta. Me permití a mí misma viajar a aquellos momentos en los que fui tan feliz al lado de Charly, dejándome llevar por el aire libre newyorkino y la envolvente simpatía del pianista. Obviamente que era doloroso ver lo que había perdido por un estúpido egoísmo, y una cruel traición, pero era diferente ahora. Con el tiempo, las heridas más profundas y frescas fueron cicatrizando, y ahora miraba el pasado con otros ojos. Lo veía como un aprendizaje, una experiencia que sin dudas extrañaría, y que nadie podría replicar, pero no podía dejar que me condicione.
Esta foto la saqué antes de entrar, con los nervios de saber que de alguna manera le tendría que explicar por qué tenía tantas fotos inéditas de Charly García en situaciones cotidianas.
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Entró al lugar con su portafolio en mano, haciendo sonar la campanita que estaba justo arriba de la puerta de la cafetería-bar. Dándole un rápido vistazo al lugar, localizó a Ricardo, sentado en una de las mesas que estaban contra la pared. Le sonrió y caminó hasta donde estaba sentado, saludándolo con beso en la mejilla antes de sentarse frente a él. Al cabo de unos breves minutos, mientras conversaban acerca de todo y nada, una mesera se acercó, ofreciéndoles el menú. Ricardo se pidió un café americano y un tostado árabe, mientras de Diana se pidió un jugo de naranja exprimido y dos medialunas. En el medio de su merienda, finalmente surgió el tema por el que habían arreglado el encuentro. Diana se llevó el vaso con jugo a los labios, intentando esconder su nerviosismo mientras veía a Ricardo sacar las revistas y los recortes de los artículos. Puso una tapa de revista sobre la mesa y un recorte de artículo.
"Estos son unos que ya tenía de Virus, de cuando sacaron Wadu-Wadu," Dijo sonriente, "Son de los que más le gustan a la gente."
Entre sus manos tomó la portada, una foto de los miembros de Virus vestidos todos de negro, el fondo rosa resaltando las siluetas. Grande, arriba, en el medio, encabezando la tapa, las letras con el efecto metalizado rotulaban "PELO". En las esquinas inferiores de la revista, en unas letras mayúsculas rosas con borde azul, decía "EL VIRUS DEL BAILE" seguido por un texto más pequeño, "La nueva ola hace ruido, cómo Virus encantó al público con Wadu-Wadu." Le gustaba el contraste y la elección de palabras, además que la foto seleccionada era interesante.
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Pasajera en Trance | Charly García
RomanceDiana Duarte, fotógrafa profesional, conoce a Charly en un pequeño viaje que hace con su pareja, Pedro Aznar, a New York. Una foto lo empezó todo.