Prologo

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Las Notas Del Alma #1

Al caer metros y metros dentro de la indiferencia misma, también caes en cuenta que estas perdido, ya no hay nada que pueda sacarte o eso creía yo. Me daba igual que me arrastrarán por todo el país buscando oportunidades, yo sólo vivía en automático esperando que los años pasasén, hasta asentarmé con las plantas y desinflar el pecho. Me daba igual el lastimar a la gente que quería, ya que el escosor en la garganta era lo único que sentía. Podía llegar tarde a clases y ni siquiera sentirme culpable, ya que la razón por la que me sentía así le ganaba a todo, porque me sentía culpable de ser yo. De reirme como me reia, tuve que dejar de hacerlo y convertir esas risas en mentiras, mentiras tan simples como responder que andas bien, aunque quieras de la vida de todos desaparecer. Desaparecer para no almacenar más errores, para no lastimar a nadie más, y seguir sola por el resto de los eones, o bueno.. eso podría ser exagerado, no tenía fe de vivir hasta las 30. Yo buscaba aprobación, pero no para sentirme importante y resaltar, sino para dejar de sentir que cada suspiro era algo que hacía mal, algo de lo que mi familia se arrepentía y quería sacar de sus vidas. Quise hacerles el favor, desaparecer para no cumplir más con ese exasperante rol. Me dijeron tantas veces que estaba bien, que terminé por creérmelo, aunque el espejo me dijera lo contrario. Me sentía culpable de la persona que era, de lo que pensaba y de cómo reaccionaba, siempre iba a ser mi culpa porque reaccionaba de tal forma, pero nunca de los insoportables comentarios de como se me veía la ropa. Llegué a sentirme tan culpable que no merecía felicidad, merecía estar sola autodestruyendome sin piedad, dañando mi mente y cuerpo. Mi alma quedó destrozada, cada fragmento perdido en cada corte autoinfligido. Cada desmotivación aumentaba con cada ardor de garganta al expulsar la comida ingerida y  sentir culpa después de una simple cena. A veces, por mas que no aguantemos mas, no queramos volver a sentir la luz del sol ni cruzar ningún otro puente sin caer, llega la aceptación. Te das cuenta de que cada fragmento roto es una oportunidad para sanar, lo que sorprende porque te creías acorralada sin oportunidades ni escapes. Hay veces que quieres correr pero al no saber donde, aparece la desesperación, en donde tiras manotazos de ahogado intentando salir y escupir todas las penas que tu alma almacena. A veces imagino que si hubiera seguido sola, sin salvavidas que me ayude a nadar a la orilla, hubiese sido comida lentamente por los moluscos, y creo que no me hubiese molestado, al menos, después del último suspiro, hubiese servido de algo. Viéndolo desde ahora, desde este lugar, creo que puedo arraigar esos males, esas culpas y miedos escondidos para avanzar, y no solo sanar, si no para reencarnar en una mejor versión de mi, una que no se odie, que no sienta culpa por ser como es, que no busque cada mínima excusa para destruirse, que pueda comer sin tapujos ese antojo que debería ser una celebración y no una sentencia de muerte, que pueda tener espejos por todo lados para que le recuerden, no solo el arte de la metamorfosis, sino que cada herida valió para algo, así como ahora, yo valgo para algo.

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