El Abismo

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Capitulo 2: El Abismo...

Vacío... Todo se siente vacío. Ausente como si la consistencia de mi cuerpo se hubiera apagado poco a poco, al igual que los latidos en mi pecho y las pulsaciones en los oídos. Lentamente mis músculos se entumecen por una onda de cosquilleo, como si cada extremidad se hubiera dormido y este luchando para despertar.

Dormir... Yo estaba durmiendo. ¿Qué carajos sucedía?

Desde luego sentía mi anatomía recostada, tal como si me encontrara en mi cama, pero ese peso sobre mi caja torácica... No, esto no era normal.

Lo sentía tan intenso, tan real y definido como un bloque de toneladas que cada vez apretaba más a mis pulmones. Quise correr pero la carga me lo impedía, así mismo como el final de un día triste y sometedor. Intenté gritar pero mi garganta se encontraba sellada, como si un nudo hecho por el mejor marinero se hubiera atascado entre mis cuerdas vocales y no permitiera la vibración de nada. En aquel instante, entre la absoluta desesperación y la paz de no seguir luchando, un terrible dolor se expandió por cada célula y músculo; acalambrando así cada terminación nerviosa que aún podía percibir debajo del gran peso. Ese dolor desgarrador, tal como un rasguño directo al centro de mi fuente sanguínea, hizo que me arqueara hasta casi aplastar mis costillas unas con otras; tal dolor ardiente y abrasador obligo a mis músculos a reaccionar y moverse sin control.

Sabía lo que se sentía. Podría compararlo con un ataque de pánico y tal vez esté lo era. El peso insoportable en el pecho y el nudo inmerso en el centro de mi garganta, atorando toda brisa de oxígeno que luchan mis pulmones por absorber y la sofocación al mezclar estos dos factores. El dolor insoportable en cada extremidad y el tambor retumbando en mi cráneo al igual que el pulso explotando constantemente en mis oídos.

Debía moverme, necesitaba saciar ese impulso de arquear cada hueso hasta quebrarlo. Todo mi cuerpo se tensó y comenzó a temblar desenfrenadamente como yo bien conocía. Toda la fuerza, que me era quitada por las palpitaciones sofocantes y la desesperanza, fue devuelta al sentir menos poder sometiendo mi cuerpo, al percibir mis músculos más ligeros y mi pecho más lejos de mi columna.

De repente, todo se aclaró, mis manos comenzaron a espantar puñados y puñados de tierra. Mis pulmones se anestesiaron al recibir aire y mis ojos se empalagaron por la mínima luminosidad que era perceptible en el ambiente. La luna llena se hacía visible a 238.000 millas de distancia y cargaba a mis ojos con incomodidad y fastidio por su fuerte luz; teniendo en cuenta que en realidad es un astro opaco y sin brillo propio es decir bastante.

El frío y la niebla se concentraban con tal pesadumbre que podía percibir cómo se colaba entre mis huesos y les arrebataba cada gramo de calcio que podían almacenar. Mis piernas flaquearon al momento en el que mi cuerpo expulsó, con una profunda arcada, un liquido negro y viscoso con una consistencia de bilis.
Poco a poco mi respiración se fue regulando y mis palpitaciones, coordinaban con esta, al igual que cuando contaba hasta diez y dejaba que tres hielos se derritieran en mi pecho; quemando mi piel aunque devolviendome el control.

Aquel lugar era extraño. Una vibra pesada y sofocante se colaba en tu tórax sin dejarte respirar ni pensar hacia donde correr; tan fuerte como un chaleco de fuerza. Mis musculos entumecidos, como si los huebieran estirado con uno de esos metodos de tortura antiguos, lucharon para levantarse y ponerme de pie sin ningun contratiempo ademas de un pequeño mareo que casi me hace caer de bruses al piso. Fue en ese instante cuando pude observar algo además de la intensa luna y las hierbas que se encontraban en mis pies, ahora bañadas en residuos de desconocida procedencia. Mi cuerpo se encontraba sucio, cosa que era de esperarse, aunque no era lógico el camisón, blanco y tan delgado como una seda, que lo adornaba y cubría mi anatomía. Algo estaba mal.

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⏰ Última actualización: Feb 26 ⏰

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