Radio, hilos y tela

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—Entonces... ¿a donde vamos ahora?

Pregunto aquella princesita mientras aquel demonio alto la tomaba por los hombros llevandola a sabra quien donde.

—¡Oh querida! Creeme, ¡te facinara la persona que estoy a punto de presentarte!

La emoción de aquel pelirojo hizo que la rubia se dejara encaminar por los largos pasillos del lugar en donde hace unos momentos le habian presentado a la dueña llamada Rosie.

Una dama bastante elegante a su parecer, todo en ella tenia gracia, elegancia, y hermosura, parecida a una reina de los antiguos siglos de las que Alastor le conto.

Caminando por aquellos pasillos podia divisar el tapiz de color rojo con algunas rosas rojas talladas en el, el piso también se podia admirar con aquella alfombra color vino que lo adornaba y de alguna u otra forma lo hacia ver acojedor.

Al estar admirando el lugar, el chico la paro de golpe frente a una puerta de caoba con un pequeño cartel que tenia tallado el nombre "________".

Volteo hacia aquel demonio quien habia borrado su sonrisa por unos segundos mientras admiraba el nombre, algo muy raro en el que la hizo dudar por un momento.

Segundos despúes el demonio suspiro y volteo la perilla sin soltar el hombro de la más joven.

Dentro de aquella habitación alegante llena de dibujos de vestuarios por todas partes, habia una joven que, al igual que Rosie, tenia puesto un vestido que al parecer era de epocas muy lejanas, su cabello un poco alborotado pero peinado al mismo tiempo con varias plumas que sobresalian de el, y en sus delgadas manos yacia una aguja con hilo pinchando la tela de un sombrero varias veces.

Aquella femina no se habia dado cuenta de la presencia de ambos demonios en el marco de la puerta, asi que ella solo siguio haciendo lo suyo.

Creyó que, como todo el tiempo, seria Rosie o alguna de sus amigas que siempre entraban sin avisar, ella solo esperaria a que se sentaran en el sillón enfrente de ella y empezaria a hablar y tal vez a ofrecer alguna taza de té o algún aperitivo.

Pero esta ves no fue alguna conocida, nisiquiera era mujer, era aquel demonio con olor a madera quemada.

Al alzar la vista hacia el "joven" sentado frente a ella, este sonrio dejando una fina linea en su boca.

La princesa miraba fijamente la sonrisa de aquel hombre, sus sonrisas siempre llevaban aquellos dientes amarillos y puntiagudos, más ahora no se miraba ni un indicio de ellos.

—Alastor

—________

La modista le miro fijamente y en un parpadeo de ojos se paro de golpe.

—¡ALASTOR!—Grito enojada mientras lo apuntaba con un dedo.

—¡________!—Grito también el demonio tomando a chiste la reacción de la femina.

—TÚ

—YO

Sin decir más, la chica tomo un gancho de madera y se lo lanzó.

—TÚ, DESAPARECES 7 AÑOS SIN DEJAR RASTRO ALGUNO ¿¡Y TE DIGNAS A APARECER ASI COMO ASI!?

La princesa observaba todo desde un rincon del cuarto con una sonrisa un poco incomoda, sabia que no debia estar ahi, pero no podria salir tan facilmente.

—¡LARGATE DE AQUI ALASTOR! SI PUDE 7 AÑOS SIN TI PUEDO OTROS 20—Grito, mientras tomaba una caja llena de agujas y la lanzaba hacia él.

La ira en ella crecia más y más al ver al chico tan sonriente, sabia que estaba disfrutando de todo aquello como si fuera un show solo para el.

El locutor y la modista// Alastor x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora