Cuatro

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Apenas sucedió lo de Mina, Sana se replanteó muchas cosas, vio a su amiga tan decidida con una felicidad que nunca antes había notado en sus ojos, y no dudó en acompañarla en los últimos momentos que tuvo con ella ahí.

Incluso cuando Mina informó que abandonaba definitivamente los hábitos, el padre Nam al verla junto a ella le dijo: "Espero que tú también no seas una de éstas asquerosas pecadoras.", al parecer y por rumores escuchó que Jihyo mencionó que Mina abandonó los hábitos por una mujer y que esa mujer era Chaeyoung, se sorprendió que apenas lo supo no dudó en contarle a su fiel confidente que ahora se encontraba fuera del convento: Nayeon.

Sana no paraba de darle vueltas a las cosas, no había pasado mucho desde su conversación con Dahyun y ahora que Mina también se fue, sentía que estaba perdiendo el tiempo encerrada ahí.

Al principio pensó que tenía un motivo más que suficiente para quedarse, ya que Dahyun era lo único que necesitaba, pero la rutina se volvió cada vez más absorbente que un día sin pensarlo, junto sus cosas decidida a irse.

Dahyun ingreso a su habitación esa noche y se encontró con la escena de la mayor empacando.

—¿Qué estás haciendo?. —Preguntó desconcertada, Sana sin mirarla respondió.

—Me voy. —Dahyun sintió su corazón latir erráticamente y sus manos temblaron.

—¿Qué? ¿A dónde? ¿Por qué?. —Tenía muchas preguntas en ese momento, Sana se encogió de hombros y se giró para mirarla.

—Ya no puedo seguir viviendo esta mentira, me aburre la rutina y la única razón por la que seguía aquí, eras tú. —Admitió y suspiró con una sonrisa apenada. —Pero entiendo que ésto sea lo tuyo y decidas quedarte, no puedo obligarte, pero yo nunca quise ésto, nunca lo elegí, me lo inculcaron y por mucho tiempo pensé que era lo único que tenía, pero ahora se que no es así, y no me siento cómoda continuando el resto de mi juventud y vida aquí.

—Pero.. ¿Y nosotras?. —Tartamudeó preocupada.

—Puedes venir conmigo. —Dijo con una sonrisa llena de esperanza que desapareció al segundo, porque Dahyun negó.

—Quedate. —Exclamó dolida, Sana negó.

—Te amo, Dahyun. —Cerró su maleta y visualizo alrededor verificando el no olvidarse de nada. —Tu amor me hizo sentir viva desde el primer momento, gracias a tí descubrí lo que era enamorarse de alguien, desde el primer momento estuve loca por ti y sé que lo seguiré estando muchísimo tiempo más, porque estoy casi segura de que eres el amor de mi vida aunque no estemos juntas allá fuera ¿sabes?, quiero que entiendas que quiero ser libre, quiero dejar de vivir nuestro amor encerradas aquí, a escondidas, sin que nadie lo sepa porque a mí me gustaría mostrarle al mundo entero que estoy contigo, sin vergüenza, sin límites. —Una lágrima cayó de su mejilla y Dahyun se acercó rápidamente a limpiarla, aunque inevitablemente ella se puso a llorar también. —Gracias, gracias por mostrarme lo que es vivir.

—¿A dónde irás Sana? Es tarde, tienes que hablar con el padre Nam. —Sana negó y río nerviosa.

—Me las arreglaré Dahyunie, no quiero lidiar con todo el abandono oficial, solo quiero irme y ya. —Rodeó su cintura con sus abrazos y junto sus cuerpos abrazándola fuerte contra su pecho. —Portate bien a partir de ahora ¿ok?, confiesate con Dios y haz las cosas bien.

—No quiero.. por favor, no te vayas. —Dahyun desató un llanto desesperado que hizo que el corazón de Sana se parta en mil pedazos, pero ya no tenía sentido seguir así, no podía quedarse. Tomó el rostro de la pelinegra y la besó, la besó con tanta intensidad y pasión que estuvo casi segura que dejó su corazón ahí.

Nun / Parte; Saida. EpílogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora