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Renjun había entregado su trabajo, había sacado sus veinte puntos, y como era de esperarse, había superado a todos los demás del salón.

La campana anunció que era hora de almuerzo, así que recogió todas sus cosas con tranquilidad, y en seguida sintió unas manos agarrarle el trasero como si la vida dependiera de ello.

—Vamos, tengo hambre.

—Podrás hablar sin tener que toquetearme?—Dijo poniendo la mochila en su espalda y saliendo al pasillo junto a su amigo.

—Oye, encontraste tu credencial?

—Salí de la casa sin ella, estoy seguro.

—O pudiste haberla perdido mientras corrías, o en el bus cuando casi te caes, por cierto, quién era ese chico?

Renjun aguantó la sonrisa que se quería formar desde la comisura de sus labios. Y encogió sus hombros.

—No me fijé en su nombre, pero no lo he visto antes.

—Hmm... podría ser que es nuevo? En la ciudad y en la escuela, hay una gran posibilidad de eso, de hecho.

—Por?

—Mi amigo.—Cruzó uno de sus brazos por los hombros pequeños del chino quien lo miró esperando cualquier tontería salir de sus labios, lo podría apostar.—Quien no me conozca a mí no conoce a nadie, y quien no conozca a nadie no me conoce a mí, entiendes?

Renjun se lo pensó por tres segundos como si fuera algo para reflexionar, después quitó el brazo del otro de un manotazo.

—No tenías hambre? Cállate y vamos a comer.

Las cosas cambian tan pronto, de repente se encontraba desanimado al llegar a la cafetería y sentarse, mirando sus fideos pálidos como si tuvieran depresión.

Supongo que realmente soy un adulto ahora...

Sí... era deprimente.

Pensó eso seriamente mientras solo había silencio y Jaemin se atragantaba con su comida, quizás también en su mundo. Los murmullos de todas las personas habían dejado de molestarle hace mucho. Las estaciones de este año por alguna razón habían estado tan apagadas, cansado de los días y los meses, cansado de la vida, no la disfrutaba como le gustaría hacerlo y eso solo lo hacía sentirse decepcionado de sí mismo.

Con un suspiro se dignó a llevar los palillos a su boca con un poco de comida. Quizás solo era el estrés por los finales, y todo terminaba siendo exageración suya.

Necesitaba algo que lo animara, tratar algo nuevo, pero para Renjun ¿qué podía haber? Dibujaba precioso y ya cantaba y bailaba como súper estrella en el baño.

Quizás un viaje lejos de todo le vendría bien, uno de al menos una semana, o quizás salir a caminar por la calle más a menudo mientras escuchaba música, eso le cautivaba el alma de vez en cuando.

Pero aún así se sentía tan aburrido.

Necesitaba algo más!! Algo que le haga sentir adrenalina quizás, o que haga que su corazón se detenga o lata demasiado fuerte, algo...

—Huang... Renjun?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz sólida y varonil, no podía reconocerla, pero cuando levantó la cabeza debió abrir sus ojos tanto que por un momento los sintió fríos.

Algo como eso.

—Creo que esto es tuyo, lo iba a dejar en la oficina más tarde para que te lo devolvieran, pero te he visto aquí antes.—Estiro su mano hacia él.—Eres tú verdad? Huang Renjun.

Baisers VolésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora