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"The French Library" Sonaba de fondo. Los invitados se movían al paso lento de la canción. Pocas voces se oían en el pacífico salón.

—¿Vamos? —Preguntaba yo, impaciente.

—Dos minutos más. Quiero ver cómo termina el baile —Me contestaba Kai, dándome un pequeño golpe para que me apartara de su vista. Su mirada permanecía en las personas que se mecían como hojas con el viento. Volteé mis ojos.

—Que aburrido eres. ¡No están haciendo nada!  —Bufé de mala gana, cruzándome de brazos y mirándolo con una expresión fastidiada.

No me contestó. No sé por qué le encantaba tanto la música clásica. A veces solo me quedaba creer que era porque su familia era de mucho dinero. Él ya debía de estar acostumbrado.

Ir a la mansión donde vivían ellos era como un sueño. Las pijamadas eran las más divertidas de todas, y la comida de calidad era aún mejor. Al menos comparado con la pequeña pocilga donde vivía yo.

No les recomiendo vivir en Venzor. Es un lugar lleno de gente que se apropia de lo que no es suyo. Y, la verdad, tampoco pasa nada interesante.

En Velusia es diferente. La gente tiene mucho dinero y cada uno se ocupa de lo suyo. Los chicos de mi edad son buena gente, la comida es muy rica, las casas son gigantes, y.... Uf, creo que me estoy pasando un poco, ¿no?

—¡Vamos, Kai! —Me quejé, tomándole de su manga y tratando de levantarlo de la silla.

—Ve yendo tú —Rezongaba él, soltándose de mi agarre.

Suspiré exageradamente y me di la vuelta, corriendo hacia la puerta. Si él no quería ir, iría yo solo.

Crucé la entrada esquivando a los pocos guardias que estaban vigilando la entrada. Ya me conocían así que no le tomé mucha importancia. No es como si me fueran a detener o algo.

El jardín era gigante. Estaba plegado de árboles, plantas, flores y algunos animalitos silvestres, como conejitos y gatitos.

Respiré hondo, oliendo el aroma a tierra húmeda y lluvia. Solo podía gozar de tanta paz cuando me encontraba en el hogar de Kai.

Caminé lenta y calmadamente por el césped. Mis pisadas resonando suavemente acompañadas con el ruido de unas pocas cigarras y grillos.

Creo que pasé horas metido en ese bosque. No recuerdo bien, pero ví como Kai se acercaba a mí corriendo. Era una idea tonta ahora que lo pienso, pero ignoré su presencia y me mantuve parado entre el campo de flores. Rosas, para ser exactos.

Hasta que sentí que alguien tiraba de mi camiseta. Era un guardaespaldas de Melanie, la madre de Kai. Estaba acompañada de algunos otros guardias y gente que tenía la pinta de quebrarme el brazo de un apretón. No me había percatado de que habían llegado más personas con él. Sentí un bajón en el pecho y me empezó a entrar el pánico. ¿Estaba en problemas?

Lucían enojados. Todos.

Excepto Kai.

No podía leerle la mirada. No hacia contacto visual conmigo. Pero la marca de una mariposa negra en su muñeca estaba brillando. Mis ojos se abrieron como platos e instintivamente tomé un pequeño paso atrás, antes de ser tomado por el grandote.

El tipo me sostenía del cuello de la camisa y noté la mirada de repugnancia de Melanie.

—Y pensar que dejé entrar a gente como tú a mi hogar. Debería haber hecho esto hace tiempo —Murmuró, escaneandome con la mirada.

Mis manos agarraron la del que me sostenía y comencé a retorcerme en su agarre, desesperado.

—¡Sueltenme! ¿Qué está pasando?

Melanie atrajo con brusquedad a su hijo al frente y lo hizo que se mantuviera cara a cara conmigo. Yo lo miré con una expresión de angustia.

—¡Kai! ¡Suéltame! —Grité, con la esperanza de que caiga una roca del cielo sobre la cabeza del tipo que me sostenía y así poder salir corriendo.

Pero no pasó.

En cambio, Kai extendió su mano hacia mí. Lo miré fijamente y me quedé hecho una estatua por un segundo. Tuve que parpadear cuando noté el ardor en mis ojos, los cuales seguro estaban rojizos.

—No... No puedes... ¡Lo tienes que hacer con intención! —Dije en un lloriqueo, mirándolo con angustia.

Observé como sus labios pronunciaban un silencioso "Lo siento", antes de sentir el frío tacto de su mano en mi brazo. Mis ojos se abrieron abruptamente y solté un grito ahogado desde mi garganta.

No podía. Tenía que tener  la intención de apagar mi vela.

Sentí como si un escalofrío me recorriera la espalda. Mi visión se volvía borrosa y noté fuertes pinchazos por todo el cuerpo.

Un dolor retumbante se formó en mi cuerpo cuando sentí un tanto de vértigo, dejándome con esa sensación rara en mi estómago. Me habían arrojado a las rosas. Tenía espinas clavadas en mi cuerpo.

No pude evitar soltar un fuerte grito.

Rompí en un sollozo tembloroso, tratando de moverme. Creo que en ese momento entendí porque me llamaban "lagrimitas" en el cole, en primaria. También entendí que lo único que sentía era miedo y dolor.

Miré hacía mi brazo y observé el tatuaje de una llama que teníamos todos los de Venzor. Todos los que no nacimos especiales siendo Athereos o Névicos. Ellos mantenían el ritmo de personas a flote, sino probablemente todo sería un caos.

Parpadeé con una mueca de dolor. La llama de mi brazo se estaba apagando de a poco. Mi miedo se estaba volviendo realidad.

La desesperación de no poderme despedir de nadie y solo morir ahí me oprimía el pecho. ¿Aparecería como homicidio? No creo, seguro que la familia de Kai habría ocultado todo. Nadie se hubiera enterado de nada.

¿A quién le creerían? ¿A un niño pobre de Venzor, o a uno rico y guapo de Velusia? Estaba clara cual sería la respuesta más probable.

—Eres un ladrón. Tienes la osadía y el atrevimiento de quedarte en nuestro hogar y robar cosas como un vagabundo. —Melanie escupió, mirándome con repugnancia, cómo si yo fuera un perro callejero.

Ni siquiera pude pronunciar palabra alguna. Oí una fría risa proveniente del guardaespaldas, antes de notar como se daban la vuelta.

Ví como se alejaban en la oscuridad de la noche, dejándome solo entre las rosas y espinas. Una mariposa negra salió de entre los árboles, posándose sobre mi brazo. Giré mi rostro con la poca fuerza que me quedaba y pude notar como tenía mi nombre grabado en sus alas.

Ahora todo el mundo que encontrara esa mariposa sabría que estaba a punto de morir. Moriría a manos de mi propio mejor amigo.

Kai se dió vuelta una última vez, mirándome con ojos un tanto cristalizados.

Ya no sentí nada. Todo se volvió negro y caí inconsciente. Había quedado abandonado entre las rosas y espinas.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2024 ⏰

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