Capítulo I: Spartak

4 0 0
                                    

Tula año 2004, enero.

Eran las cinco de la mañana, las calles empezaron a ser más animadas conforme más y más puestos se abrían a los habitantes de la ciudad, el bullicio de la ciudad en el amanecer es mágico daba la sensación de progreso y un avance en la vida de los supervivientes de la enfermedad y la guerra, el cambio de página la oscura historia que atenuaba la memoria de los habitantes de la ciudad.

Aun asi eso no detuvo al desarrollo de la sociedad, siendo el caso ciertos puestos ya estaban recibiendo clientes mientras otros aún no daban señales de abrir, aún así no era nada malo después de todo las fiestas eran recibidas por todos los habitantes, se acercan las fiestas de noche vieja y los ciudadanos esperaban ansiosos la apertura de las tiendas faltantes.

Tiendas de repostería estaban abarrotadas con personas que querían comprar un postre, mientras que otros eran puestos de ferretería que proporcionaban materiales para reparar o arreglar los hogares en pos de dar paso a un nuevo año con un hogar limpio y digno.

Pero no todo es felicidad, la milicia estaban muy atentos en todo lo que sucedía dentro y fuera de la ciudad. No sabían que disturbio o acontecimiento podrían suceder por ende se toman el tiempo para vigilar casas, calles y callejones.

Pero aún en ese estado de alerta la milicia no sufría por algún atentado ya que la gran mayoría de los habitantes se aseguraban de sus propios negocios y los vagabundos eran llevados a centros de atención básicos donde se intentaban de anexar a lar hornas trabajadoras o ya sea de paso si poseían conocimiento técnico de alguna rama de la ciencia, literatura, matemática o ingeniería; serían ingresados a la sociedad soviética post-nuclear.

Siendo así el hurto debería ser imposible, ¿verdad? Pues no es el caso dentro del perímetro de la ciudad ya que las fuerzas militares no permiten la proliferación de ladrones o saqueadores, pero fuera de este las circunstancias no son nada favorables, normalmente los habitantes fuera del alcance de los soldados se tienen que defender por sus propias manos.  

En más de una ocasión los habitantes exteriores han sufrido de asalto y robos. Y las autoridades no tienen mucho efectivos que puedan atender esas situaciones.

Es por ello que existen los combatientes de la "Casona", un edificio que originalmente era un establecimiento para descansar, teniendo en su alcance una antiguo poso en el centro para conseguir agua potable, conectada a un antiguo complejo de cuartos, siendo un lugar ideal para descansar.

El lugar era en un comienzo un bar que un cantinero remodelo y se estableció ahí, mientras poco a poco fue renovando y expandiendo su fama poco a poco el lugar fue frecuentado por los cazadores y mercenarios,  que buscaban donde beber.

El lugar era como y muy fácil acceso, por lo que viajeros iban y venían, y siempre buscando descanso. Por lo que rápidamente se tomó el tiempo para reparar y arreglar el antiguo edificio edificio; una vez terminado el lugar fue punto de referencia en la ciudad,  tanto que los visitantes llegaban por montones y no sólo ellos, los cazadores hacían negocios dentro del establecimiento, los mercenarios agendaban sus misiones y los habitantes pedían al dueño permiso para fijar un pedido en un tablero blanco. Poco a poco el lugar se convirtió en un área de combatientes, vendedores.

Aun así el dueño no estaba de acuerdo ya que su taberna no estaba hecha para ese tipo de asuntos y mucho menos que se reunieran mercenarios.

Eso era lo que el dueño pensaba, y mientras el tiempo pasaba la ciudad revivia y gracias a los mercenarios el establecimiento seguía abierto, por lo que oficialmente había remodelado el lugar para que los mercenarios y combatientes tuvieran un lugar donde reunirse.

Historia Y crónicas más alla del Día RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora