IV

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La persecución se fue a la mierda.

Los atracadores se habían escapado con el dinero y él había sido baleado por uno de ellos. Miraba su nueva herida con rabia, un solo error de unos alumnos y terminó con una cicatriz nueva, "nueva inseguridad desbloqueada" pensó algo divertido, intentando verle el lado gracioso a la situación. Horacio lo ayudó como pudo, presionando la herida de su costado hasta que la ambulancia llegara a su ubicación. Los alumnos habían intentado seguir con la persecución luego de la balacera, pero la diferencia de experiencia era clara, y en cuestión de minutos habían perdido la visual.

La ambulancia no tardó en llegar, los EMS bajaron sus bolsos para estabilizarlo y meterlo al vehículo, Horacio llamó una grúa para el Z y decidió irse con ellos, debía cuidar de Gustabo. Dentro de la ambulancia le quitaron la parte superior de la ropa, dejando el chaleco a un lado junto a su maltratada camisa, verificaron la entrada de la bala y afortunadamente, la salida, al menos no tendría que entrar a quirófano para que se la retiraran. Pronto llegaron al hospital, fue bajado junto a la camilla para entrar a urgencias, Horacio tuvo que quedarse afuera por su nerviosismo y por orden de los paramédicos.

Le colocaron una vía para administrarle los analgésicos, varios médicos lo atendían, revisaban su frecuencia cardiaca, saturación de oxígeno y presión, cosas de médicos. Afortunadamente para su suerte la bala no había causado un daño demasiado grave, con ayuda de exámenes rápidos lo confirmaron, sus órganos estaban perfectos, sin daño alguno. Por indicaciones del médico jefe, solo se debía limpiar, desinfectar y suturar la herida de ambos lados, por la entrada y salida de la misma, además de recibir una vacuna contra el tétanos por si acaso.

Los médicos abandonaron la habitación luego de cerrar la herida, no sin antes verificar la salud de Gustabo. Lo dejaron con analgésicos directos a la vena y con claras indicaciones de no hacer tanto esfuerzo innecesario, claramente no podría trabajar por un tiempo y eso le cabreaba, se iba a aburrir en casa.

Unos suaves golpes lo sacaron de su trance, solo atinó a dejar pasar a quién estuviera golpeando con tanta insistencia. Un agitado y asustado Horacio entró a la habitación al escuchar la voz del rubio, su pasamontañas estaba desordenado y suelto fuera de su camiseta, tenía los ojos rojizos y los párpados inflamados, era claro que había llorado. Se acercó a paso rápido a la camilla para ver a su hermano, quien tenía el pecho descubierto y un parche grande en la zona de la herida, además de la vía intravenosa de su brazo.

–¡Gustabo! –chilló el menor, abrazando fuertemente al rubio, olvidando por leves momentos su herida.

–¡Ay, Horacio me duele! –dio un saltó por el dolor, a la par que intentaba apartar los brazos del de cresta– ¡Me duele!

–¡Lo siento, si no hubiera escogido a los nuevos reclutas esto no hubiera pasado! –se disculpó, al borde de las lágrimas, nuevamente.

–Ya pasó Horacio, tranquilo, ya no me morí –río por su chiste malo, Horacio no hizo más que aumentar su llanto y la fuerza de su abrazo–¡A-ay! ¡Que estoy bien, estoy más fuerte que un roble!

–¡Perdón! –dijo aflojando su agarre.

–Te voy a dejar calvo si sigues disculpándote, no creo que a tu ruso le gusten los calvos.

–No me amenaces así, solo estoy preocupado –se defendió Horario, alejándose un poco. –Los alumnos están afuera también, saben que en cierto modo, fue su culpa lo que pasó...

–Lo fue, pero aún están aprendiendo –suspiró con amargura, quería irse del hospital, su olor lo mareaba– Solo diles que estoy bien, y llama al viejo que me quiero ir, que venga a firmar la mierda esa pa' irme a casa.

Secretos      [intenabo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora