SR. SONRISA

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Tengo que admitirlo, me dan miedo los payasos, y no porque todos los demás también sientan miedo a ellos, mi temor provino de un payaso en especial, el Sr. Sonrisa.

Hace varios años atrás, mi madre me hizo una gran fiesta, compro globos, piñatas, comida y finalmente contrato a un payaso para el evento principal. De todo lo que había en la fiesta, lo más grande no era el pastel, era el payaso, tenía unos ojos pervertidos, una expresión de depravación y finalmente, una gran sonrisa. Una sonrisa que nunca dejaba de hacer; cada segundo del día, con una gran sonrisa.

Después de comer pastel, a la sala donde iba hacer el espectáculo principal. Esperamos varios minutos a qué el Sr sonrisa entrara, aun que algunos niños no aparecían por ningún lugar.

La puerta se abrió estruendosamente y de un gran golpe entro, había algo diferente en el, el traje qué antes tenía era negro, ahora estaba casi totalmente de color rojo y no un rojo simple, era un rojo vivo y oscuro.

-"Niños, perdón por llegar tarde, estaba ayudando a sus amigos a tener una sonrisa", dijo chistosamente mientras buscaba un objeto en su bolsa. Saco de la bolsa un objeto, era un poco redondo y estaba envuelto en una cobija negra.

-"Quiero presentarles a un pequeño amigo mío, se llama Sr. Cabeza Feliz". Le quito la cobija al objeto y se revelo, era una cabeza decapitada, pintada de blanco, con los ojos chorreando sangre. Mis amigos se perturbaron y salieron corriendo del lugar, yo trate de escapar, pero Sr. Sonrisa me cogió mientras estaba desprevenido por el perturbador objeto.

Sr sonrisa, me llevo al sótano, donde decía que estaban sus "otros amigos". Estaban sentados tres cuerpos sin vida, con la cabeza tapada por unas cobijas.

Le quito las cobijas a los cuerpos, eran los niños que habían desaparecido, habían sido apuñalados, torturados y disfrazados de payasos y tenían una sonrisa grabada en sus caras, era simplemente grotesco.

Sr. Sonrisa, saco de un baúl un gran cuchillo, estaba todo manchado de sangre; lo cogió, y se me fue acercando.

No podía hacer nada, ni gritar por ayuda, Sr. Sonrisa me había tapado la boca con un pañuelo ensangrentado y me había amarrado a una silla.

Lo único que logro hacer Sr. Sonrisa fue hacerme gritar y llorar por el dolor que hacia al cortarme los dedos. Al final, el piso estaba manchado de sangre y yo lloraba, trataba de hacer algo para sálvame, pero estaba bien atrapado y sabia que iba a morir. Antes de que la policía destruyera la puerta y entrara, el Sr. sonrisa me tomo de los hombros y solo le tomo unos segundo decir una frase que hasta hoy no llego a olvidar:

-"Vamos, no estés triste, ¡sonríe!"

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