Varias semanas después de aquella incómoda noche, Criston y Aegon se prepararon para la fiesta del solsticio de las naranjas, una celebración muy esperada en su nuevo hogar, tan aficionada a las deliciosas frutas. A pesar de sus diferencias, decidieron dejar de lado los malos rollos y sumergirse en la alegría y vicios de la festividad, cediendo parte de su cosecha a los vecinos de la bella localidad.
El pueblo estaba adornado con guirnaldas y colores festivos. La plaza central bullía de actividad, con vendedores ambulantes de naranjas exóticas, músicos callejeros y una atmósfera de alegría contagiosa. Aegon, siempre el alma de la fiesta, estaba ansioso por sumergirse en la celebración, mientras que Criston se mostraba más reservado pero dispuesto a disfrutar del ambiente.
Se encontraron con un grupo de turistas de Invernalia. Eran personas muy siesas y aburridas pero amables. Uno de ellos, por ejemplo, les invitó a visitar su huerta congelada de naranjos. Después de charlas con ellos un rato, la música animada los atrajo hacia el centro de la plaza, donde una gran hoguera iluminaba la noche. Los aldeanos bailaban y reían, y los exiliados reales se unieron a la diversión.
El antiguo candidato a rey, con su energía inagotable, se mezcló rápidamente con la multitud, participando en todos los juegos y actividades. Bailaron y cantaron mientras Sir Pelo Pantene, observaba la escena con una sonrisa falsa, deseando irse cuanto antes a dormir.
La noche avanzaba, y la fiesta alcanzaba su punto álgido con la ceremonia de encender las antorchas mágicas. Cada antorcha representaba un deseo para el nuevo año. Aegon, emocionado, compró un par y le entregó una a su compañero con una mirada juguetona.
"Vamos, Criston, haz un deseo. Será divertido", insistió Aegon, sosteniendo una antorcha en sus manos.
El excaballero, después de dudar por un momento, suspiró y sonrió. "Está bien". Colocó la antorcha en la hoguera, viendo cómo ardía más intensamente con los sueños de la gente.
La noche continuó con risas, bailes y brindis. Después de beber lo suficiente, Criston empezó a pasárselo bien. La fiesta del solsticio de invierno se convirtió en un punto de inflexión, marcando el comienzo de una comprensión más profunda entre los dos compañeros de exilio.
Mientras bailaban en la plaza, Criston y Aegon observaron una tensión sutil comenzar a tejerse entre ellos. Era una energía diferente. Bailaron juntos, pero más pegados, como si cada paso estuviera marcado por la conciencia de la creciente atracción física.
En un momento de extrema tensión, Aegon se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos buscando los de Criston con una intensidad palpable. Criston, por un instante, sintió la tentación de cerrar la distancia pero se echó hacia atrás. Aegon frunció el ceño, visiblemente afectado, y apartó al otro con un empujón. Un suspiro apenas audible escapó de los labios de Criston. Se quedo allí de pie, observando a Aegon alejarse y perderse en la oscuridad.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Perdooooooooooooooon por tardar en publicar, es que he estado bastante ocupada terminando el TFM. ESpero que os guste sino pues a llorar a la esquina, saluditos y regaladme naranjas, perdón, me gustas!!! Hasta luegui pringaos
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Danza de Naranjas
HumorCriston Cole y Aegon II Targaryen dejan atrás la lucha por el Trono de Hierro para comenzar una nueva vida como vendedores de naranjas y huir de la Danza de Dragones.