Malcom Drummond
Pisaba fuerte y con enojo mientras avanzaba entre las personas que se encontraban en el gran salón, tenía que salir de ahí lo más pronto posible si no quería tener un arrebato que pusiera en vergüenza a mi clan.
—Hijo —me detuvo mi madre al colocarse enfrente para impedir mi huida —. No tomes las cosas como algo malo, piensa en que podrás mantener la paz, es un acuerdo muy bueno.
—No puedo casarme con una Sassenach —dije con desprecio.
—Eres el nuevo Laird del clan Drummond, es un sacrificio que debes realizar por tu gente —explicó mi madre posando sus manos en mis brazos —. Sé que harás un buen trabajo, querido.
Sin más, se marchó para ir al encuentro de mi padre que la recibió gustoso entre sus brazos. Ellos se amaban y siempre quise algo así, pero ser Laird solo traía consigo responsabilidades enormes que acarrear, mi deber como líder era ver por mi pueblo y eso significaba mantener la palabra de mi padre al comprometerme con una británica desconocida.
—Malcom —llamó mi primo.
Al parecer hoy todos estaban dispuestos a evitar que me marchara.
—Dougal —respondí esperando a que hablara.
—Ten, creo que la necesitas —dijo el castaño, entregándome un poco de whisky —. Una sassenach, no me lo esperaba —. Sus ojos se posaron divertidos en mí.
Empujé su hombro con fuerza haciéndolo reír.
—Mi padre ha perdido la cabeza —comencé a quejarme —. Pedirme que me case con una mujer de estirpe maldita es algo descabellado —. Dougal rodea mis hombros y me guía al exterior del castillo.
—Dicen que es de alta cuna, su familia es muy importante en el ejército británico —contó, bajando la voz cuando personas se acercaban a saludar —. Brodie no es tonto, eso les dará inmunidad a nuestros clanes.
Así que ese era el precio del compromiso.
—Estaré rodeado de una familia de casacas rojas —espeté volviendo a darle un trago de la cantimplora.
—No te desanimes, puedes disfrutar un poco de tu libertad, aún queda una semana para la unión —intentó animarme el castaño —. Además, no sabemos si la mujer es una belleza, estoy seguro de que si lo es no tendrás problema en ir a la cama con ella toda tu vida —dijo riendo.
—Si es una mujer vanidosa y remilgada no lo creo —me lamenté —. Nos vemos luego, Dougal.
Miré los árboles del bosque y las montañas a lo lejos y no pude evitar sonreír, perderse en la belleza de Escocia, sin duda alguna era la definición de libertad. Algo que estaba a nada de perder. Con una última mirada, ingresé al castillo para ir a mi dormitorio.
El ruidoso salón me volvió a recibir, mujeres danzaban de un lado para otro, algunos de mis primos tenían a algunas señoritas sobre sus regazos sin dejar de beber. Todos celebraban menos yo, una unión por deber no era agradable, pero no la rompería, no si estaba relacionada con la política. No retractaba la palabra de mi padre porque sería una deshonra para mi clan y para mí como hombre, un buen líder nunca huye de su deber o su palabra.
—Mi Laird —saludó una de las criadas cuando ingresé a la habitación.
—Agnes —dije a la mujer y le indiqué que saliera con un gesto de manos.
Me recosté en la cama tratando de despejar la mente, sin embargo, unos pasos ingresando a la habitación hicieron que me pusiera de pie nuevamente. Esperaba encontrarme con Agnes, mis padres o alguno de mis primos, incluso mi hermana junto a su esposo y mis sobrinos, pero la silueta de una mujer distinta estaba parada mirándome con una sonrisa coqueta.
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El precio del compromiso
Historical FictionLa vida del joven Laird Malcom Drummond da un giro inesperado cuando su padre lo compromete con una dama británica como precio de una alianza poderosa. Antes de aceptar su destino, Malcom se aventura por las tierras escocesas, pero en su viaje, se e...