IV

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Advertencias:Fetiche con la sangre

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Advertencias:
Fetiche con la sangre.
Mención de canibalismo.
Escenas sexuales.

°•~━━✥ 𝒂 𝒍𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝒃𝒊𝒕𝒆 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒌𝒊𝒍𝒍 ✥━━~•°



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Un jadeo ahogado se escapa de sus hinchados y maltratados labios cuando otra mordida en sus hombros le envía espasmos por la espalda hasta la cadera, moviéndose inquieto de su lugar en búsqueda de más fricción entre su entrepierna, más pronto que tarde un par de grandes manos se apretaron contra los huesos de su estrecha cintura, manteniéndole en su sitio sobre el sofá de su escritorio. El cuerpo que se cernía sobre él cubrió el brillo del candelabro tipo araña que colgaba en el techo, dejando que su cabello rojo como la sangre y piel brillara a contra luz.

Luego de unos segundos el demonio causante de sus jadeos y temblores levantó el rostro de su lugar entre su hombro y cuello. Es así entonces que, debajo de él, Lucifer se fija más detalladamente en los grandes ojos de venado que tenía el demonio amante de la radio, un fuerte rojo vibrante que ahora no hacían más que mirarlo con hambre y deseo casi maniático, y si él no fuera el soberano del infierno, Lucifer podría haberse sentido un poquito intimidado por ser el receptor de dicha mirada llena de locura.

La sonrisa de Alastor no hace más que agrandarse al ver lo que tenía debajo contra el sofá, su pecho se hincha orgulloso, lleno de un sentimiento de poder y dominancia que solo causó que su vientre hormigueara y sus hastas crecieran en su cabeza.

Y como no sentirse emocionado si tenía al mismísimo rey del infierno jadeando con los ojos empapados y las mejillas rojas cuales manzanas maduras, marcas de mordidas dejaban un camino dorado que iniciaba en la yugular hasta el hombro izquierdo. Dispuesto a seguir, Alastor vuelve a acercarse a su presa, ahora mordiendo la sobresaliente clavícula del rey hacia el lado derecho, lamiendo y mordiendo todo a su paso. Mientras tanto sus manos se encontraban ansiosas por raspar la tersa y perfecta piel del bajito, decidido a cometer dicho acto invocó pequeños zarcillos negros que se abrazaron con fuerza a los tobillos del pálido soberano, manfeniendo sus piernas firmemente sostenidas sobre los hombros del más alto, otro zarcillo, este mucho más delgado, pero no menos fuerte que el resto se abrazó a la estrecha cintura del rubio, apretando lo suficiente como para mantenerlo estático en su lugar. De las manos Alastor no se preocupó, puesto que estas ya se encontraban atrapadas por la pajarita de su mismísimo dueño por sobre la cabeza.

Ahora, con el rey completamente a su merced, Alastor decidió mover sus manos por el torso delgado, ejerciendo la presión necesaria con sus garras como para dejar finas marcas rosáceas sobre la piel, su boca rápidamente se dirigió sobre uno de los duros pezones de su majestad, mordiendo y succionando como si de un caramelo cualquiera se tratara, incluso pensó en arrancarlo, todo sea por escuchar más de los gritos del rubio.

ᴛɪʀᴀᴅᴇʀᴀ ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora