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°•~━━✥ 𝑪𝒆𝒏𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒐𝒔 𝑴𝒐𝒓𝒏𝒊𝒏𝒈𝒔𝒕𝒂𝒓 ✥━━~•°
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Se arregló la pajarita por cuarta vez desde que comenzó a prepararse, ansioso por lo que iba a suceder, pero sin demostrarlo del todo al mantener su característica sonrisa utilizada para eventos importantes, siend este acontecimiento en especial el que requería de su mejor presentación.
Es por eso que ahora mismo se encontraba junto a su amiga más íntima, Rosie, una dulce y bella mujer dueña de la mejor cafetería restaurant en todo Nueva Orleans, por supuesto que no se encontraban con el resto de comensales, sino que en el tercer piso de cuatro del edifico que su bella amiga manejaba, más específicamente en la habitación que ella le había dejado especial y únicamente para él.
La gran Rosie que ahora se encontraba sentada en uno de los sofás de cuero rojo detrás de él, viendo al castaño maniobrar incontrolablemente su pobre corbata de humita.
— Te lo digo en serio Al querido, estás bien así como estás, tienes tu mejor ropa puesta, el peinado impecable, lentes relucientes y tu encantadora sonrisa bien puesta, no entiendo a qué se debe toda esta ansiedad que desprende de tus ojos y actitud.— Menciona con una sonrisa la rubia, cruzando sus finos brazos, uno de ellos sosteniendo su barbilla mientras dislumbraba a su amigo más inquieto que nunca, más que entretenida por ver al siempre seguro y serio Alastor.
— No lo entenderías querida, hoy conoceré a la familia de mi bello prometido, la cual consta no solo de su padre, sino que también de sus cinco hermanos mayores que estarán presentes, lo que me parece suficiente para poner a un hombre nervioso.— Responde, dándose un último vistazo en el espejo de cuerpo completo bordeado por cobre del gran armario de roble que guardaba sus mejores atuendos.
— Oh, si... te cedo la razón, eso está un poco...— Se detuvo, modulando con sus manos la palabrota que se negaba a soltar.
— Jodido es la palabra querida mia, es por eso que pedí tu ayuda, porque no hay nadie que conozca que sea mejor en la elegancia y en la etiqueta que tú, bella Rosie.— Menciona con las cejas juntas en nerviosismo, sonriendo un poco más relajado que antes, pero manteniendo los hombros tensos.
La nombrada soltó una risita pequeña, un sonrojo leve en sus mejillas debido a la adulación practicada por parte de su amigo la hizo levantarse hasta caminar hacia él, posándole una de sus delgadas y finas manos enguantadas en los hombros. Una sonrisa enorme con dientes perlados y alineados le fue dedicada al largirucho castaño.
