CAPÍTULO 3

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Lo miré fijamente. Y luego miré a Jesús. ¡Eran iguales!

-¿Padre Oviedo?

Jesús me miró totalmente confundido.

-¿Cómo que padre Oviedo? ¿os conocéis?

-Tu eres Helena, ¿la hermana Helena?

Mi cara en aquellos instantes podía confundirse fácilmente con la de un tomate.

-¿NO JODAS QUE ERES MONJA?

-No, ¡JODER NO! Hazme el favor de salir de la habitación, y así me cambio, ¿quieres?

El Padre Oviedo, llamado Dani por lo visto, salió de la habitación.

-¿Por qué no me habías dicho que eras monja?

Rodeé los ojos y bufé.

-No era monja, no lo soy y NUNCA lo seré.

Dije poniéndome la ropa interior.

-Ayer mi madre me encerró en un convento, por obligación obviamente.

Miraba mi cuerpo con deseo, no se había quedado satisfecho al parecer.

-¿Tu crees que estos senos y esto culo?

Señale mis partes y luego reí. Él se quedó embobado.

-Sinceramente, no. Demasiado buena en la cama para ser monja...

Se acercó a mí arrinconándome en la pared. Sólo llevaba puestos los calzoncillos.

-Una fiera diría yo.

Sus fibrosas abdominales chocaron con mis pechos, los cuáles el admiraba con lujuría de manosearlos o hacer cualquier otra cosa a su semejanza. Me besó lentamente. De repente sentí una erección en mi feminidad. Su miembro se estaba empinando, era tanta su empalmación como de largo el monte Everest.

-Escapate conmigo...

Agarró mi culo y comenzó a hacerme chupones en el cuello.

-El viernes que viene, pásame a buscar. Pero, esta vez quiero recordar esa noche.

Levantó una ceja, dándo a entender su descomprensión.

-No recuerdo nada de lo que hicimos ayer.

Puse morritos.

-Te follaría una y otra vez.

Se quiso avalanzar a besarme, pero le hice la cobra. Y comencé a vestirme.

[...]

Nuevamente salimos rumbo al convento. Que desgracia mi vida.

-¿Por qué eres cura, siendo tan joven?

Rompí el inquietante silencio.

-Decidí serlo.

Respondió seco.

-Tiene que haber un por qué.

Me miró seriamente.

-No lo hay. Quise ser cura en vez de doctor o seguir cualquier otra profesión.

Encendí un cigarrillo y aspiré.

-Pero si no tienes ni 20 años. Podrías ser hasta modelo, compraría tus perfumes desde luego.

Lo miré pícaramente.

-Eres todo lo contrario a Jesús.

Rió.

-Dicen que siempre hay un gemelo bueno, y uno malo.

Encogió los hombros.

-Cierto. Tu debes ser el malo.

Alzó las cejas.

-¿Por?

-Jesús es bueno en la cama, y tu eres malo. Por eso te hiciste cura.

-Eso es mentira.

Le temblaba la voz.

-No, es verdad y lo sabes.

Le golpeé com el codo.

-Soy mas bueno de lo que crees.

-¿Ah sí?

Asintió.

-¿cómo lo sabes? un cura tiene que ser virgen...

Se quedó atónito.

-¿No dices nada?

Seguía pasmado.

-Já. TE PILLÉ.

Dije saltando y sacándole la lengua.

-EL PADRE OVIEDO NO ES VIR...

Me tapó la boca.

-¡Te pueden escuchar!

Me susurró entre gritos.

-Me da igual. EL PADRE OVIE...

-¡CALLA!

Volvió a repetir el gesto.

-¿Mira hacemos un trato quieres?

Me miró con desconfianza.

-Yo no digo nada si tu...

Dije dando una ligera pausa.

-¿Si yo qué?

-Si tu me besas, con lengua.

Sonreí como una niña pequeña.

-Oh no. Ni loco.

Siguió caminando hasta que le agarré el brazo.

-Oh, en ese caso...tendré que decirle a todo el mundo que el querídisimo padre Oviedo no es vir...

Me calló dandome un sabroso beso. Oh Dios ese beso era tan ASDFGHJKL.

-No diré nada.

Iba a seguirle besando cuando una vieja gorda vino. La madre Dolores.

-Oh sí, si que dirás algo. Me debes una tremenda explicación.

Heey bebés, ¿os está gustando? Próximo capítulo H O T.

Padre OviedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora