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𝗛𝗮𝘃𝗲𝗻 𝘀𝗲 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗯𝗼𝗿𝗱𝗲 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗺𝗮, la textura áspera de la manta se le clavaba en los muslos. Ciertamente no era cómodo dormir para dormir, pero tenía que ser suficiente. Era todo lo que tenía y en esas cálidas noches de verano, de todos modos no la necesitaba la mayor parte del tiempo. La bata que había colgado alrededor de su cuerpo después de la refrescante ducha seguía deslizándose mientras miraba la carta en sus manos, como si deseara que desapareciera con una mirada desagradable.
Haven no quería tomar la decisión pero tenía que hacerlo. Haven nunca quiso tomar ninguna de las decisiones que la llevaron a la vida que llevo este día, pero no tenía otro camino por dónde seguir. La vida que llevaba ahora había sido su única opción.
Y vivir en el Caldero Chorreante no era tan malo. Talvez las sábanas estaban arrugadas y viejas, y la cama de roble crujía con cada movimiento, pero al menos Haven tenía un techo sobre su cabeza y comida todas las mañanas, tardes y noches. Talvez el lugar olía a ancianas y cada paso dado en la escalera justo al lado de la habitación de Haven resonaba en todo el pub, pero Haven simplemente no tenía a dónde ir.
Haven no tenía grandes esperanzas en el lugar de todos modos, solo necesitaba refugio, un lugar donde vivir. Después de aproximadamente un año de huir y esconderse, esto la hacía tan feliz como un hotel de cinco estrellas.
Haven llamó al Caldero Chorreante su hogar durante casi tres meses y medio y sabía que no podía hacerlo por mucho más tiempo. El dinero que sus padres le habían dejado se estaba agotando lentamente hasta el punto de que tenía que alquilar una habitación incluso más barata que en la que se alojaba ahora. La carta que tenía en la mano era la única salida al problema del dinero, pero volver allí no le serviría de nada, lo sabía.
Haven se movió de la cama para levantarse, acostumbrada al ruido aterrador que hacía la vieja madera ante el movimiento. Haven deseaba poder seguir fingiendo que tenía la opción de no regresar, pero realmente no quedaba tiempo para seguir comportándose como una tonta. Ya había guardado parte de su dinero para los suministros que tendría que comprar en el Callejón Diagon, justo afuera de su ventana, pero ya se había abstenido de ir allí. Haven quería sentirse en control de su vida pero no podía. No cuando estaba apunto de quedarse sin hogar y vivir en las calles.
