CAPITULO V

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Desarrolla Persistencia Rinoceronte

Nunca te des por vencido, cada una de las células de tu cuerpo está cargada
de tenacidad. Tienes la valiosa fortaleza de persistir en lo que estés haciendo
sin importarte circunstancias adversas. ¡Eres indomable! Nada domina tu fuerte
voluntad para alcanzar el Exito. Los torpedos, los huracanes, los cataclismos,
los impuestos, los rayos, los cuatreros de rinocerontes y las minas explosivas
no te vencerán. Cada desagradable, irritable obstáculo que trate de tumbarte
será pisoteado de inmediato. ¡Tu persistencia vencerá todo aquello que trate de
apartarte del Exito! .

UNA COLA DE PERSISTENCIA

Cuando comencé la escuela secundaria decidí que quería trabajar por las
tardes en la oficina de un veterinario.
Solicité empleo en el hospital veterinario de mi pueblo, como técnico en
animales. El trabajo de un técnico es ayudarle al veterinario a controlar al
animal mientras lo intervienen y además evitar que los animales muerdan al
doctor. Era difícil conseguir el puesto. Yo insistí durante seis meses hasta que
hubo una vacante y me dieron el puesto. iVaya! i La mayoría de mis amigos
eran lavaplatos o mensajeros o no tenían trabajo y yo ya era técnico en
animales! iMe ganaba $1.65 por hora! iCasi increíble!
Me presenté al trabajo el primer día rebotando de entusiasmo. La primera cita
de ese da fue con una señora que trajo una caja llena de perritos para cortarles
la cola. M i trabajo consistía en sostener firmemente cada penito mientras el
doctor ataba fuertemente una cuerda cerca de la base de la cola y luego
cortaba con una tijera especial. Saqué el primer perrito de la caja. Lo sostuve
con la cola hacia el doctor y traté de aguantarlo pues se retorcía y forcejeaba
cuando el doctor le arrimaba las tijeras. Luego, zas, el perrito gritó y seguía
chillando al caer la cola sobre la mesa mientras chorreaba sangre de la colita
como una llave de acueducto descompuesta. Inmediatamente se me fue la
cabeza, pero traté de disimularlo. El doctor terminó de suturar al perrito y me
pidió que alcanzara el próximo animalito. Ese próximo fue peor que el primero.
Brincaba más y chilló y sangró también mucho más., De repente supe que iba
a vomitar. Le entregué el perrito a la dueña y salí corriendo hacia el baño. Me
daba vueltas la cabeza, sentía mal el estómago y sudaba frío.
Estaba sentado con la cabeza entre las rodillas y pensé: "qué desastre,
finalmente me . dan este trabajo y miren lo que me sucede. ¿Cómo puedo
explicar esto?
Después de un cuarto de hora volví a la oficina del doctor aunque todavía me
sentía mareado. "Ya me estoy mejorando", le dije al doctor.
Pero en realidad las cosas no mejoraron. Cuando chico siempre me privaba
cuando me tenían que poner una inyección. Ese era el procedimiento corriente
conmigo. Ahora noté que el sólo ver inyectar a un gato o a un perro tenía el
mismo efecto sobre mí. Tenía que sostener los animales pero sin mirar la
jeringa, pues de otra manera me daba vueltas la cabeza. El sólo ver la aguja
me ponía débil. Antes de finalizar el día también descubrí que era alérgico a los
gatos, y les tenía miedo. Me escurría la nariz, estornudaba y mis ojos me
picaban y lagrimeaban. i Qué día más miserable pasé!
Afortunadamente, logré terminar ese primer día sin perder el conocimiento y sin
vomitar, aunque estuve cerca de ello varias veces. Al finalizar el día estaba
muy descorazonado porque quería trabajar pero me daba cuenta de que no
podía continuar a causa de mis alergias y mi débil estómago. Sin embargo, esa
noche tuve un sueño.

NUNCA AFLOJES

Soñé que estaba en una pequeña embarcación, solo y en la mitad del océano.
No había tierra a la vista. De repente comenzó una terrible tormenta. Me abatía
la lluvia, el fuerte ventarrón me alzaba y parecía echarme fuera del bote. Me
agarré fuertemente al mástil del bote y me sostuve con todas mis fuerzas
mientras el barco se mecía entre las olas. Cada vez era más fuerte el viento y
era más difícil sostenerme. Parecía que los elementos querían hacerme saltar
del palo del mástil. Llegó al punto de que casi me suelto. La presión era terrible
y pensé que jamás cesaría.
Pero me sostuve y luego en mi sueño, me desperté y estaba en la cubierta del
barco y la tormenta había cesado. El cielo estaba azul claro y el mar estaba
perfectamente en calma. Me había sostenido durante toda la tormenta y había
sobrevivido.
Cuando desperté me di cuenta inmediatamente que ese sueño había sido
como una señal de que debía seguir en la clínica de animales. Seguí
trabajando allí a pesar de mi alergia y débil estómago. Algunas veces fue tan
terrible como mi sueño de la tormenta. ¡Afortunadamente persistí y me
sobrepuse a la verdadera tormenta! Todos los días después de clase y durante
las vacaciones trabajé allí durante los siguientes dos años. Desaparecieron
mis alergias. Manejé los gatos más salvajes y aun llevé a cabo pequeñas
cirugías como limpiar y suturar un absceso o sacarle una muela a un perro y
aun tomar solo muestras de sangre. Ya no me desvanezco cuando me ponen
una inyección.
Todo consiste en persistir. Cuando estés en una situación difícil ¡aguántate!,
jamás aflojes. Imagínate que estás en una barquita y la tormenta trata de
arrojarte. No aflojes, salvo que la tormenta destruya tu barco y comience a hundirse. Sólo entonces puedes saltar para evitar hundirte junto con el barco.
Salvo en ese caso, ¡siempre debes persistir!

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